Los siameses Berthol

La muerte comienza.

El pueblo de Baba es el verdadero averno. La leyenda de los Berthol toma forma.

 

 

 

Los grupos se había separado como debía ser. Y eso era preciso para poder localizar a alguien. Desde el punto de encuentro estarían aguardando y buscando pistas Joan y Jonny sin H. -

 

 

 

- ¿Te parece que sea bueno que estemos aquí? Le comenta Joan. –

 

- Yo creo que deberíamos ingresar a esa mansión e investigar. ¿No crees? – le comenta Jonny sin H con ciertas intensiones

 

- No lo sé ¡Mmm! –

 

- ¡Vamos nena! Será divertido. – Se jacta de la seguridad Jonny sin H. –

 

 

Ella asiente, sin otra convicción, y ascienden una escalinata de la mansión. Paso a paso, los escalones generan un ruido incómodo. Esto inquieta Joan, sin embargo, prosiguen ambos. Al ingresar puede verse un living grande con una mesa de madera, seis sillas. Dos cuadros antiguos de fotografía, quizás de los antiguos pobladores. Un hombre de pelo corto con un bigote estilo mostacho y traje con un moño, y al lado de ella una mujer con una cara redonda con el cabello atado. No se sabe con certera el tiempo estimado de la fotografía. El otro cuadro, no tenía más que la mansión y muy lejos como una figura con un tapado que no dejaba ver su rostro. Esto llamó la atención de Jonny sin H, al verlo. Joan estaba temblando como de cierto frio, y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando su mano rosó la pared. La mansión tenía un piso, y decidieron subir. No te preocupes le comentaba éste, todo está bien, iba iluminando cada sector, y solo había muebles viejos y polvorientos. Se percibía una resina color negro. No había duda que había sido parte de un incendio. Las escaleras se encontraban en un estado deplorable, y el cuidado al ascenso era muy precavido. Ya en el primer andar un pasillo no muy largo comunicaba dos habitaciones. La primera no tenía puerta, y era una sala común y corriente, con dos sillas y una mesa corta. Un viejo radio del año 1930 aproximadamente. Al llegar a la otra habitación encontraron un dormitorio en perfectas condiciones. Mira, le dice Joan, que hermoso. Había muñecas

 

 

 

 

como de porcelana fina. Y el lugar estaba preparado sin suciedad. Una cama doble, y un velador con decoraciones. Joan se sentó un instante en la cama. De todos los sitios este parecía diferente. Jonny sin H, se colocó al lado de ella.

 

- ¿No te parece hermoso? Le dice

 

- Si, Jonn, pero no creo que sea momento. –

 

- Vamos nena. Siempre es momento. – Inmediatamente, comenzó a besar a Joan suavemente en sus labios, y luego el cuello, Joan le devolvía el gestó, paso siguiente se arrojaron en la cama, y ella comenzó a desvestir a Jonny si H, y realizaba la misma operación. Sus cuerpos comenzaron con el calor, y el ardor.

 

- ¡No tienes protección Jonn! – dice Joan

 

- No te preocupes, nos cuidaremos – le dice con una respiración calmada. –

 

 

Ambos comenzaron a realizar el acto sexual, y el la tomo penetrándola con fuerza, una y otra vez. Luego bajo a su instinto salvaje para gozar de ella lamiendo su sexo excitando a Joan con suavidad. Luego regresó a ella besando cada parte de su cuerpo desde el vientre hasta el cuello, y luego más adelante. Ella lo da vuelta bruscamente y comienza a cabalgar como una sacerdotisa del placer. Los poros de la transpiración hicieron que en el aire se confunda el aroma del sexo con el de las cenizas. Una y otra vez ella se movía, y sus pezones parecían ir y venir desde arriba abajo. Cada vez más acelerado, y más y más. Los gemidos eran terribles y la respiración se iba agotando. La eyaculación y el orgasmo estaban en la puerta de una habitación sellada entre paredes. La respiración se agotaba, y al llegar al clímax, ella extenuada se dirigió a Jonny sin H, y lo beso. Fue maravilloso se decían, y el hedor de un encierro se les presentó de inmediato en sus caras.

 

- ¿Jonny, dónde estamos? – dice Joan desnuda –

 

- No lo sé. – comenta con miedo. –

 

 

Estaban entre paredes sin salida. Era un cuarto sellado, y solo podía oírse el sonido de una mujer en un sitio oscuro. Al acercarse a ella, la dama tenia rasgos esqueléticos, y deformes. Su cuerpo eran huesos, y a su lado un hombre en las mismas condiciones. No alcanzaba a decir nada. Joan se dio un susto terrible y comenzó a gritar del terror, Jonny sin H, fue corriendo al muro golpeándolo con fuerza, pero era inútil

 

 

 

 

- Sáquenos de aquí – dice Jonny si H. -

 

- ¡Sáquenos por favor! ¡Chicos, chicas por favor! – las lágrimas de Joan se caen al suelo lleno de vidrios, y ella siente el dolor.

 

Jonny sin H, ve que del muro hay un contorno de una línea, y se percata que puede ser una puerta. Comienza a llamar por allí. Pidiendo auxilio una y otra vez. Respira hondo, aunque se da cuenta que no hay mucho oxígeno. Un ruido se hace presente del otro lado de la pared de bloques que tienen el contorno. Con cierta calma se va moviendo golpeando con un ruido estrambótico al girar por un eje desde arriba. Al abrirse totalmente. Tienen una salida lista tanto Jonny y Joan. Ellos se miran y van hacia afuera. La voz apenas puede decir un gemido, intenta mover el brazo para indicar algo, sin embargo es inútil.

 

La pareja sale de allí y encuentran un lugar muy oscuro, desnudos sienten frio por el gélido grado al parecer que están en una catacumba. Algo toma a Jonny sin H por las piernas, y Joan se aleja gritando. Dos hombres con hábitos de monje lo atrapan por el cuerpo y lo acuestan en una cama de madera. Joan quiere regresar de donde vino, pero la puerta de bloques de pared de cemento se cierra, y se mantiene alejada de aquellos. Los hombres atan a Jonny sin H. La bestia se hace de las suyas al aparecer, con un alambre fino. Vamos a realizar algunas operaciones interesantes. Con aquel, en punta lo introduce en el orificio del pene de Jonny sin H que lanza un alarido de dolor de lo más terrible. Muy calmadamente van introduciendo hacia delante y luego retrocediendo con efecto, mientras la sangre sale del agujero. Los hombres se encaminan a Joan que comienza a gritar y patea a uno de ellos en el pecho y corre por un pasillo, sin ninguna iluminación que la guiase, cada uno de ellos una puerta, tropieza con unas rocas afiladas y se lastima la rodilla. Los siameses gustan de aquel terror, y persisten con su empréstito, ingresar el alambre grueso hasta llegar a la vejiga, el orín se escapa con la sangre ¿Así que te gusta el sexo? Jonny sin H escasamente puede decir algo, y atraviesan su bolsa interior haciendo estallar el órgano, y con fuerza sacan el punzón de metal. Luego con un cuchillo cercenar el pene, y lo arrojan al suelo, un roedor sale de algún escondrijo y se lleva el trofeo. Los siameses en su despiadada forma, comienzan a lacerar la carne ¡Wac! esta carne, es terrible, se dice uno de ellos, deséchala. Mientras uno de ellos lo comenta, el otro le quitaba con finura la piel. Dejémoslo emparedado con los otros. Joan se incorpora, y sigue corriendo con el miedo encima de




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