Narra Vittoria
Rusia.
Nunca pensé que mi primera vez saliendo de Italia sería para viajar a Rusia, el clima era muy diferente a mi país, pero eso no quitaba lo hermoso que es todo a mi alrededor. Me tuve que poner un abrigo porque sí hace bastante frío.
La verdad es que la despedida fue difícil, no porque fuera a extrañar el lugar donde vivía, al contrario, una parte de mi se siente aliviada de no estar allá, pero sufro por las personas que dejé. Mamá y mi hermano menor iban a sufrir, lo presentía, quizás papá no le haría daño físico a Leonardo, pero con tal de volverlo un líder para la mafia italiana era capaz de todo. Y respecto a mamá, sobre ella si tengo miedo, temo que en cualquier momento me digan que está muerta.
Aprieto mis manos mientras miro por la ventanilla del auto y evito a toda costa cualquier contacto con el ruso a mi lado. Desde que nos bajamos del avión no ha dejado de hablar por teléfono y no creo que sea algo lindo porque la mayoría del tiempo maldice y ladra órdenes a la persona al otro lado de línea.
La verdad es que no hemos hablado casi nada, lo último que me dijo, bueno en realidad me ordenó que me apresurara porque no me iba a esperar para irse y yo estaba tan cansada que ni siquiera le tomé importancia, ya bastante tenía con él idiota de mi padre.
Fue un poco gracioso como Andrey, el padre de Lukyan y ahora mi suegro se quiso ir en otra camioneta para según él dejarnos solo ya que tenemos que conocernos. Hasta ahora Lukyan, ni yo nos hemos dirigido la palabra y me siento bien con ello, no necesito, ni quiero llevarme bien con Lukyan.
Abro ligeramente mi boca al ver la enorme propiedad a la que nos aproximamos. Antes creía que mi casa en Italia era enorme, pero esto es de otro nivel, es como un gran castillo, aunque parece más una fortaleza. Puedo ver guardias por todos lados y es obvio que cada uno lleva más de dos armas escondidas.
-Ven aquí, Vittoria. -Andrey me tiende la mano para ayudarme a bajar y le da una mala mirada a Lukyan, pero éste lo ignora yendo hasta uno de los guardias para conversar con él-. Disculpalo, a veces puede ser un verdadero idiota cuando se lo propone.
-¿A veces? -hablo sin pensar y me llevo la mano a la boca al darme cuenta de lo que he dicho-. Lo siento, yo no quería...
Andrey niega dándome una sonrisa.
-No te disculpes, sé como es mi hijo, Vittoria. -Él me ofrece su brazo y con confianza lo tomo. La verdad es que Andrey es bastante encantador, si no supiera con seguridad que es un mafioso, ni siquiera me lo imaginaría-. Y por eso te voy a pedir que no te dejes estar, no dejes que él te hiera con sus palabras porque puede ser bien malo cuando se lo propone.
Lo observo sorprendida, no espere que él me dijera algo como eso, porque prácticamente me está pidiendo que le dé pelea a su hijo.
-¿Me estás pidiendo lo que creo? -pregunto aún confundida.
Él mira hacia atrás seguramente para comprobar que Lukyan no nos escuche, pero eso es imposible ya que el ruso idiota está hablando sin parar con unos de los guardias, hasta parace querer matar a uno de ellos.
-No quiero que te dejes pisotear por él. -Suspira-. Eres su esposa y sé que ninguno quería casarse, pero ya no hay vuelta atrás. Ya estás aquí, y quiero que sepas que también es tu hogar, tienes el poder de mandar y hablar cuando se te antoje.
¿Me ha gustado lo que me ha dicho? Claro que sí, como negarlo.
Incluso creo que ya estoy amando a éste hombre.
-Lo tendré en cuenta, Andrey, gracias.
-No agradezcas. Ahora te voy a presentar a algunas personas.
Nos adentramos a la casa, si es que se le puede decir así, y lo primero que admiro es el diseño. Todo es brillante, hasta creo que puedo verme en el piso de lo reluciente que está, a pequeños metros se encuentran dos mujeres, una es joven, casi como de mi edad y la otra podría fácilmente tener la edad de Andrey. Ambas sonrien mientras nos acercamos.
-Vittoria, te quiero presentar a Irina -Me apunta a la mujer mayor-, ella es su hija Natalia. Ambas trabajan aquí en la casa y serán tú compañía la mayor parte del tiempo.
-Es un gusto conocerlas. -Sonrio porque ellas se ven muy amables.
-El gusto es nuestro, señora.
Estoy a nada de decirles que no es necesario que me traten de ustedes, pero los fuertes pasos de Lukyan nos hacen callar. Éste nos observa con el ceño fruncido, pero no dice nada y va hasta unos estantes de la entrada.
-¿Vas a salir? -Andrey le pregunta.
-Tengo que ir a una de las bodegas. Me voy dos días y todo es una mierda -sisea y se nota enojado, la vena en su frente sobresale y me pregunto que habrá pasado para que esté tan fuera de si.
-No puedes irte todavía, tengo que hablar contigo.
-¿Ahora? -Deja salir una risa irónica-. Tengo cosas importante que hacer, padre.
-Y lo que yo tengo que decirte también es importante, no te voy a hacer demorar más de diez minutos, vamos a tu despacho. -Lukyan hace una mueca, pero asiente-. Irina, por favor muéstrale su habitación a Vittoria.
-Y explicale las reglas -Lukyan sisea cuando pasa por mi lado para seguir los pasos de su padre y ambos se adentran a un pasillo.
Me giro a la dos mujeres.
-¿Reglas?
-No se preocupe, señora, yo le explicaré todo, pero déjeme llevarla a su habitación primero, debe de estar cansada por el viaje. -Me insta a seguirla-. Hija, ve preparando el almuerzo, seguro el señor Andrey querra almorzar luego, yo bajo enseguida a ayudarte.
-Si, madre. -La joven me da una leve sonrisa para después irse.
-Vamos, señora.
-Por favor no me digas señora, solo Vittoria, me haces sentir vieja. -Hago mueca que la hace sonreir.
-Está bien, Vittoria será.
-Me parece bien -digo conforme.
Mis ojos se maravillan con cada paso que damos porque las paredes son hermosas, no entiendo cómo todo puede mejorar más.