Me observé cuidadosamente en el espejo, usando por primera vez el vestido rosado que mi mamá me había obsequiado, pero yo me había negado rotundamente en usar hasta ahora y más una pequeña aplicación de brillo labial que había cogido sin permiso del cuarto de mi hermana. Por primera vez, creí verme bonita.
Sonreí para mí misma, mientras más me miraba en el espejo, caía en cuenta de que me estaba esforzando demasiado en lucir bien, a pesar de tan solo tener doce años.
No recordaba la última vez en la cuál me había arreglado de tal forma. De hecho, era la primera vez que quería verme bien en frente de alguien.
Pero él valía la pena.
Por supuesto que lo hacía, aquella única persona que se me había acercado con una gran sonrisa, sin creer que era una chica rara que prefería mil veces leer antes de jugar con un par de muñecas.
Cada tarde él iba a visitarme, mientras se quejaba de lo cansado que era el viaje, y no es como si la caminata a la casa de al lado fuera mucha, a lo que siempre le contestaba con un sencillo y distante: "Nadie te obliga a venir, puedes dejar de hacerlo cuando gustes."
Siempre gustaba de la soledad y odiaba cada vez que alguien quería colarse en mi espacio privado, sin embargo, con Noah era distinto, no me disgustaba su compañía. De hecho, la disfrutaba.
Y así pasaron los días hasta que caí en cuenta de que Noah había capturado mi corazón, o bueno, lo que un niño de trece años puede provocar en una niña de doce.
Después de pasar meses y meses pensándolo, me dí cuenta de que la mejor forma de expresarle mis sentimientos era a través de una carta, porque era lo mejor que podía hacer, escribir.
Y ahora estaba allí, en frente de su casa, mientras mis manos temblaban cada vez que se acercaban un poco más al timbre.
Regresé mi brazo a su posición original, mientras suspiraba por lo cobarde que era.
Tal vez aún no estaba lista.
Me puse de cuclillas y deslicé mi carta por debajo de la puerta. Tal vez no era la manera en la que lo había planeado, pero al menos llegaría a sus manos tarde o temprano.
Regresé a casa cabizbaja, evité a mi mamá que me decía que debería ponerme vestidos más seguido y corrí directo a mi habitación para tumbarme en mi mueble favorito, pensando en que no podría verle la cara de nuevo a Noah.
Porque en el fondo, sabía cuál sería su respuesta.
♡♡♡
No. No. No.
¿Por qué tenía que amanecer tan rápido?
Aún no estaba lista para ver a los ojos a Noah y confirmarle que la carta no era una broma de mal gusto, que en realidad todo lo que había leído, era cierto, y que gustaba de él hace mucho tiempo.
Había pasado tanto tiempo esperando este momento, pero ahora que lo estaba viviendo, era demasiado sofocante y estresante.
¿Y si rompía nuestra amistad después de esto?
¿Por qué no lo había pensado antes como una probabilidad?
Lo peor que podía pasar era que no me quisiera volver a hablar nunca más y me evitara para siempre, por el otro lado, si todo salía bien, él me rechazaría gentilmente para luego continuar como si nada hubiese pasado.
Sabía que era imposible que el sentimiento fuera mutuo, pero aún así no podía simplemente guardarlo para mí misma.
Tal vez si ese día Noah no me hubiera contado acerca de su pequeña atracción hacia Alice, quien era absolutamente opuesta físicamente a mí, tal vez hubiera sentido que tenía al menos un poco de esperanza.
En ese momento solo pude fingir una sonrisa y decirle, como la gran amiga que soy: "Estoy segura que harían una pareja perfecta"
Esa noche comí todo el helado que pudiese caber en mi pequeño cuerpo.
Después de cambiarme rápidamente, baje corriendo por las escaleras y apenas llegué donde se encontraba mi mamá le pregunté enseguida:
—¿Noah pasó por aquí? Sé que es temprano, pero aún así...
—Oh, cariño—Se cubrió la boca como si quisiese decir algo, pero no era capaz de hacerlo—¿No lo sabes?
Fruncí el ceño.—¿Saber qué?
—Los Blake se mudaron ayer en la mañana.
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Editado: 14.04.2019