Luna inmortal

1

La magia de la luna siempre había cautivado a Nyx, había veces en las que ni siquiera recordaba la desgracia que esta le daba, pues quedaba embelesado por su brillo y sus fieles compañeras: las estrellas. 

Tal vez no debería de estar celoso. Considerando que él también formaba parte de la noche, de hecho, era la noche, la familiar oscuridad que permitía el brillo de sus compañeras y que, aun así, aterrorizaba a todos los humano s. Él también quería ser adorado, también anhelaba que escribieran canciones sobre él. Que lo usaran como referencia para cartas de amor y que lo admiraran cuando el sol se iba en vez de temerle y esconderse en sus casas. No era su culpa que la escoria de la humanidad saliera a esas horas. 

Nadie encontraba belleza en la oscuridad, pero todos adoraban la noche. Ilógico, ¿no? 

El brillo repentino que apareció a su derecha lo sacó de sus pensamientos.

‒¿Tan temprano y ya estas de amargado?

‒Tú eres la única que, siendo de noche, considera que es temprano.

—Mi luz acaba de ponerse, es temprano.

‒No eres el sol, Alira.

‒Oh, pero cuanto desearías que fuera él.

‒Lo detesto tanto como a ti ‒Ella suspiró.

‒Antes eras más alegre.

‒Ni siquiera tú eres inmune al cambio.

‒Sam lo es.

‒Es el sol, su único trabajo es alzar y esconder su luz, trayendo alegría a los mortales ¿Qué podemos esperar de él?

‒Deja de vivir en el pasado.

‒No empieces, Alira ‒dijo y se levantó de su lugar.

Había un límite para su paciencia, el cual parecía no existir cuando ella se encontraba cerca. No podían culparlo, había pasado miles de años soportándola, las personas se volvían aburridas cuando conocías hasta su lado más oscuro, Ya no había ninguna sorpresa por su parte, ningún deseo de convivir, si acaso lo máximo que era nuevo serían sus metas, aunque ella siempre pareciera tener la misma. Alzar su brillo y seguir siendo adorada por los mortales.

‒¿Haz visto a Selene? Últimamente no la veo en su lugar de siempre.

Su corazón se saltó un latido ante la mención de la Luna oscura. ‒No.

‒No creo que me digas la...

‒Entonces no preguntes y vete. No me importa.

‒Deja de aislarte de todos ¿crees que no nos hemos dado cuenta de tu ausencia?

‒No quiero hablar.

‒Tan solo ven hoy, por favor, es la fiesta de...

‒No tengo nada que celebrar.

‒Nyx...

‒Largo ‒masculló.

Alira suspiró y se retiró.

Todos los dioses sabían la razón del dolor de Nyx, conocían lo que lo había empujado a su auto-exilio, pero no habían hecho nada para sacarlo de su miseria.

Para Alira era algo decepcionante que Nyx se culpara por el destino de Selene, pues había intercedido en la vida de ambos inconscientemente. Desde entonces, Nyx no había abandonado el palacio del olvido.

Un dios completamente dedicado al caos y a mantener ocultas sus emociones no terminaba en nada feliz.

Nyx sabía que estar en el filo del palacio flotante no era una de sus mejores ideas, sin embargo, para él era tan común callar e ignorar las voces en su cabeza que casi podía decir que era invencible ante sus efectos.

La imagen de la luna nueva vagó por su memoria, ocasionando que sus hombros se hundiesen con pesadumbre.

Decidió entones que la mejor idea era caminar, entretener su cabeza en varios temas, a pesar de que no pudiera concentrarse en uno solo era mil veces mejor que dejarse llevar por los viejos recuerdos. A veces se sentía inútil, no había nada que pudiera hacer mientras su mente siguiera en el mismo lugar del pasado, pero tampoco tenía el suficiente optimismo para levantarse del vacío que se formaba en su pecho cada que veía a Selene.

Alzó la vista al cielo para observar con recelo la corte de cuerpos celestes y la leve mancha de uno de los mundos más cercanos al suyo.

El sonido de tela rozando el piso le llamó la atención e hizo que se escondiera en uno de los pilares al notar la silueta de Selene, su vestido negro con una gran cola era lo que generaba el sonido en el piso, pero la corona en su cabeza le daba más sensación de poder que otra cosa, a pesar de la cara que traía plasmada.

‒Nyx ‒Su cuerpo se tensó y se avergonzó al saberse descubierto‒ ¿Nyx? ‒repitió con suavidad.

‒Hola ‒murmuró saliendo tras el pilar, sus mejillas estaban levemente sonrojadas y su vista fue hacia abajo automáticamente.

‒Oh, pensé que alucinaba ‒dijo y comenzó a caminar hacia él con delicadeza‒. No te he visto desde...

‒Si, sobre eso ‒carraspeó‒ ya me voy ‒retrocedió con torpeza.

‒ ¿Qué? Pero...

‒Adiós ‒casi corrió lejos de ella‒ ¡Fue lindo verte!

Selene se limitó a parar de caminar y ver la espalda de Nyx alejarse. Suspiró con pesadez y agachó la cabeza.

Añoraba más que nadie los días en los que podía pasar tiempo con él, la única persona que había permanecido a su lado en el mundo humano... y que secretamente estaba a su alrededor en el mundo divino.

Gracias a él era libre de la vida mortal que había llevado. Gracias a él, la divinidad que corría por sus venas había podido estabilizarse.

Contrario a lo que había pensado al inicio de su ceremonia de nombramiento, la primera vez que lo había visto luego del accidente, Nyx había permanecido en un silencio sepulcral al lado suyo, sin ni siquiera voltear a verla. Cuando le habían dicho que Nyx estaría en ese evento, no había dudado en aceptar reunirse frente a las demás deidades, aun cuando todos la miraban como si su vida no importara, como un gran estorbo y una deshonra para ellos. 

En su defensa, el amor movía al mundo tanto como lo hacía el dinero y no había día en que no añorara aquellos momentos en los que su humanidad aun residía en el centro de su pecho. Tal vez por que Nyx era diferente ahí, mucho más relajado y menos severo con sus errores.

‒ ¿Cuánto tiempo piensas pasar ahí?

‒No es de tu incumbencia.

‒Los asuntos de la Corte son asuntos míos.




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