Horas antes de la ceremonia el castillo se volvió un caos.
El servicio decoraba el gran salón de una forma despampanante para el recibimiento de la próxima línea de cazadores. Dorado y blanco fueron los colores escogidos para la ocasión, representativos de la raza como seres de luz. La cocina también era un escándalo, preparando diversos platillos en abundancia para el gran banquete que se estará realizando al final de la ceremonia.
Fuera del castillo los humanos celebraban, haciendo un gran festival en honor a la diosa Luz. Hoy serían escogidos los protectores de la humanidad, los ángeles milagrosos, los cazadores de bestias. Sería un gran día
—Padre, ¿Cuál es el propósito de los cazadores? –preguntó Gigi, cerrando el libro que estaba leyendo.
Su padre la miró con mucha atención, ambas cejas alzadas para luego hacer un gesto pensativo. Bae Seojun, líder de la tercera generación de cazadores y padre de Gigi.
—Bueno, cielo, a lo largo de la historia se ha evidenciado tres cosas –comenzó mostrando una sonrisa orgullosa–. Una, que las criaturas más poderosas en aquel entonces fueron los vampiros. Dos, fuimos creados después del dominio de los chupasangre. Y tres, nuestras armas poseen magia anti-vampiros.
Le mostró su enorme ballesta, la cual movía de un lado a otro, dejando que la luz resaltara aquel brillo mágico que la envolvía.
—¿Y qué significa todo eso? –inquirió encantada por la gran ballesta.
—Significa que nuestro propósito es asesinar a los vampiros. Y lo haremos pronto. –soltó con un tono frío, en el cual Gigi pudo reconocer el rencor y la rabia de su padre hacia las bestias.
Seojun cargaba todos aquellos sentimientos debido a la pérdida que sufrió en la última guerra contra los vampiros. La imagen de su amada Nanhee siendo atravesada por las garras de un chupasangre aún se reproduce como cuan pesadilla en su mente.
—Y luego de exterminar a los vampiros ¿qué sucederá? –inquirió nuevamente–. ¿No hay que preocuparse por las otras bestias?
—Aún no nos hemos enfrentado a otras bestias, amor –toma sus manos entre las suyas y planta un beso en ellas–. Pero creo que todavía no es tiempo de preocuparse por eso.
La respuesta de Seojun no convenció para nada a su hija. La educación de todo cazador es para ir en contra los vampiros, pero nunca se estudió a las demás criaturas. Eso le preocupaba mucho, sobre todo si realimente acabarán con la raza vampírica.
¿Las otras criaturas se quedarán tranquilas? Lo creía difícil.
—Ve a arreglarte –le dice su padre–. Pronto la diosa luz tomará a sus escogidos y estoy seguro que Jihyun será uno de ellos. Debes estar perfecta para ese entonces.
Ella asintió titubeando y se fue en busca de dama para arreglarse.
XXX
La fiesta había comenzado. Todos los cazadores del castillo compartían en el gran salón, bebían y bailaban a la espera de la señal de la diosa Luz. El grupo de jovencitas hablaban alegremente sobre temas triviales, vestidas con sus prendas más hermosas y joyas preciosas.
El ambiente era agradable, y todos estaban ansiosos por saber quiénes eran los próximos escogidos, defensores de la humanidad.
De fondo se escuchó una campana llamando la atención de todos, anunciando los pocos instantes para la señal y del comienzo de la ceremonia.
Los seis escogidos de la tercera generación subieron a los seis tronos donde cada uno se ubicó en uno y se sentaron a excepción del líder Bae Seojun. Miró a todos los presente pidiendo silencio y sonrió con altivez.
—Ya casi es momento de darle la bienvenida a la diosa Luz y a nuestros sucesores de esta gran responsabilidad: mantener la esperanza de la humanidad viva, luchar por el bien y acabar con todo rastro de maldad que los malditos vampiros han sembrado.
Las chicas se acercaron un poco a la primera fila de la multitud para apreciar en un mejor plano la ceremonia.
Gigi miró a su prometido entre los doce seleccionados, él correspondió su mirada e hizo una leve reverencia con su cabeza, a lo que ella respondió de igual forma cortésmente.
—Pedimos a nuestros mejores doce cazadores de la generación que se acerquen a la fuente.
Los nombrados dieron paso rodeando la preciosa fuente dorada con la estatua de una mujer de pelo muy largo, rostro inexpresivo y vestimenta que cubría hasta sus pies. Era la diosa Luz.
Sobre la fuente resplandecía la luna a través de una ventana circular de cristal que da vista al cielo. La luna lentamente se colocaba en posición y un silencio sepulcral se hizo en el salón mientras ella tomaba su lugar en el centro, alumbrando en su totalidad la fuente.
Los escogidos de la tercera generación se colocaron de pie y se acercaron un poco a la fuente para mostrar hacia adelante las poderosas armas entre sus manos: ballesta, agujas, cuchillos, espadas, látigo y jabalina.
La estatua de la diosa Luz iba tomando un brillo mucho más potente por cada segundo que pasaba. Todos quedaron asombrados cuando de esta salieron hilos dorados como relámpagos que envolvieron a los seis cazadores actuales por unos segundos y les arrebató las armas de sus manos.
Ya no eran los escogidos.
Las armas aterrizaron alrededor de la fuente, en el borde de esta, listas para ser entregadas a sus nuevos portadores.
Todos miraron expectante a lo siguiente, cuando los hilos dorados se dirigieron cautelosamente a los nuevos escogidos y los envolvió haciéndolos estremecer como si les provocaran una descarga de energía.
—No puede ser… –susurró la pequeña Claire con ojos asombrados.
—Jihyun no fue escogido. –soltó Gigi lo que había pensado la rubia.
Los hilos dorados dejaron ir a los nuevos escogidos, quedando ellos exhaustos por la descarga, y justo cuando las armas iban a ser entregadas todo se volvió oscuro y el sonido de cristales rompiéndose acompañó el coro de gritos ahogados. Las armas cayeron al suelo con un sonido metálico.
Editado: 25.06.2024