Los Susurros Del Castillo

Capítulo XI. El nombre que no supe que era mío

Capítulo XI. El nombre que no supe que era mío

Maelis

La carta me había dejado vacía. No rota. Vacía. Como si Thais hubiera hecho un conjuro inverso: vaciarme para dejar espacio… para lo que está por venir.

Salí del cuarto sabiendo que algo me guiaba. No con urgencia. Con intimidad.

Pasillos. Paredes que ya reconocían mi paso. Luces que parpadeaban como si respiraran con mi ritmo. Aroma a tiempo viejo. A hogar de alguien más.Y entonces… lo escuché.

Mi nombre.

Pero no como eco. Ni como voz. Era más como una voluntad impresa en el aire.

Maelis. Maelis. Maelis.

Cada vez que lo oía, algo se abría. Un recuerdo. Una emoción que no me pertenecía. Una certeza: Averen me había llamado antes y no lo supe o no quise saberlo.

Toqué una pared de piedra. Estaba tibia y en ella, talladas a ras de piel, vi letras que solo se leían al cerrarlos ojos.

“Si ella llega hasta aquí, no la detengas. Porque si lo haces…yo no volveré.

A.”

Una promesa. Un ruego. Un juramento sellado con lo único que los vampiros no suelen conceder: vulnerabilidad.

Seguí.

La puerta apareció. Pequeña. De madera con cicatrices. La abrí y ahí estaba.

Un cuarto circular, sin muebles. Solo un espejo en el suelo, cubierto de agua. Agua que no mojó mis pies al entrar. Agua que me reflejaba antes de entrar.

Y en él… una mujer que no era yo. Pero lloraba como yo. Y tenía mi voz.Y me decía:

“Tú ya sabes quién fuiste. Ahora recuerda por qué no quisiste saberlo."




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