Capítulo 3/8

"Voz de acero"

Aerin.

Cuando era chica, la música fue mi escudo. No tuve una infancia linda de comerciales. Vivía en un barrio donde los gritos eran más comunes que las risas, y el silencio… a veces dolía más que el ruido.

Mi hermano mayor era rapero. Improvisaba en los parques con sus amigos, entre beats sucios y aplausos tímidos. Yo me sentaba a escucharlo con los auriculares a medio poner, repitiendo rimas en voz baja hasta que mis propias letras empezaron a tomar forma.

A los doce ya escribía mis propios versos.

A los catorce, subí mi primera canción a internet.

A los quince, me enteré de las audiciones abiertas de JYP.

Dudé. No creí que una chica como yo, con voz ronca y actitud ruda, pudiera encajar en ese mundo brillante y perfecto.

Pero mi mamá me miró una noche y dijo:

—Si vas a gritarle al mundo lo que sentís, que sea en el escenario correcto.

Y acá estoy...

—¿Nombre? —pregunta JYPark, con expresión seria.

–Kang Aerin.

—¿Edad?

—Dieciséis.

—¿Vas a cantar?

–Voy a rapear.

–¿Una canción propia?

–Sí.

Asiente. Un beat minimalista empieza a sonar.

Yo doy un paso al frente.

—“Me dijeron que no era linda, que mi voz no vende.

Pero cada palabra que escupo rompe paredes.

Vengo de calles rotas, sueños con polvo encima,

Y aun así mi voz retumba como dinamita fina…”

No pido permiso.

Mi rap es rápido, afilado, personal.

No busco gustar.

Busco que escuchen.

Termino con un silencio cortante.

JYPark cruza los brazos, luego dice:

Lo digo directo. Sin miedo.

Porque por primera vez, alguien me escuchó sin interrumpirme.

Salgo de la sala sintiendo que mis pasos suenan más fuerte.

No sé si quedaré, pero ya marqué mi huella.

Y esta vez... no pienso borrarla.