Luces y Sombras - Enhypen

07

5 años después…

La habitación estaba en total oscuridad, por la ventana apenas se asomaba un poco de luz y los insectos nocturnos eran lo único que se escuchaba. Por el momento.

La puerta se abre lentamente, provocando un sonido quejumbroso por parte de las bisagras oxidadas, y es cuando cinco rostros se asoman sigilosamente, observando una silueta envuelta en sábanas sobre la cama.

—¡Feliz cumpleaños!

Gritan todas al unísono, al tiempo que Claire se abalanza sobre la chica dormida. Las demás entraban con flores en mano y un pastel de manzana mientras cantaban el feliz cumpleaños.

—¡Arriba, Mary! –Exclama Claire dando brinquitos– Es tu decimoquinto cumpleaños, chica. Hora de desp…

Su frase queda en el aire cuando quita las sabanas bruscamente, encontrándose con un montón de almohadas bajo estas. No había rastro de Mary por ningún lado, y esto encendió las alarmas de todas, al igual que la ira de una.

—Esta niña. –farfulló una furiosa Gigi, retirándose del lugar.

El resto de las chicas intercambiaron miradas preocupadas.

—Roguemos porque Mary esté dando una vuelta matutina con su jabalina en mano. –soltó Daphne con una sonrisa nerviosa.

—¿A las tres de la madrugada? –Gis mira con extrañeza a la mayor y esta se encoge de hombros.

En la profundidad del bosque se hallaba una pequeña castaña de rizos largos, repartiendo patadas y puñetazos a todos los objetivos, lo cuales elaboró a mano ella misma.

Mary prefería agilizar sus destrezas físicas cuerpo a cuerpo que con su jabalina, la cual dejó tirada a un lado donde podía verla y sentirla. Su energía era palpable para la chica, debido al lazo que compartían.

De repente otra energía se le suma al ambiente, siendo perceptible para la chica. No le era necesario alertarse, conocía muy bien aquella esencia de hace años.

—Hola, Mei.

La nombrada detiene sus golpes y se voltea a verlo, frunciendo sus labios con disgusto.

—Riki –el corazón del chico comenzó a bombear con fuerza al oír su nombre ser pronunciado por los labios de esa chiquilla–. Te he dicho que no me digas así. Soy Mary.

—Admite que te gusta –le pellizca una mejilla–. Es un apodo lindo. Suena a algo dulce y pequeño, y tú lo eres.

—No soy pequeña, tú eres demasiado alto –puntualizó ella señalándole con un dedo acusador–. Además, todo el mundo es pequeño delante de ti.

—Tienes razón. –asintió sin saber qué otra cosa decir.

Niki estaba muy nervioso, Mary lo notaba, mas no tenía idea de la verdadera razón.

Hacía cinco años desde que Niki se topó con la pequeña extraña que hacía latir su corazón. Cinco años en los que ellos se veían a escondidas, a las tres de la madrugada, en ese punto del bosque.

Cinco años en los que ambos les ocultaban a sus familias la extraña amistad que tenían. Ella comenzó matando su curiosidad por los vampiros, él sobre el por qué su corazón latía estando con ella, y al final terminaron amistándose.

Sabían todo del otro. Él sabía que ella era una cazadora élite, y ella sabía que él era un vampiro. Pero no sabía que era uno de los príncipes que atacó el castillo.

Es el único secreto que le ocultaba a Mary, y sabía que debía decírselo. Pero tenía miedo. Tenía miedo de que ella lo odiase y se alejara justamente cuando él estaba comenzando a enamorarse.

—¿Te quedarás allí parado el resto de la noche? –Mary lo saca de su trance.

Niki parpadea un par de veces, saliendo de aquel trance, y se sienta en el suelo frente a ella.

—Sabes qué día es hoy, ¿cierto? –cuestiona ella mirándolo con impaciencia.

—Por supuesto –sonríe levemente y saca algo del bolsillo de su pantalón–. Feliz cumpleaños.

Mary sonrió ampliamente y tomó la cajita que el vampiro le tendía con manos temblorosas. Ansiosa, la castaña abre la cajita y sus ojos brillan cuando descubre unos preciosos aretes de oro. Uno venía con unas cadenas cruzadas de manera compleja y a la vez preciosa.

—Ven, te ayudo.

Él coge la prenda y se inclina solo un poco al rostro de Mary. Su aliento golpeándola en el mentón, erizándole los vellos de la nuca. Inevitablemente esta se sonroja ante la cercanía de Niki y su suave toque en el lóbulo de su oreja.

—Ya está –anuncia sin apartarse mucho de ella, haciendo contacto visual–. Te queda perfecto.

Mary no tenía problemas en admitir que a veces Niki la ponía nerviosa, sin embargo sabía muy bien que cruzaría la línea de muchas formas si exploraba más allá ese sentimiento.

—Gracias. –sonrió levemente, sus mejillas adquiriendo más color.

A Niki le intrigaba la razón de su sonrojo. Pensó en ese momento que quizá ella sentía lo mismo que él, y entonces una sombra de esperanza creció en su pecho.

Humedeció sus labios y decidió soltarse.

—Mary… –clamó con voz grave y baja–. Yo… Tú me…

—¿Sí?

Abrió sus labios para continuar, pero solo un suspiro escapó de estos.

No podía hacerlo. Mejor dicho, no se atrevía. El momento era perfecto pero no el correcto. Aun no se lo diría.

—¿Por qué una cazadora élite se vería con un vampiro a escondidas de su raza?

—Bueno… –frunció sus labios en un gesto pensativo–. Desde que los príncipes del palacio rojo atacaron el castillo he querido saber sobre ellos. Fortalezas, debilidades, e incluso razones para perdonarles y dejarlos vivir.

—¿Entonces me has utilizado para obtener información de los príncipes? –cuestiona divertido, ocultando así su temor por la respuesta a esa pregunta.

—No en su totalidad –esboza una sonrisa tranquilizadora–. Al principio pensé que podría obtener información, sí. Sin embargo, a medida que te conocía, me di cuenta de que no eres como los príncipes. Esos vampiros crueles y despiadados que arrebataron vidas en instantes y sin miramiento.

Un atisbo de tristeza cruzó el rostro de Mary. Aunque fueron por segundos Niki pudo percibirlo, y le dolió. Le dolía oírla decir esas cosas sobre ellos. Sobre él.



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Editado: 25.06.2024

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