Los últimos defensores de Avangard

Pegasus

Capitulo 4 Pegasus

En los reinos de más allá de las montañas del Tridente, existían una raza de ganaderos y granjeros que desde tiempos de la Última Era de la Nieve, custodiaban a los poderosos y únicos pegasos que aún quedaban en todo el mundo, estos caballos alados eran sumamente apreciados pero después de la mayoría de batallas en las que el codicioso Rey Finsstard, trató de usar un ejército de hechiceros montando pegasus para dominar los confines de Avangard desde los mares de Frisia hasta los más recónditos pantanos de Rhinsfland, lo que había resultado en una masacre, puesto que los pegasus habían caído muertos después de que el mismo instinto de esos nobles animales, que no estaban hechos para amos malvados, provocó que ellos mismos murieran voluntariamente al estrellarse contra las montañas antes de que Finstard  pudiese hacer uso de ellos, por lo que la mayoría de pegasus habían desaparecido menos los que aún quedaban entre las laderas de las montañas del tridente, quienes casi no interactuaban con la gente de las llanuras, bosques o ríos de todo Avengard.

Ese día los hombres y mujeres del tridente, que eran de piel extremadamente blanca casi rayando en lo albino, y de cabello rojo o tonos amarillos, se despertaron con el sonido de los enormes tambores de la plazuela, eso anunciaba un peligro grave inminente.

Los habitantes se levantaron de sus camas de madera y salieron para observar lo que parecía ser un grupo de arpías o buitres que volaban a lo lejos, 

-¡Dragones rojos! Dragones Rojos!, a los pegasus rápido- se escuchaba la voz ronca de Frimar gritando mientras sonaba los tambores de guerra, él era un enano que trabajaba como vigilante de la pequeña ciudad construida a las laderas.

De inmediato los habitantes, tanto hombres como mujeres fueron a por sus hachas y espadas de metal esmeralda, un metal hecho especialmente para pelear con los enemigos de las sombras o del clásico arco y flecha para poder derribar a los dragones rojos, para después ir corriendo a despertar a los pegasus de sus establos y montaron, alzando las alas al viento,

Los dragones rojos y negros eran los que eran usados por el Espectrum para poder tratar de matar a todos quienes ser interpusieran en su camino

Todos los jinetes de pegasus volando se enfilaron para encontrar en el aire a los dragones, cuando éstos empezaron a lanzar sus llamaradas, hicieron maniobras evasivas para evitar la llamarada de fuego rojo de los dragones mientras trataban de acercarse a asestarle un golpe con el hacha o con las espadas, Piras, una mujer de ojos azules y de hermosa belleza lanzó una flecha desde su arco que impacto justo en el cuello del dragón, quien emitió un quejido y un rugido, pero no estaba herido de muerte, entonces con una garra trato de atrapar al pegasus ocasionándole una herida en el abdomen al equino, quien herido, se movió a un lado, en ese momento  Alizar, un jinete que estaba a dos metros voló sobre el dragón para asestarle un golpe con un hacha rematándolo y ocasionando que cayera al suelo.

Otro guerrero vestido con piel de puma llamado Raderic, se lanzó con su espada un golpe certero a un dragón en el aire, pero éste, en un movimiento rápido le lanzó una llamarada al jinete y al pegasus, quienes no pudieron hacer nada y cayeron hacia la montaña muriendo.

Pero un grupo de dos jinetes que había visto semejante suceso, atacaron al dragón rojo, que era el mas grande, lanzandole flechas hacia los ojos, el dragon volaba tratando de alcanzar con sus llamaradas a alguno de los dos, cuando de pronto otro jinete aprovechó la distraccion para hacer que su pegaso volara hacia el desprotegido abdomen del dragón atravesándolo con su espada. Emitiendo un quejido monstruoso quejido, desparramándose al  las laderas de la montaña

Fué el ultimo dragón que cayó al suelo, los deás habían sido derrotados

Mientras una jinete llamada Oriaka, tratando de salvar o de ver si Raderic aún estaba vivo, voló hacia donde había caído, pero estaba completamente muerto, junto con su pegasus.

Ese día se le rindió una ceremonia de despedida junto a otros cinco jinetes caídos digna de los míticos Ases,

Ese día la asamblea de hombres y mujeres libres discutió lo acontecido, los dragones no acostumbraban atacar en tan grande número, eso podría solo significar que la antigua profecía de la batalla final se acercaba, los presentes guardaron silencio en un ambiente lleno de incertidumbre

 

 

 



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En el texto hay: magia guerras amistad

Editado: 26.03.2021

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