Capítulo X. Lo que aún no sabía que dolería

Capítulo X. Lo que aún no sabía que dolería

Thais (desde el recuerdo)

Yo no sabía que era él.

No cuando lo vi por primera vez en la biblioteca baja, rodeado de pergaminos sin nombre. No cuando sus dedos acariciaban lomos como si los libros sintieran. No cuando la única lámpara del lugar se apagó… y él aún brillaba.

El primer intercambio fue un error. Yo bajaba buscando algo, el símbolo de mi hermana que se había borrado del relicario. Y eso solo pasaba si lo que te nombraba ya no era suficiente.

Me arrodillé frente a una estantería prohibida. Él ya estaba ahí y me dijo:

—¿Sabes por qué algunos nombres no regresan cuando los llamas?

Yo respondí sin mirarlo:

—Porque lo dijimos en vano.

—O porque alguien más los dijo primero.

—¿Tú eres alguien más?

—No. Soy el que guarda sus restos.

Y ahí lo supe.

Averen.

No por el tono. Por el eco, porque su voz tenía ese tipo de tristeza que no se hereda ni se aprende. Solo se carga.

Pasamos horas sin hablar. Leyendo entre sombras, o haciendo que leíamos mientras el otro respiraba.

Una vez me alcanzó un papel. Escrito con tinta color óxido. Decía:

“Thais, tú aún puedes elegir. Pero si eliges quedarte, te van a odiar como me odian a mí. No por lo que rompes, sino por lo que les recuerda que alguna vez desearon amar sin tener que olvidar.”

Nunca respondí, pero desde ese día… comencé a escribirle en silencio.

Años después, cuando ya no estaba conmigo, cuando su nombre dejó de pronunciarse incluso entre los Fane, cuando Maelis comenzó a cambiar sin saber… yo sellé el recuerdo.

No en papel. En los huesos. En esa parte mía que nadie podía tocar.

Y me prometí que si algún día mi mejor amiga tocaba lo mismo que yo toqué… le dejaría esto. Como una grieta. Como una llave. Como una despedida que no se dice en voz alta.

Y ahora lo sabes, Maelis. Él no fue mío, pero tampoco fue tuyo. Él fue del reflejo que ya no existe.

¿Lo amarás? Probablemente.

¿Te destruirá? Solo si no recuerdas quién eras antes de que él te nombrara.