Luchando por tu amor

Llueven las propuestas

Capítulo 4

Llueven las propuestas.

Lloré toda la noche pensando en esa horrible imagen, no podía sacar de mi cabeza porque creí como estúpida el hecho de que Nicolás sería distinto, no obstante las pruebas eran evidentes y ya no quedaba una esperanza por la cual seguir creyendo que volvería a Nueva York y él estaría esperándome.

Pensé en llamar a Gretel, pero de solo imaginar sus regaños ignoré esa idea de inmediato, por lo tanto, desistí y procuré conciliar el sueño. A pesar de no haber sido fácil, debía descansar para el día siguiente, tenía trabajo en la cafetería y después iba a iniciar el entrenamiento con Alejandro.

La mañana siguiente no me encontraba de buen humor, salí de casa sintiendo un gran peso sobre mis hombros, pero de igual manera fui al trabajo.

Podía inventar que estaba enferma, pero de nada serviría porque quedarme en esas cuatro paredes ahogándome en la miseria no iba a solucionar nada, si él había tomado una decisión no podía juzgarlo, por el hecho de que yo me marché sin decirle a donde.

Llegué a mi turno a tiempo y comencé las labores rogando que ese día pronto acabara, había servido un par de mesas y luego de esos estábamos vacíos porque el día fue un poco lento. Después de mi hora de descanso tomé otras órdenes, hasta llegar a una mesa en la cual se hallaba un sujeto de espaldas, saludé como solía a todos los clientes entregando la carta y al ver su rostro sentí una sensación fría que me recorría desde la columna hasta los pies. Me tensé por completo, no podía analizar bien lo que estaba ocurriendo, porque simplemente, era inconcebible.

《 No puedo tener tan mala suerte 》

Reflexioné viendo a Adam que al parecer esperaba una explicación de mi parte.

—Hola, Aria —saludó y empecé a temblar, el aire me faltaba y las piernas se tornaban como gelatina.

《 Voy a desmayarme 》

—A-adam... Q-que haces aquí —cuestioné en un tartamudeo evidente.

—Aria, quise tomarme unas vacaciones, la verdad este es un mundo bastante pequeño —admitió en una sonrisa de labios cerrados. Bajé la mirada intentando no verlo al rostro, pues no existía una explicación justa para lo que había hecho, aunque tuviera mis motivos la manera como me fui dejó mucho que desear.

—Yo…

—No tienes que explicarme, Aria, te entiendo y yo hubiera hecho lo mismo que tú, a decir verdad si lo consideraste necesario, fue lo mejor —reconoció y tímidamente subí la vista.

—Lo siento, sé que no debí irme así, pero sentía que me estaba ahogando —expresé con sinceridad.

—Tranquila, solo Nicolás está un poco alterada desde que te fuiste y no le habla a su madre, ella ha hecho hasta lo imposible para que vuelva a hablarle, pero él está resentido con ella —contó la situación de lo que estaba ocurriendo, sin embargo, pensar en publicación de Facebook de la noche anterior me confundía.

—Oh, vaya, pensé que había vuelto con Jimena —no pude contenerme y parpadeó un poco sorprendido.

—¿Jimena? Oh, no, lo último que supe fue que ella había terminado su relación con el supuesto prometido, pero Nicolás no tiene nada que ver con ella —indicó convencido y fruncí el ceño, entonces saqué mi teléfono celular y mostré la foto de su Facebook.

—Mira, esto lo publicó ayer. Sé que vas a decir que soy una loca, pero…

—No voy a juzgarte, ya te lo dije Aria, no soy quien para eso —me regañó—, Por otra parte, esto me confunde bastante, lo último que sabía de él era eso y es raro que haya vuelto con Jimena, además esta foto parece como si estuviera malinterpretada —señaló y no pude evitar la curiosidad de preguntar.

—¿Por qué está malinterpretada? —deseé saber

—Bueno, es que no sé, el ángulo en el que está tomado es como si alguien estuviera esperando precisamente ese momento para captarlo, y pues dándole el beneficio de la duda a Nicolás, yo considero que pudo haber sido algo planificado, sin embargo, no quiero ser un entrometido en esto —aclaró y su teoría me hizo dudar, realmente de Jimena podía esperarse cualquier cosa, ella había enviado seguramente a Adonis para hacerme daño, y si había hecho eso era capaz de cualquier cosa.

Entonces, un rayo de esperanza nuevamente apareció. Y quizás era necesario para seguir teniendo esa fuerza y regresar a Nueva York, Adam había llegado como caído del cielo porque en cierto modo era la única persona que podía comprender ni situación y no le diría a nadie donde me encontraba.

—Bueno, y he dejado mi educación por el suelo. Perdona por no preguntar como has estado, es que me ha sorprendido bastante verte de nuevo —reconoció en una sonrisa comprensiva y yo repetí ese gesto, bajando la mirada vi mis zapatos y luego a él.

—Estoy bien, en realidad aún me adapto a todo esto, pero me agrada la playa así que no me quejo —respondí y sentía que no existía mucha sinceridad en mis palabras, porque en el fondo deseaba volver y estar con Nicolás, abrazar a Gretel para pedirle perdón por ser la peor amiga del planeta y por supuesto ver a Chanty mi pequeño niño peludo que extrañaba muchísimo.

Dejé muchas cosas en Nueva York al alejarme por esos meses, y sabía que tendría que pasar aún más tiempo para poder regresar, ni siquiera tenía idea cuando eso iba a ocurrir, pero no perdía la fe.

—Me alegra escuchar eso, oye, y que te parece si al terminar tu turno en el trabajo vamos un rato a caminar en la playa, dicen que es relajante durante las tardes —invitó con entusiasmo y estaba a punto de contestar que sí, cuando inmediatamente, recordé la cita con Alejandro.

—Oh, vaya, bueno… Es que sabes, tengo algunas cosas que hacer luego y…

—Ah, claro entiendo, entiendo, puede ser después. Además, todavía tengo tres semanas más para disfrutar este hermoso lugar, podremos ir a uno que otro lado para pasar un rato distinto. Claro, si tú lo deseas —aclaró con sus últimas palabras para no hacerlo un compromiso y sonreí.

—Estaré encantada.

—Maravilloso, bueno, no te voy a quitar más tiempo porque pueden regañarte —Se disculpó poniéndose de piel, antes de despedirse pidió mi número de contacto y lo guardó en su teléfono para mantenernos comunicados, lo vi alejarse por la puerta de cristal y sentí alegría de saber que todavía había un poco de esperanza.




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