Luces y Sombras - Enhypen

11

Mientras Jungwon se decide qué es mejor para ellos pidió que la propuesta de acuerdo se mantuviera entre ellos cuatro. Jay y Jake, a pesar de no estar a favor del reinado de Jungwon, acatan cualquier orden que sea una amenaza para los cazadores, y Heeseung solo cumple como segundo al mando.

Los tres más jóvenes preferían mantenerse al margen, no inspeccionan, no recolectan vírgenes, no cazan en el pueblo ni usan a los humanos para sus beneficios. ¿Para qué? Se acabaron los cazadores, podían disfrutar ahora de su eternidad.

Niki era el único de ellos que sabía de la existencia de cazadoras élite, y el primero de todos en descubrirlo. Hasta que los rumores llegaron a los oídos de Sunghoon.

—¿Heeseung? –abrió sin tocar la puerta del cuarto de su hermano mayor. Hee gruñó en su cama para sus adentros y fingió estar dormido– ¡Hyung, sé que estás despierto! ¿Es verdad lo que dicen en el castillo?

—¿Y qué es lo que dicen, Sunghoon? –murmura con voz cansada.

—Que hay cazadores vivos –se acerca para susurrarle de cuclillas, a nada de su rostro–. Y que son escogidos.

—¿En el castillo andan diciendo eso? –Pregunta volviendo su rostro a Hoon casi rosando narices– ¿Qué carajos haces tan cerca?

—Perdón –susurró alejándose– ¿Es verdad?

—Sí, hay cazadores élites sueltos.

—Escuché que no pudieron contra ellas –susurró volviendo acercarse, a lo que Heeseung lo alejó con una mano abarcando su cara completa–. ¿Son unas “ellas”?

—Sí, son unas ellas –contestó rendido, sentándose–. ¿A qué viene este interrogatorio?

—Buenos… –suspira inseguro de lo que su cabeza andaba maquinando– ¿Recuerdas cuando me dijiste lo del latido vampírico? –Hee asintió–. Mi alma gemela, ¿crees que pueda ser una de ellas?

—Sunghoon, no lo sé –bufó– ¿Aun sigues pensando en ella? Han pasado años, ¿qué te hace creer que puede ser una de las cazadoras?

—Créeme que intenté olvidarme de eso, lo juro –dijo notándose afligido–. Pero tengo una especie de presentimiento, desde hace años, y es que creo que ella no está muerta.

—Parece más bien que te niegas aceptar que está muerta.

—No está muerta, lo sé –dijo con suma seguridad–. Si fuera así lo sentiría, ¿sabes?

Heeseung soltó un enorme bostezo, demostrando lo exhausto que se encontraba. Estaba harto de las pláticas enigmáticas.

—Y entonces ¿qué quieres hacer? –cuestionó adormilado.

—Mañana vas a inspeccionar el pueblo, quiero ir contigo. –soltó con determinación.

—¿Para qué? Odias las inspecciones –rió sorprendido–. Niki y tú le huyen a las inspecciones. El único que disfruta las inspecciones es Sunoo.

—Él es un rarito –chasquea su lengua–. A lo mejor ellas vayan al pueblo, y allí esté ella.

—Las probabilidades de que ellas vayan al pueblo son las mismas de que esa cazadora esté viva. Quizá un dos por ciento.

—Idiota, hazme caso –hizo ademán de golpearlo–. Iré contigo, si están allí solo echaré un vistazo, y si no la veo me olvidaré de ella en definitiva.

—Está bien, puedes venir conmigo. –aceptó volviendo a recostarse.

Sunghoon celebró en silencio y salió para no molestar más a su hermano mayor.

XXX

—¿Para qué? ¿Por qué nosotras? –Claire se queja frotando sus parpados hinchados por el sueño.

—Debemos buscar la medicina para Gis al boticario del pueblo –explica Daphne algo impaciente–. La pidió Jae. Sun y Jenah fueron a buscar la manada más cerca a no sé qué, Gigi y Jihyun andan románticos, y Mary sigue castigada. Levántate, lávate la cara y ve a cambiarte. Nos vamos en media hora.

—Eso no es justo. –mugió en protesta.

—No es justo que sigas en la cama a las dos de la tarde –le retó la mayor–. Apresúrate, holgazana.

—¡Ya oí! –fue lo último que le gritó la rubia antes de ver desaparecer a Daphne.

Las cazadoras más extrovertidas del equipo partieron al pueblo media hora después. Claire se quejaba porque no había comido nada antes de salir, y Daphne se dedicaba a irritarla nombrándole todos sus platillos preferidos.

Cuando llegaron al pueblo subieron las capuchas de sus capas para poder avanzar entre la gente y se dirigieron al local del boticario. El sol estaba en su punto más alto, ningún vampiro se arriesgaría a salir de esta forma.

A excepción de los príncipes Heeseung y Sunghoon, los cuales viajaban en carruaje al pueblo.

—¿Has descansado algo? –dice Heeseung al ver a su hermano bostezar por enésima vez en el viaje.

—La verdad es que no –confesó este con una mueca avergonzado–. Traía muchas ansias por salir del palacio.

—Lo que es muy extraño porque ustedes los menores les encantan quedarse en casa –rueda los ojos–. A excepción de Niki, quien sale mucho últimamente.

—Es verdad –asintió de acuerdo con su hermano–. Pero ya sabes por qué estoy aquí.

—Lo sé, hermano –le dedicó una mirada reconfortante–. Solo no te ilusiones.

—Ya es tarde, Heeseung –suspiró atribulado–. Deseo tanto encontrar a mi alma gemela que anoche le rogué a la luna que, si era posible, me la regresara.

—Estás demente –bufó desviando la mirada de un Sunghoon atontado–. Te has vuelto muy cursi, eh. La viste una sola vez, hace años, y hablas como si ya la amaras.

—No es así –bufó también él–. No puedes entenderme porque no te ha pasado. No es que ya la amo, solo siento algo como… como un vacío. Como si mi alma la necesitara y la estuviera reclamando. Justo así.

Hee se lo quedó mirando como si hubiera perdido la cabeza. Sunghoon no suele ser así, y le preocupaba el modo en que encontrar a su alma gemela lo ha cambiado. Estaba presenciando por segunda vez el efecto del latido vampírico.

El príncipe Sunghoon negó hacia él.

—Cuando experimentes lo que siento, me entenderás. –declaró con una sonrisa de suficiencia.

—Por supuesto. –contestó el mayor sin más para finalizar la conversación.



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Editado: 25.06.2024

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