Yael
A Zigor se le había ocurrido ir a buscarme a mi habitación e invitarme a una excursión fuera del refugio, ya llevábamos un rato caminando por la nieve subiendo una de las colinas de la isla, cuando fue a buscarme se veía muy emocionado y feliz por lo que no pude decirle que no, se veía como un niño pequeño de los feliz que estaba, eso también me ponía contenta ya que sentía su emoción.
—¿Cuánto falta? – pregunte ya cansada, podía pelear un largo tiempo, pero no podía subir una colina.
—No mucho, pero te aseguro que el esfuerzo vale la pena – seguimos caminando por unos minutos más, decidí subir la vista para ver cuanto faltaba y me alegro ver que ya estábamos a punto de llegar arriba, cuando llegamos a la cumbre supe porque Zigor quería que viniera, se veía la isla completa, la cabaña, el mar y todo se veía hermoso – ¿Qué te parece? – pregunto mi compañero.
—Es hermoso – el sol ya se estaba ocultando y le daba un ambiente al lugar casi irreal – ¿Cómo encontraste este lugar? – me gire para verlo.
—Cuando llegamos, quise buscar un lugar lejos del refugio y más tranquilo, un día me puse andar por la isla y encontré este lugar – la verdad es que la caminata si había valido la pena completamente – igual no podemos quedarnos mucho tiempo, ya se está oscureciendo y pues ya viste que el camino es un poco tardado.
—Pero yo tengo luz – dije como niña pequeña – podemos volver tarde – él se rio y asintió, yo medio salte y me puse a observar el atardecer.
Como prometí, al oscurecer volvimos a la cabaña guiándonos por mi kinesis, era una luz tenue que solo me servía para iluminar nuestro camino de regreso.
—Gracias por darme el gusto de quedarnos más tiempo – comente cuando ya estábamos de vuelta en el refugio.
—Yo feliz cumplo tus deseos – me sorprendí por sus palabras – además jamás había visto un atardecer ahí, así que, gracias a ti pude ver algo hermoso – sin pensarlo mucho le bese la mejilla justo antes de que se abrieran las puertas del ascensor, lo mire por un microsegundo antes de bajarme y vi que tenía la cara roja y no se movía.
—Nos vemos mañana – dije antes de marcharme de camino a mi habitación.
Editado: 14.03.2022