Luces y Sombras - Enhypen

Especial

“Las tres potencia”

 Mientras las chicas están en el mercado de hadas, el resto…

 —Odio esto –farfulla Daphne lanzando uno de sus cuchillos a una diana–. Cinco años encerrada en esta casucha, sin algo interesante que hacer o ver, solo entrenar…

 Soltó un quejido de frustración.

 Se encontraba sentada contra un árbol, practicando sus tiros como todos los días en la casa. Lanzó la mirada al resto de sus compañeras, Mary dibujaba en el suelo absorta en sus pensamientos, y Claire bailaba en un círculo que trazó ella misma.

 —Reitero, esto de ser élite ya no es divertido. –bufó golpeando la parte trasera de su cabeza contra el árbol. Al segundo de decir eso escuchó una risa carente de humor.

 —¿Creíste que llevar una enorme responsabilidad como élite iba a ser divertido? –Daphne volteó en busca de esa voz y a unos metros de ella estaba él.

 Se encontraba de pie detrás del muro invisible que protegía la casa, portando una capa que lo protegía a él del sol y pese a esto lo vio claramente esbozar una mueca de desagrado, pero… ¿podía él verla a ella?

 —No, no puedo verte –la chica se sobresaltó al escuchar aquella respuesta a lo que había pensado–. Puedo escuchar tus crisis existenciales internas.

 Por supuesto, había olvidado que la habilidad del vampiro era telequinesis. En un rápido movimiento la chica se cruzó de brazos sintiéndose de alguna forma ultrajada.

 —Eres un maldito pervertido –farfulló ella–. No te he dado el permiso para meterte en mi cabeza.

 —No puedo evitarlo, percibo ondas cerebrales cercanas y lamentablemente tú estás cerca de mí.

 —Entonces aléjate de mí y no molestes, no tengo ánimos de pelear con la realeza vampírica hoy. –se acomodó en el tronco nuevamente, pensando que el vampiro se iría pero no fue así.

 —Yo estaba aquí antes de que llegaras, así que por qué no mejor tú te largas y dejas de molestarme con tus deprimentes pensamientos. –el tono arrogante que usó el chico irritó aún más a Daphne.

 —Oye, no busques que cruce el muro y te dé tu merecida bofetada, así que cállate. Hablo en serio.

 —Yo también hablo muy en serio cuando digo que te largues.

 —¡El intruso aquí eres tú! –soltó indignada–. No me pidas que me largues cuando estoy en mi territorio.

 —El territorio de los cazadores es al norte del pueblo –soltó un risa burlona–. El bosque es territorio de muchas criaturas pero jamás de cazadores.

 —Te encanta joder, ¿cierto?

 —Me alaga que lo hayas notado –sonrió con arrogancia–. Tómalo como dato curioso para futuros encuentros.

 —¿Sí? Pues puedes tomar ese dato y metértelo por donde te quepa.

 Heeseung se rió con eso último, agitando incorrectamente el pecho de la muchacha. Luego de esto hubo un silencio extraño, podías percibir un tipo de tensión, más no era pesada o incómoda. Era muy nueva.

 —Estoy esperando a que salgas a bofetearme. –soltó de pronto.

 Daphne miró hacia sus compañeras, ninguna de ellas estaba al pendiente de esta y Jenah  se dedicó a encerrarse en su habitación. Esa mujer cada vez estaba más rara, pero no estaba dispuesta a dedicar su energía averiguando este hecho.

 Con pereza se puso de pie y caminó tranquilamente atravesando el muro. A solo unos pasos estaba él y lucía igual de relajado que ella. Ambos compartieron una mirada carente de expresión por unos segundos, completamente opuesta a lo que estaba ocurriendo en sus adentros.

 Heeseung inclinó su cabeza e inevitablemente esbozó una sonrisa torcida.

 —¿Tan espantoso es ser élite?

XXX

 Claire amaba bailar. La hacía recordar su hogar, su gente, cada uno de los eventos especiales en donde la música nunca dejaba de sonar, los cazadores no paraban de tocar y ella no se cansaba de bailar.

 El recuerdo era nostálgico, pues ya no había música, ya no habían cazadores y ya no había hogar. Solo le quedaba el dulce sonido de la flauta grabada en su mente y los delicados movimientos que iban al compás de esa música.

 Dejándose llevar comenzó a cantar la canción, escuchándose por encima de los pájaros. Dio un par de giros, estiró los brazos, acabó su pieza con una leve reverencia y paró la canción. Se sintió completamente en calma, cerró los ojos y sonrió ante esto.

 De repente la canción volvió a sonar, pero esta vez no era ella la emisora. Esta vez no eran letras, sino la melodía. Alguien no muy lejos de ella estaba silbando la canción. Miró a su alrededor, buscando el procedente del silbido, pero se encontraba sola. Las chicas ya no estaban.

  La melodía se podía oír cada vez más cerca. Se volvió entonces mirando hacia el interior del bosque, enfocando su visión un poco más allá de unos árboles, descubriendo una silueta parada del otro lado del muro anti vampiros.

 —¿Qué demonios? –soltó en cuanto distinguió aquella silueta. Se trataba del apuesto príncipe vampiro que le hacía ojitos.

 Él estaba viendo en dirección del muro, la nada en específico debido a que la ilusión del muro no lo dejaba ver hacia dentro. Dejó de silbar la canción, notándose expectante a algo, quizás a una respuesta.

 —Está esperando que le conteste. –afirmó y soltó un grito mudo de emoción, porque era obvio que la había oído cantar–. ¿Qué hago, qué hago, qué hago?

 Él volvió a entonar la melodía desde el inicio, con la esperanza de ser correspondido. Claire se acercó silenciosamente un poco más al muro, quedó a tal distancia que podía detallar perfectamente sus facciones.

 Quedó embobada ante semejante espectáculo, un chico guapo silbando una de sus canciones favoritas. Sonrió, adoptando un pronunciado sonrojo en todo su rostro. El vampiro acabó nuevamente la canción, tomándose unos segundos de pausa antes de esbozar una sonrisa.

 —Nolite flere, luna –la chica se sobresaltó ante la voz del chico–. Amo esa canción.



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En el texto hay: vampiros, enhypen, kpopidols

Editado: 25.06.2024

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