Los vigilantes de Marte

El rey rojo

No podía creerlo, lo único de lo que nos hablan en la Tierra es que es el único planeta con vida. Estábamos equivocados, si fuéramos a investigar a los demás planetas descubririamos que cada planeta tiene vida pero en un estilo propio. Este, por ejemplo, tiene plantas diferentes a las de la tierra pero bastante hermosas. Las flores de aquí no sólo dan unos frutos rojos que no quiero probar por si acaso, también son usadas como linternas que iluminan el mundo subterráneo. Animales sólo que visto estos seres que me están llevando, tienen la piel de color rojizo, como no. Tienen dos brazos como los míos pero debajo de ellos tienen dos pinzas que están dobladas en la espalda. Su cabeza es alargada y parecida a la del tiburón martillo. No tienen pelo, sólo unas rayas negras que van desde la frente hasta la parte de atrás de la cabeza. Sus ojos son como los de los gatos y tienen sólo una pupila negra que te atrapa si la miras durante un buen rato. La verdad es que si no estuviera tan fascinado por mi descubrimiento, ahora mismo me habría puesto a llorar de miedo.

 

 

Llevamos un montón de rato andando, y yo no puedo más de hambre, los tíos estos no me dejan parar y hablan con un acento un poco raro. Lo único que me han dicho es que hablaré ante su soberano. Siento que estoy lejísimos de mi cuartel y me será difícil volver. Yo no quiero quedarme aquí por toda la eternidad. Sólo quiero volver y demostrarle al mundo y sobre todo a Emma de lo que fui y soy capaz.

 

Finalmente salimos de ese pasillo eterno que tiene al lago de sangría al lado y nos adentramos en una especie de mundo paralelo, hay aves volando encima nuestra, hay millones de flores en el techo que hacen de cielo, plantan altísimas y millones de animales. Los guardias estos me llevan a través de una aldea en la que seres como estos guardias se asoman por las ventanas y me señalan. Tienen cara de enfadados y veo como me desprecian. Yo no hice nada pero si los aldeanos se enfadan tanto no quiero ni pensar en el soberano. La aldea no es muy grande, de hecho se podría decir que hay montones de ellas y que están colocadas alrededor de una super Torre que se sitúa en el centro y que supongo que es la del soberano. Al fin llegamos a un foso que rodeaba la torre, sólo teníamos un puente para cruzar y podía divisar el final de mi vida. Estos seres me mataran y nadie podrá apreciar mi éxito. Sonaron unas campanas y las puertas de la torre se abrieron, en el interior pude ver una sala enorme y en el centro un trono. En el estaba el soberano y la verdad no vi a alguien tan intimidante en mi vida. Sólo una mirada y me vi obligado a bajar la mirada. En esos momento le pedía Dios que me sacará de aquí sano y salvo. 

-Vez andando hazta el final, no podráz ezcapar pero ten en cuenta que te eztaremoz vigilando por zi ze te ocurre hacer alguna locura. 

Cogí aire y fui andando mientras me despedía de todo lo bueno de la vida. El soberano se puso en pie y yo veía el camino cada vez más largo. No podría aguanotar mucho más porque me fallan las fuerzas. Finalmente caí al suelo y tuvieron que ayudarme a llegar medio a rastras delante del soberano. Este hombre no era de muchas palabras así que mientras me hablaba yo sólo baje mi vista y me quedé contando las pelusas que había en la alfombra. Para subir al trono había un montón de escalones que subí a duras penas y al llegarcabo aarriba me hicieron arrodillarme y me ataron las manos. Estaba super mareado y sólo pude escuchar que me acusaban de intruso que venía a robarles sus bienes y a quitarles a sus niños. El soberano se sentó y dio la orden de que me llevarán a las celdas y me dieran comida y algo de beber para que pueda ser interrogado más tarde. Yo sólo me alegré de que pudiera vivir al menos un día más. Me bajaron a una sala el las profundidades de ese planeta, me tiraron en una celda y me dieron un cacho de una fruta rara y un poco de sangría para beber. Yo ya ni me pregunte si sería o no bueno comerlo. Me acoste en el suelocentro un rato y me quedé dormido. Ahora era eso o  morir de deshidratacion y desnutrición.

 




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