Capítulo 53

Mientras tanto, Emma, en la relativa calma de su alquiler, sentía que los engranajes del destino comenzaban a girar. La imagen de Anthony McBeen, el ejecutivo de ojos vivaces y sonrisa encantadora que había conocido en el evento de beneficencia, había persistido en su mente durante días. No por su atractivo personal, sino por la conexión obvia que tenía con el círculo de Tomás Holler. Anthony era la puerta de entrada, el eslabón perdido que necesitaba.

Su plan era atrevido, casi imprudente, pero la necesidad de entender mejor el mundo de Tomás, de acercarse a él sin levantar sospechas directas, la impulsaba. Debía ser sutil, actuar como si su interés fuera puramente social o profesional, no una misión encubierta.

Se sentó frente a su laptop, sus dedos flotando sobre el teclado. Había conseguido la tarjeta de Anthony durante el evento, un gesto de cordialidad que ahora se sentía como una jugada maestra del destino. Respiró profundamente, tratando de calmar el leve temblor en sus manos.

*Asunto: Un café pendiente y una propuesta interesante.*

Comenzó a escribir el correo electrónico, cuidando cada palabra. No podía parecer desesperada o demasiado ansiosa.

*Querido Anthony,*

*Espero que este correo te encuentre bien. Fue un placer conocerte en el evento de la Fundación. Todavía recuerdo nuestra interesante conversación.*

*Me preguntaba si estarías disponible para un café o una copa en algún momento de esta semana. Me encantaría retomar nuestra charla y, quizás, explorar algunas ideas que podrían ser mutuamente beneficiosas. Además, no es por ser atrevida, pero mencionaste que eras cercano a Tomás Holler. Siempre he admirado su visión para los negocios y me gustaría mucho tener la oportunidad de conocerlo y, si es posible, ser presentada a él. Creo que una conexión con alguien de su calibre podría ser muy valiosa para futuros proyectos.*

*Avísame si tienes algún hueco en tu agenda. Estoy disponible la mayoría de los días.*

*Un cordial saludo,*

*Eleanor Vance.*

Hizo una pausa, releyendo el mensaje. ¿Era demasiado directa? ¿Demasiado obvia? Quizás. Pero la sutileza a veces se perdía en los círculos de poder. A veces, la franqueza, envuelta en una capa de aparente ingenuidad o ambición profesional, era más efectiva. Pulsó "Enviar" y un escalofrío de anticipación y nerviosismo le recorrió el cuerpo. El e-mail se lanzó al ciberespacio, rumbo al buzón de entrada de Anthony McBeen.

La respuesta llegó apenas una hora después, con una rapidez que la sorprendió. Anthony no era de los que se hacían de rogar, o quizás su curiosidad había sido picada.

*Querida Eleanor*

*¡Qué agradable sorpresa recibir tu correo! También disfruté mucho nuestra conversación. De hecho, justo estaba pensando en contactarte. Por supuesto, estaría encantado de tomar un café. Mi agenda está un poco apretada, pero siempre hay hueco para una dama tan encantadora y con ideas "mutuamente beneficiosas". ¿Qué tal mañana por la tarde, alrededor de las cuatro, en el "The Ivy" en Covent Garden? Creo que te gustará el ambiente.*

*En cuanto a Tomás, sí, tengo el placer de considerarlo un socio cercano. Es un hombre de una visión extraordinaria, sin duda. Tu interés no es atrevido en absoluto, es completamente comprensible. Si nuestro café va bien y veo una conexión, estaré más que feliz de hacer las presentaciones apropiadas. Siempre está abierto a conocer gente interesante y ambable.*

*Espero verte mañana. Será un placer.*

*Atentamente,*

*Anthony McBeen.*

Emma leyó el mensaje dos veces. La satisfacción se mezcló con una punzada de inquietud. Anthony había accedido con demasiada facilidad, con una familiaridad que le resultaba un tanto pegajosa. Su tono era pulcro, pero subyacía una insinuación que a Emma no le gustaba. Sin embargo, había conseguido su objetivo. Tendría una reunión con Anthony, y más importante aún, una posible vía para acercarse a Tomás Holler...