Lost Boys: Vampires Will Never Hurt You

Capítulo 1. "Oscuridad"

Pasé gran parte de la tarde observando a través del enorme ventanal como la luz del sol se filtraba por éste, dándole al linóleo un brillo de colores naranja y amarillo. Sin duda con todo este espectáculo de luces la biblioteca adquirió una atmósfera mucho más hermosa, pero sobre todo relajante. De vez en cuando una que otra nube opacaba a la luz y a pesar de ello, ésta siempre encontraba su camino para iluminar una vez más los vastos pasillos de anaqueles que conformaban el lugar.

Cualquier pensamiento que mi mente estuviese formulando, fue bruscamente interrumpido por el molesto tono de mi teléfono celular, el cual indicaba una llamada entrante, de inmediato lo saqué de los bolsillos de mis jeans y miré el pequeño aparato con disgusto antes de responder.

— ¿Hola? —Pregunté con pereza.

—¿Kylie? —Lucy se escuchaba aliviada por encontrarme al teléfono.

—¿Quién es Kylie? —Fingí no saber de qué estaba hablando y reprimiendo una sonora carcajada—. Encontré este celular abandonado en Queens —imité un tono de seriedad—, creo que la dueña original fue raptada por alienígenas en busca de cuerpos vírgenes para reconstruir su decadente civilización.

— ¿Eres virgen? —contraatacó.

— ¡DUCHE! —reí.

—Sólo llamaba para decirte que saldré con Nick, así que cuando regreses al apartamento probablemente yo no esté. —Aun no entendía la fascinación de Lucy por informarme de todos sus planes. Somos amigas y compañeras de apartamento, pero no creo del todo necesario conocer en que sitio se encontrará, es decir la palabra "adultos" debería significar algo para ella.

—No te preocupes, creo que sobreviviré sin ti. —Respondí como si fuese posible.

Por supuesto aquello había sido una broma, sin Lucy yo me encontraría perdida, hace sólo un par de semanas que comencé mi primer semestre en la universidad estatal, alejándome completamente de Valley y mi modesta vida en California porque había dejado de creer que pertenecía a ese sitio, mis padres nunca aceptaron la idea de dejarme ir, el hecho de ser hija única sólo aumentaba sus múltiples preocupaciones paternales. Cuando recibí la carta de aceptación para la universidad mi madre literalmente pegó el grito en el cielo, ella cree fervientemente que Nueva York es la cuna del crimen, puede que tenga un poco de razón, al menos en mi corta estancia aquí han tratado de quitarme mis pertenencias un par de veces, aunque por obvias razones mis padres jamás se enterarían de eso.

La semana que siguió al recibimiento de mi carta, mis padres trataron de persuadirme para que yo aceptase continuar mi educación en la universidad de California. Aquella noche y luego de una terrible discusión tomé la decisión de que si ellos no iban a apoyarme, bien podía hacerlo sola. Más tarde en el silencio de mi habitación, llené una mochila con todo lo esencial al igual que los ahorros de casi toda mi vida, esperando a que mis padres estuviesen completamente dormidos y con toda la determinación del mundo, emprendí mi camino a Nueva York.

El inicio fue un poco difícil, mi dinero rápidamente se esfumó en el pago semestral que la universidad requería para que pudiese matricularme y gastos extras como libros y el alquiler de una habitación de hotel, aquellas derrotas no significaban nada para mí puesto que me había inscrito en el curso de Filología, claro que no estaba completamente segura de querer dedicarme a ello el resto de mi vida pero estar matriculada en un curso para mí era mucho mejor que quedarme en el calor asfixiante de California sin ningún propósito.

Tiempo después logré encontrar un empleo como dependiente de la biblioteca, lo cual resultaba una extraña mezcla de satisfacción y odio. Es decir, tener un empleo en un lugar repleto de libros podría no ser el sueño de muchos, en cambio para mí resultaba agradable, la única parte mala en todo esto tiene un nombre; Rachel Bozarth, mi compañera de trabajo, una completa idiota que sólo se dedicaba a mirar el reloj deseando el momento en el que terminara su turno para ser la primera en cruzar la puerta y marcharse.

Desde el momento en que la vi algo en ella me desagradó por completo, a todo mi desagrado debo sumarle el color de su cabello, debe resultar irónico estar en contra del racismo y odiar a alguien sólo por su cabello. Nunca he entendido mi desagrado, pero las pelirrojas me resultan odiosas. Los primeros días de trabajo traté de ser agradable con Rachel, al menos para superar mi aversión a su cabello naranja, por supuesto dejé de intentarlo cuando ella mostro signos de odiarme.

—Iré por un jugo si no te molesta —mencionó y antes de que yo pudiese darle una respuesta salió huyendo.



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En el texto hay: vampiros, hombres lobo, romance

Editado: 24.07.2019

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