Sofia no podía sacarse de la cabeza las imágenes de los documentos y fotografías que había recibido. La frase de la nota, “No todo lo que brilla es oro” , resonaba como un eco constante en su mente. Los Vitales siempre habían sido un símbolo de perfección en Italia, pero ahora, esas palabras parecían arrojar sombras sobre su reputación inmaculada.
Decidida a profundizar en el misterio, Sofia comenzó por lo más accesible: los registros públicos. Pasó horas navegando en bases de datos gubernamentales y en artículos de archivo. Todo parecía normal, incluso impecable. Cada negocio registrado a nombre de los Vitales operaba dentro de la ley, cada donación caritativa estaba documentada, cada movimiento financiero visible y legal.
Pero esa perfección era sospechosa. Nadie llega tan alto sin ensuciarse las manos.
Entonces, decidió hacer algo más arriesgado. Contactó con una antigua fuente, un periodista retirado llamado Franco Bianchi, quien había investigado a los Vitales años atrás. Lo encontré en un pequeño café en las afueras de Milán, un lugar discreto que frecuentaba para evitar ser reconocido.
—¿Los Vitales? —preguntó Franco, arqueando las cejas mientras encendía un cigarrillo. Su voz era grave, marcada por los años de reportajes y experiencias. —¿Por qué te interesa esa familia?
—He recibido información que podría implicarlos en actividades ilegales —respondió Sofia, sin revelar demasiados detalles.
Franco la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.
—Te daré un consejo, Sofía. Aléjate. Los Vitales no son como otras familias. Controlan más de lo que puedes imaginar. Políticos, jueces, incluso algunos medios de comunicación. Cualquier intento de exponerlos puede costarte caro.
Sofia se inclinó hacia él, ignorando la advertencia.
— ¿Qué descubriste cuando los investigaste?
Franco exhaló una bocanada de humo, sus ojos oscurecidos por los recuerdos.
—Nada que pudiera publicar. Cada pista que seguía terminaba en un callejón sin salida. Testigos que desaparecieron, documentos que se destruyeron, fuentes que se retractaron. Pero hay algo que nunca olvidaré: La Rosa Negra .
Sofía frunció el ceño.
—¿Qué es eso?
—Es lo que todos susurraban en voz baja. Un símbolo de algo más grande. Algo que conecta a los Vitales con una red de tráfico y corrupción internacional. Pero nunca pude probarlo.
El nombre quedó grabado en la mente de Sofia mientras se despedía de Franco. Al regresar a su apartamento, comenzó a buscar cualquier referencia a La Rosa Negra . Las pocas menciones que encontramos eran vagas, pero todas coincidieron en un detalle: