Por la tarde todas estaban en el patio de entrenamiento. Gis y Claire combatían amistosamente entre sí, al tiempo que Daphne vitoreaba a ambas chicas, pidiendo más potencia y sangre en la batalla.
Edith y Gigi practicaban su puntería con los blancos a distancia bastante larga, y Mary limpiaba la casa. Gigi pensó que no era suficiente el castigo que le impuso de noche, así que también le quitó el entrenamiento de la tarde y la mandó a limpiar.
Por supuesto, Mary no se quejó por mucho tiempo. Sabía que se merecía eso y más, pero aun así no hablaría.
—¿Crees que Mary se está viendo con alguna criatura? –inquiere Edith mirando a la pelirroja apuntar con su ballesta al blanco a unos seis metros.
—Sí. –afirma esta con convicción descolocando a la morena.
—¿Cómo dices?
—Que estoy segura de que se ve con una criatura –dispara acertando en el centro del blanco, la flecha insertada se desvanece en segundos y otra nueva aparece en la ballesta, lista para ser lanzad–. Y no con cualquiera, sino con la única que podría vagar en el corazón de este bosque.
—¿Un vampiro? –sugiere y Gigi afirma con un sonido gutural–. Si lo crees así ¿por qué no te veo alterada? Se supone que odias a los vampiros con todo tu ser y afirmas que Mary sale con uno.
—Pues…
—¡Mamá y los chicos están aquí! –exclama Claire aproximándose a los recién llegados.
—Vamos –dice Gigi dejando en el aire lo que iba a decir–. Recibamos las nuevas noticias.
Las chicas dejaron de lado lo que estaban haciendo y fueron a darles la bienvenida a Jenah y el resto, se les notaba bastante agotados después del largo viaje de seis semanas a la aldea de las brujas.
—Bienvenida, madre –Claire hace una reverencia–. Oppa, bienvenido. Gigi-unnie no lo dirá pero te extrañó mucho.
La nombrada rueda los ojos ante lo metiche de su amiga. Jihyun ríe y va a saludar a su amada con una leve caricia sobre su mejilla y una mirada llena de añoranza. No hacían falta palabras, esos gestos eran suficientes para saber cuánto amaba Jihyun a la pelirroja.
—Las veo a todas perfectas –ojea la mujer a cada una de ellas–. Supongo que no hubo algún problema en estas seis semanas.
—Problemas quizás no –puntualiza Daphne–, algunos que otros desacuerdos, sí.
—Feliz cumpleaños, Mary –le sonríe a la menor de todas, que solo contesta con una sonrisa de labios cerrados que desaparece al segundo–. Te traje un obsequio. Pero antes, vamos dentro. Tenemos mucho de qué hablar.
—Espero que sean buenas noticias. –habla Gigi con tiento.
—No del todo, cariño. Vamos.
Jenah reunió a todo el grupo en la mesa y habló de todo lo que hicieron y enfrentaron en su viaje. La corta charla con las brujas al llegar a sus territorios fue lo que desestabilizó los planes que tenían.
—Entonces… ¿no hay acuerdo? –cuestiona Gis con preocupación, a lo que Jenah negó al instante.
—Las brujas ya tienen un acuerdo –señaló Jihyun con un semblante serio–. Con los vampiros.
La mesa se sumió en un silencio aterrador. Muchos pensamientos cruzaron por la cabeza de Gigi, se imaginaba miles de escenario en los que tendría que enfrentar, más temprano que tarde, a la raza vampira y estos vencían en un dos por tres a las seis.
—¿Les dijeron que somos cazadores? –Inquiere Edith a la mujer.
—Sí, lo hicimos –suspiró–. Y lo más probable es que los príncipes del palacio rojo ya estén al tanto de nuestra existencia.
—¿Qué hay de los cambia formas? –habla Gigi esperanzada.
—Aun no es tiempo de hablar con los lobos –respondió Jenah–. Primero debemos estar atentos a cualquier movimiento del palacio rojo. No sabemos qué saben ellos ahora.
—Eso es un enorme problema –se quejó Mary–. Aun no estamos listas como para enfrentarnos al palacio rojo.
—Sí lo estamos –opinó Daphne cruzándose de brazos con seguridad–. Podemos patearles el trasero a esos chupasangres si queremos.
—Aun así, tendríamos que cambiar el plan inicial –dice Edith–. Ya no sería un ataque sorpresa al palacio. Con la información que seguramente le dieron las brujas al rey quizá estén esperando dicho ataque.
—Entonces nosotras también esperemos su ataque. –se pone de pie Gigi con determinación.
—¿Perdón? –Exclama Claire con incredulidad–. Y luego ¿qué? Mary tiene razón, no estamos listas.
—Hemos entrenado por años para esto, Claire –refuta Gis con cierta molestia por su negatividad–. Tenemos las armas, suficiente conocimiento sobre la raza y entrenamiento. Podemos con ellos.
—Exacto –apoya Daphne con un gesto de obviedad–. Sí estamos listas. ¿Cierto, unnie?
Jenah, fascinada con la escena sonrió con nostalgia. El hecho de que estuvieran analizando la situación, sacando posibles conclusiones, y buscando una solución, le demostró que esas jóvenes chicas estaban más que listas.
—Sí, lo están.
XXX
El sonido del cristal rompiéndose inundó el espacio por enésima desde que Jungwon entró a la alcoba de su padre. El joven rey apretó su mandíbula con fuerza, inmóvil en su lugar frente al escritorio del mayor.
—Eres un idiota –soltó el antiguo rey con un tono déspota–. Tu plan al final ha salido fatal. Olvidaste las armas de luz y ahora hay seis malditos cazadores élite andando como si nada. Y aparte ¡de sangre pura!
—Yo destruí toda la raza cazadora –declaró el joven intentando contenerse–. Me aseguré de que no quedara nada de ellos…
—Pues sorpresa, querido hijo –le interrumpió ahora burlón–. Se te han escapado una cantidad considerable de cazadores.
—Me desharé de ellos. –aseguró con firmeza.
—Más te vale hacerlo ya, Jungwon –advirtió, logrando hacer tragar grueso al joven–. Porque si no, los mataré yo mismo y te llevaré junto con ellos.
—Sí, padre. –Contestó antes de hacer una reverencia y retirarse hacia el cuarto piso del palacio, donde se ubican las recámaras de los príncipes–. ¡Heeseung!
Editado: 25.06.2024