~luces a media noche~

El frío de la noche...

LIAM.
Todo esto es un caos total.
Mi papá… es un asesino.
La que creía que era mi hermana, no lo es.
Mi vieja lo engañó.
¿Y yo? Yo estoy replanteándome toda mi vida.
Me duele la cabeza de tanto pensar, de tanto tratar de entender en qué momento mi familia se volvió esta mierda. Sé que hay más cosas ocultas, cosas que todavía nadie se anima a decir.
Necesito verla. A ella.
Selené.
La única que siempre tuvo algo más para decirme. La única que, con suerte, puede atar los hilos sueltos que me están volviendo loco.
Me acerco a Alissa, que sigue con la mirada perdida, como si estuviera a punto de desarmarse en mil pedazos. Me agacho un poco y le susurro al oído:
—Ali... voy a ver a alguien —le digo bajito, con la mano sobre su hombro. Ella no reacciona, no mueve ni un músculo—. Comé algo, por favor.
Sé que no va a comer. La conozco. Pero tenía que decirlo.
Antes de irme, le dedico una última mirada a Bruce. Una mezcla de decepción, bronca y tristeza. Él baja la cabeza, como si le pesara el mundo encima. Y sí, claro que le pesa. Le pesa todo lo que calló, le pesa haber sido cobarde. Le pesa haber mentido.
Y por primera vez, siento que no lo reconozco. Ya no es mi viejo. Es un extraño.
Marcos me frena. Se me acerca al oído y me susurra mientras me pasa un papel hecho un bollo.
—Ésta es la dirección donde la podes ver. Tené cuidado, pibe. Esto no es un juego de GTA. Esto es el mundo real.-
Tomo el papel y asiento. Nos vendió y ahora pretende que le crea. En parte. Se lo agradezco, porque sin que él no nos hubiese mandado ahí, nada de estas verdades hubiese salido a la luz.
Salgo del hospital con el papel arrugado apretado en el puño. Afuera llueve. Claro, porque todo tiene que ser dramático como en las pelis.
Me subo al auto de Marcos, las llaves se las saqué cuando el estaba distraído. El corazón me late fuerte.
Manejo sin música. No puedo pensar en otra cosa. Cada semáforo rojo es una pausa obligada para tragar saliva y no perder la calma.
La dirección me lleva a una zona alejada, una de esas casas que parecen vacías desde hace años, con las persianas bajas y un silencio denso que se siente desde la vereda. Me bajo. Camino hasta la puerta. Golpeo tres veces.
Nada.
Vuelvo a golpear. Esta vez más fuerte.
Y entonces, escucho pasos del otro lado.
La puerta se entreabre y aparece una Señora, aproximadamente de unos 78 u 79 años. Me mira cómo si ya me conociera.
—Vos debes ser Liam Morgnistar. ¿Verdad?.– Dice la señora, Mirándome fijamente. Asiento.—Pasá por favor.
Entro a la casa. Es bastante acogedora por dentro: muebles limpios, sillones que parecen de los años 90. Un estante de libros al costado a la derecha. Y.. Una foto: Una niña con un hombre mayor, de unos 40 o 45 años más o menos.
.La señora tose para llamar mi atención. Me giro y la miro.
—Supongo que debés estar acá para ver a Selené, ¿Correcto?.–Pregunta seria, Firme. Cómo si ya supiera la respuesta antes qué yo se la diga. Y es verdad, la sabe. Es muy obvio. Soy, muy obvio —
—Sí, Es verdad. Vine porque necesito respuestas. Y ella me las va a dar, sÍ o sí.—Digo Firme—. Selené me debe explicaciones.
Si ella sabía todo, ¿Por qué carajo no me lo dijo?. Quiero verla, y vos me vas a llevar.
La señora me mira. No parece sorprendida ni un poco; Es más, es como si ya hubiera sabido desde un principio todo. Y eso... Eso me incomoda aún más.
Finalmente, rompe el silencio.
—Tenés huevos a pesar de la mierda que viviste hace un rato, Pendejo ¿eh?—dice mirándome.
Su mirada es como de admiración, miedo, y algo más que no logro descifrar aún.
—Selené no está acá. Y tampoco te puedo llevar con ella. Pero me dijo que vendrías acá a buscarla. Y me dejó una carpeta para que te la de, Dijo que te va a ayudar a encontrar las respuestas que necesitás, y que la uses con mente fría.
—¿Y yo cómo compruebo que lo que me decís vos es verdad? —digo serio, sin miedo pero con desconfianza.—Ya me mintieron muchas veces, no me extrañaría que me mienta una desconocida.
.La mujer no contesta. Camina hacia donde están los libros, Agarra una carpeta y se queda quieta, estática. Suspira.
—La verdad.. Siéndote sincera, Liam. Lamento todo lo que Bruce y Selené te hicieron..Les hicieron.— Dice la señora. Su voz es temblorosa, es como si... Estuviera arrepentida de verdad—
La señora me extiende la carpeta. No la agarro de inmediato. La observo, como si de alguna forma el cartón y los papeles adentro pudieran explotar o quemarme la piel.
—¿Y qué carajo hay adentro? —pregunto con los dientes apretados, sin rodeos.
—Todo lo que Bruce no tuvo el coraje de contarte. Todo lo que Selené quiso que vos descubrieras por tu cuenta. —responde ella, dejando la carpeta sobre la mesa del comedor. Después, se queda en silencio. Me mira de reojo y agrega—. Y más que nada... la verdad sobre quiénes son ellos. Y por qué tu vida y la de tu hermana es lo que es.
Me acerco. Apoyo las manos sobre la mesa y abro la carpeta despacio, como si estuviera abriendo una tumba. Lo primero que veo son dos hojas, una amarillenta y la otra más nuevita Dos certificados de nacimiento.
Primr certificado
{Nombre del Padre: Leonardo D. Morgnistar
Nombre de la madre: Laura R. Vega
Nombre del recién nacido: Selené Morgnistar.
Fecha:11/07/2004
Hora:13:27 P.M}
Segundo certificado.
{Nombre del Padre: Leonardo D. Morgnistar.
Nombre de la madre: Laura R. Vega.
Nombre del recién nacido: Bruce Morgnistar
Fecha:17/03/1979
Hora: 00:14 A.M}
Me congelo. Siento que la sangre se me va a los pies. Las palabras se me mezclan en la cabeza.
¿Selené Morgnistar?
—No... —susurro, pero ya lo sé. Lo estoy entendiendo todo.
Paso las hojas con manos temblorosas. Hay fotos viejas: Bruce de joven, al lado de una chica que claramente es Selené, pero con trenzas y uniforme escolar. Hermanos Pero después… Hay otra foto donde están los tres: , una mujer con cara cansada, y dos chicos. Un varón de unos 27 años, y una nena de 2 años también.
—Esto no puede ser real… —murmuro.
La señora asiente despacio, como si estuviera viendo una película que ya conoce de memoria.
—Bruce y Selené... son hermanos.




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