Me llamo Armand tengo 18 años y despertar cada mañana es un milagro
-Vendrás a cazar lobos Armand?
-No son lobos Frank, son mounstros, eso es lo que son- le respondí mientras alistaba mis botas para la posible batalla
Frank es mi mejor amigo, hemos crecido y sufrido juntos, aunque es un año menor que yo, debo reconocer que tiene más valor y coraje
-No importa que sean esas cosas , vengare la muerte de mi padre y hermanos
Note lágrimas en su rostro, pasaron 3 meses de aquella trágica noche en la que los "lobos bestias" hallaron nuestro pueblo y acabaron con más de la mitad de los nuestros, entre ellos la familia de Frank, debido a esa invasión, tuvimos que huir y empezar a sobrevivir en otro terreno, muy lejos del anterior
-hey amigo tranquilo, entiendo tu dolor, yo también perdí a mi familia cuando era un niño
-lo sé Armand, por eso no puedo esperar para asesinar a esas bestias, es de día, ojalá encontremos a uno, son débiles en plena luz del sol y no andan en grupo más solo por la noche
-piensa (le respondí) encontrar a uno quiere decir que hay varios de ellos cerca y eso nos obligaría a retirarnos y volver a buscar otro territorio antes que nos vuelvan a invadir
-ya abre los ojos - me respondió exaltado- esos malditos nos volverán a encontrar tarde o temprano, además huir, ¿no es lo que hemos estado haciendo siempre?
Me quede callado, Armand tenía razón, a pesar de todas las medidas de protección que hemos tomado como cercar al pueblo alrededor de murallas de madera o "bañarnos" en excremento de nuestro ganado (para despistar el buen olfato que poseen) durante todas las noches, sobre todo en las que hay luna llena, donde obtienen una fuerza descomunal, siempre nos han encontrado
- Ya cambia esa cara Armand, termina de equiparte, iré al "gran patio" para unirme con los demás, el capitán Stunk nos está esperando (me dio una palmada en la espalda, me regalo una sonrisa para luego salir de mi choza)
Terminé de equiparme, acomodé mi espada y sali de mi vivienda, una vez afuera, la mayoría de ancianos, mujeres y niños me miraban con gratitud, en realidad no solo a mí, todos los miembros del "ejército" del pueblo eramos respetados, pues gracias a nosotros aún podemos decir que la raza humana no se ha extinguido. Suspire por unos segundos y empecé a dirigirme hacia el "gran patio" para unirme con mis compañeros de batalla