Capítulo 6: EL GRAN FESTIVAL
La noche había caído sobre el reino Winston, y el aire estaba cargado de anticipación. Todo el territorio se había reunido para el gran festival: hombres-bestia, ángeles, demonios y humanos de los tres reinos se congregaron en los amplios jardines exteriores del castillo. El cielo estaba despejado, y miles de luces flotantes ascendían desde el suelo, formando columnas, espirales y cascadas de color que iluminaban el paisaje con tonos dorados, azules y plateados. Cada luz parecía danzar con vida propia, siguiendo la energía de los asistentes y reflejando la magia del momento.
Antes de que comenzara la celebración, la madre de Elías y Angel peinó y arregló a los jóvenes príncipes: Adán, Daniel, Elías y Angel. Sus cabellos brillaban bajo los reflejos de las luces flotantes, como si la magia misma resaltara su elegancia. Los trajes de los príncipes centelleaban al ritmo de los destellos, y cada gesto parecía amplificado por la luz nocturna. Adanys, sin embargo, fue obligada a quedarse en su habitación, vigilada constantemente, sin poder participar en la preparación ni en el festival.
Daniel, atento a los cambios de Daibel, decidió llevarlo consigo, asegurándose de que su comportamiento no arruinara los planes y la seguridad de Adán.
Cuando todo estuvo listo, el festival comenzó y todos los habitantes del reino estaban presentes, creando un mar de personas iluminadas por la luz mágica flotante. Los tres reyes —Winston, Desmon y Clein— iniciaron la danza ceremonial, acompañados por algunos invitados especiales seleccionados. Sus movimientos eran precisos y fluidos, y la magia de cada uno se mezclaba con las luces flotantes, generando destellos que parecían chispear y girar alrededor de sus cuerpos.
El cielo nocturno estaba lleno de magia: columnas de luz flotante formaban arcos sobre los caminos, pequeñas chispas caían como estrellas fugaces y reflejaban cada gesto de los reyes y de los jóvenes príncipes. Cada giro de los danzarines provocaba ondas de energía que hacían que la hierba y las flores brillaran débilmente, como si el mismo reino respondiera a la magia de la celebración.
Lady, Daniel, Elías, Angel y Adán permanecían estratégicamente juntos, vigilando cada movimiento de Adanys. Las luces flotantes parecían reconocerlos como aliados, formando halos protectores a su alrededor y anticipando cualquier intento de escape o hechizo de Adanys.
—Cada detalle cuenta —susurró Lady—. No podemos dejar que recupere sus poderes antes de tiempo.
—Y debemos vigilar a Daibel —añadió Daniel—. Lo traje porque estaba cambiando, pero no podemos permitir que interfiera con nuestros planes.
Elías y Angel asentían, mientras la magia de las luces flotantes se movía alrededor de ellos como un escudo protector. Cada chispa parecía palpitar con su concentración, formando barreras invisibles que bloqueaban cualquier intento de Adanys de usar magia.
Durante horas, el festival continuó con danzas, música y espectáculos mágicos que fascinaban a todos los habitantes. Las luces flotantes no solo iluminaban, sino que interactuaban con los príncipes: cada paso de Lady, Daniel, Elías, Angel y Adán generaba chispas que se elevaban, creando barreras y rastreadores de energía. Cada intento de Adanys de acercarse a la magia era frustrado por estos mecanismos invisibles pero efectivos.
—Ni un solo hechizo funcionará —dijo Lady, con una sonrisa triunfante—. Mientras estemos aquí, cualquier intento será inútil.
Daniel, Elías y Angel rodeaban a Lady, mostrando firmeza, mientras Adán la observaba con creciente admiración. La magia ambiental, las luces flotantes y la coordinación de los aliados convertían el festival en un verdadero campo de estrategia mágica.
Adanys, frustrada y desesperada, intentó abrir la puerta de su habitación y escapar, pero las luces flotantes formaron un arco brillante que la bloqueó. Cada cristal parecía vibrar con energía protectora, recordándole que estaba completamente controlada.
—¿Vas a quedarte ahí mucho tiempo, Adanys? —preguntó Lady, con voz dulce pero peligrosa—. Mientras dure la festividad, estarás bajo mi control.
Durante todo el festival, los jóvenes aliados coordinaron sus movimientos: cada chispa, cada reflejo, cada gesto estaba planeado para mantener a Adanys vigilada. Sus intentos de recuperar la magia fueron bloqueados, frustrados por la combinación de ingenio, estrategia y magia ambiental.
Sin embargo, la posibilidad de que Adanys lograra recuperar sus poderes al final del festival permanecía, aumentando la tensión y manteniendo a todos en alerta. Cada noche de celebración, cada espectáculo de luces flotantes y cada danza de los reyes fortalecían la magia del castillo y la vigilancia de Lady y sus aliados, transformando el festival en una mezcla de asombro y estrategia.
Al final del día, bajo un cielo estrellado iluminado por las luces flotantes que ascendían y giraban como un río de energía, Lady, Daniel, Elías, Angel y Adán se reunieron en el patio:
—Hoy demostramos que incluso alguien con solo 3% de magia puede controlar la situación —dijo Lady, con orgullo y satisfacción—.
—Y si intenta algo mañana, estaremos preparados —añadió Daniel.
—La lección está dada —dijo Elías—. Ahora solo queda mantenerla hasta el final del festival.
Las luces flotantes centellearon con intensidad, reflejando la tensión, la estrategia y la magia que rodeaba a los jóvenes príncipes. El festival continuaba, y todos sabían que, aunque Adanys había perdido temporalmente su magia, el final del festival podría traer sorpresas, manteniendo la emoción y la expectativa al máximo.