Capítulo 5/8

"Flores que bailan"

Nari

A veces siento que nací bailando.

Mi mamá dice que apenas aprendí a caminar, ya estaba dando vueltas por la sala imitando a las bailarinas de la televisión. Cuando tenía cinco años, me inscribieron en una academia de baile. Empecé con jazz, pasé por hip-hop, y me enamoré del K-pop.

Pero no fue solo por la música.

Fue por cómo se veía la felicidad en sus movimientos.

Yo quería hacer sentir eso a los demás.

Hacer que alguien que tuvo un mal día me viera bailar y… sonriera.

A los trece, tomé la decisión: iba a convertirme en idol.

No porque quisiera fama.

Sino porque quería compartir energía, como esas flores que bailan con el viento.

Y ahora, con quince, estoy frente a Park Jinyoung, respirando hondo mientras ajusto mi cinta de la suerte.

—Nombre.

—Choi Nari.

—¿Edad?

—Quince.

—¿Qué vas a mostrar?

—Baile y canto. “Wa Da Da” de Kep1er, versión cover.

Me mira con interés.

Es una canción enérgica, explosiva, justo como yo.

Cuando empieza la música, dejo todo.

Mi sonrisa.

Mi energía.

Mi precisión.

Cada paso es nítido, alegre, pero no infantil.

Canto con voz clara, enfocándome en mantener el control sin perder la chispa.

Cuando termino, hago una reverencia con una sonrisa amplia, aunque mi corazón late como loco.

JYPark me observa un momento, luego dice:

—Tu energía es contagiosa. Pero tenés más técnica de lo que parece. Eso es peligroso… en el buen sentido.

Le doy otra reverencia, casi sin poder contener la emoción.

Cuando salgo, me encuentro con una chica japonesa de ojos grandes —Yume— que me sonríe tímidamente.

Le devuelvo la sonrisa. Sin saberlo, acabamos de plantar la primera semilla de lo que, pronto, sería un jardín lleno de sueños.