Lÿraeth

Capítulo 12

El aire era pesado, como si la atmósfera misma contuviera la tensión de lo que acababa de suceder. Eryon, Naeris, Kael y Mirna cayeron al suelo en un lugar desconocido, un paisaje que parecía desafiar toda lógica. A su alrededor, torres de roca flotaban en un cielo que alternaba entre la luz de un sol dorado y la oscuridad de una luna carmesí. El suelo bajo sus pies era cristalino, reflejando sus rostros y las imágenes de un pasado que no pertenecía solo a ellos.

— ¿Dónde estamos? —preguntó Mirna, levantándose lentamente.

— En el corazón del equilibrio, —respondió una voz profunda que provenía de todas direcciones.

La figura de Äthronis se materializó frente a ellos. Ahora, en lugar de una forma nebulosa, parecía más tangible: un ser de energía pura, con líneas de luz y sombra que recorrían su cuerpo como raíces.

— Han roto el sello y me han liberado, pero eso no significa que su tarea haya terminado. El equilibrio que represento está fracturado, y ustedes deben demostrar que son dignos de restaurarlo.

Äthronis extendió una mano, y el paisaje se transformó. Delante del grupo aparecieron tres portales, cada uno con un símbolo que representaba un elemento esencial de su misión:

  • El Sol de Solnar: Un símbolo dorado que irradiaba calor y luz, representando la claridad y la verdad.

  • El Árbol de Verdälis: Un emblema verde y brillante, que simbolizaba la conexión con la tierra y el pasado.

  • La Luna de Althair: Un ícono plateado que reflejaba la introspección y el sacrificio.

— Cada uno de estos caminos los llevará a una verdad diferente sobre el equilibrio y su lugar en él. Deben elegir con sabiduría, pero recuerden que solo completando los tres podrán forjar un nuevo destino.

Naeris dio un paso adelante, observando los portales.

— No podemos separarnos. Sea cual sea el camino que elijamos primero, debemos enfrentarlo juntos.

Eryon asintió.

— Vamos por el Árbol de Verdälis. Si vamos a restablecer el equilibrio, necesitamos entender nuestras raíces primero.

Al cruzar el portal, el grupo se encontró en un bosque denso y luminoso, donde cada hoja parecía hecha de cristal verde que vibraba con una energía tenue. En el centro del bosque, un árbol enorme se alzaba hacia el cielo, sus ramas extendiéndose como si intentaran tocar las estrellas.

— Este es Verdälis, —murmuró Kael, maravillado—. El corazón de la vida en Lÿraeth.

De las raíces del árbol surgieron figuras espectrales: ancestros de los clanes, cada uno sosteniendo un Kyrën, los conductos de energía elemental. Sus ojos brillaban con una intensidad que parecía atravesar el alma.

— Ustedes, los herederos de nuestras decisiones, han llegado al Árbol de Verdälis, —dijo una de las figuras, cuya voz resonaba como el susurro del viento entre las hojas.

— Díganme, ¿qué es lo que buscan aquí?

Eryon dio un paso adelante.

— Buscamos restaurar el equilibrio. El mundo está fracturado, y necesitamos entender cómo prevenir su colapso.

La figura negó lentamente con la cabeza.

— El equilibrio no se restaura con palabras vacías. Si realmente buscan salvar Lÿraeth, deben demostrar que comprenden el sacrificio necesario.

Las raíces del árbol se alzaron, envolviendo al grupo y separándolos en burbujas individuales. Cada uno fue transportado a una visión que confrontaba sus mayores temores y dudas:

  • Eryon se vio a sí mismo en su aldea, incapaz de salvar a su hermano Rhael, reviviendo su pérdida una y otra vez.
  • Naeris enfrentó el espectro de la persona que traicionó, sus ojos llenos de decepción y reproche.
  • Kael fue llevado al momento en que su liderazgo falló, causando la muerte de su unidad en batalla.
  • Mirna se enfrentó a su linaje oculto, viendo cómo el poder que llevaba dentro la consumía y la aislaba de todos los que amaba.

— El equilibrio requiere aceptar tanto el pasado como el presente, —dijo Verdälis, sus palabras resonando en sus mentes.

— Si no pueden enfrentarse a sus propios errores y miedos, no pueden esperar liderar un cambio verdadero.

Uno por uno, enfrentaron sus visiones, aceptando sus fallas y prometiendo aprender de ellas. Cuando finalmente fueron liberados, el Árbol de Verdälis brilló intensamente, sus ramas iluminando el cielo.

— Han pasado la primera prueba, —dijo Verdälis—. Pero recuerden, esto es solo el comienzo. Para restaurar el equilibrio, deberán enfrentar aún más desafíos, y cada uno será más difícil que el anterior.

El grupo, aunque agotado, se sentía más unido que nunca. Sin decir una palabra, se dirigieron hacia el siguiente portal, sabiendo que el verdadero desafío estaba aún por venir.

El portal del Sol de Solnar emitía un calor constante, envolviéndolos en una sensación extraña de claridad y presión al mismo tiempo. Cuando lo cruzaron, se encontraron en un vasto desierto dorado, donde el cielo brillaba con un sol inmenso que parecía flotar peligrosamente cerca del horizonte.



#488 en Fantasía
#76 en Magia

En el texto hay: fantasía drama

Editado: 23.01.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.