<<Por favor, no me dejes>>
<<Prometo enmendar mi error>>
<<No estoy preparado para seguir sin ti>>
<<Yo te… >>
La joven se levantó de su cama como resorte, soltando un grito de frustración. Sujetó su cabeza con fuerza, intentando menguar el dolor palpitante, y regular su frenética respiración.
Estaba cansada. Recordar al vampiro ya era doloroso para Mary, y ahora podía sentir que le hablaba y lloraba su nombre muy cerca de su oído. Era una completa tortura, no podía creer que su mente le estuviera jugando esta absurda broma.
—Hey –la pequeña se sobresaltó y al fijarse en su puerta se encontró con Edith– ¿Estás bien? te oí gritar. ¿Qué ocurrió?
Edith se acercó a ella y se sentó a su lado para acariciar levemente su hombro. Claro, la habitación de Edith estaba justo al lado, pero ella era una persona que posee un sueño pesado, por lo que Mary supuso que estuvo despierta desde mucho antes.
—Estoy bien –dijo con voz mecánica–. Lamento haberte molestado.
—No, tranquila –le sonrió la morena–. Pero no te escuché nada bien. ¿Ha sido una pesadilla?
—Aunque no lo creas, prefiero haber tenido una pesadilla –resopló refregando sus ojos–. Tengo terribles dolores de cabeza.
—¿Estás enferma? –le tocó la frente para sentir su temperatura–. No siento que tengas fiebre.
—No te preocupes, Edith –alejó su mano y le sonrió levemente–. Ve a dormir tranquila.
—No podré dormir tranquila si no sé lo que te pasa –pellizcó su nariz, molestando a la menor–. Ahora acuéstate. Me quedaré contigo hasta que te duermas.
—Mira que eres terca –puso los ojos en blanco al verla acomodarse en la cama–. No soy pequeña, no necesito que te quedes a velar mi sueño. Ya te dije que solo es un dolor de cabeza.
—Está bien, te creo –le lanza una mirada llena de advertencia–. Pero de todas formas me quedaré. Así que acuéstate.
Mary bufó una risa incrédula y sacudió su cabeza en un gesto cansado. No tenía muchas ganas de insistir, y sabía que Edith se quedaría toda la noche, por lo que tenía dos opciones; acostarse junto a ella, o hablarle de lo que sentía y mandarla a su cuarto.
Se decidió por la primera. Tomó las gruesas sábanas para cubrirse y se recostó del lado que quedó libre. No era de expresar sus sentimientos. No sabía cómo hacerlo en realidad, cómo hablarles a sus mayores sobre sus sentimientos hacia el príncipe Niki.
No se imaginaba cómo irían a reaccionar. Era mejor guardarse y soportar el dolor de haber cortado relaciones con su mejor amigo.
XXX
Iba por la tercera botella y apenas se sentía mareado, tomó la última gota de alcohol y aventó esta, provocando un estallido de vidrios que se dispersaron con el resto de las anteriores botellas.
El rey ha colapsado.
Estaba molesto, frustrado, desesperado, angustiado… perdido. Jungwon se sentía perdido. El hecho de que su padre haya muerto dejaba en él un gran peso sobre sus hombros. El pueblo, su raza, las cazadoras.
¿No era eso lo que quería desde el principio? ¿Por qué estaba actuando como un cobarde entonces?
—Padre… –arrastraba las palabras pasada la quinta botella– ¿Qué mierda te pasó? ¿Cómo es posible que hayas bajado así la guardia? –su labio inferior tembló de ira–. Tú… ¡TÚ, QUE ME ECHABAS EN CARA LO DÉBIL QUE ERA! ¡Y AHORA ESTÁS MUERTO!
En un impulso, derribó el enorme estante de licores, ocasionando una lluvia de alcohol. Gritó desde el fondo de su garganta, intentando retener las lágrimas. Solo era un chiquillo dentro de una coraza que no le pertenecía.
—¿Qué hago ahora? –se dejó caer, apoyando su espalda del escritorio–. Dime, padre. ¿Qué debo hacer ahora?
—Acábalas –él levantó su rostro rápidamente, encontrándose con la mirada de su padre. El difunto rey Hwang miraba a su hijo con el mentón en alto y un semblante duro en su rostro. No cabía sorpresa en Jungwon
—No puedo solo –miró suplicante la perfecta figura de aquel hombre–. Siento que todo terminará como la última vez.
—En ese entonces eras un niño y cometiste muchos errores –Jungwon apretó sus ojos y los recuerdo de ese momento lo invadieron dolorosamente–. Con esos errores te hiciste más fuerte, dejaste de ser un ingenuo, y ahora merecidamente te has convertido en un rey.
—Pero… ¿Qué se supone que haga? –suspiró con pesadez.
—Olvídate del acuerdo, olvídate del gen de luz y mátalas a todas. Sé más inteligente que tu padre, Jungwon.
—Mis hermanos… –comenzó diciente con dificultad y rencor en su voz.
—Ellos no importan, hijo –lo vio sonreír con malicia–. Tú eres el rey.
—Es verdad –sonrió igual, comenzando a dormirse–. Yo… Yo soy el rey.
XXX
—¿Estás segura de que acepten el acuerdo?
Jenah miró atentamente a Gigi, viendo el temor que expresaban sus palabras ahora en su rostro.
—No lo sé, querida –le extendió el pergamino con la parte del acuerdo que tenían planeado intercambiar–. Pero creo que es hora de hablar con ellos.
—¿A qué manada me dirijo? –tomó el papel, empezando a leerlo.
—Quisiera que fuese a todas –resopló con frustración–. Pero hay que investigar cual es la más fuerte, inteligente, ágil y sobretodo dispuesta a combatir contra los vampiros.
—¿Cómo haremos eso?
—En el mercado de las hadas hay una bruja –escribió algo en un pequeño papel–. Su nombre es Ningning. Huyó hace mucho de su círculo, vaga por el pueblo y tiene un puesto en el mercado. Ella fue quien preparó el escudo alrededor de la cabaña.
La pelirroja asintió en comprensión. Ya le había parecido extraño que las brujas rechazasen el acuerdo, si el escudo anti vampiros fue hecho con magia de brujas.
—Ve a ella, entrégale esto y pídele que te muestre a la manda de lobos con todas esas características. Necesitamos urgentemente toda la ayuda posible.
Editado: 25.06.2024