Lunas de hielo.

CAPÍTULO 7.

Mi sueño se fue por la luz que se colaba por mis párpados. Desperté a mitad de mi famosa pesadilla. Agradecí que despertara a mitad de ella y no cuando ya había logrado colarse en mi sistema nervioso poniéndome más paranoica de lo que normalmente estaba siempre.

Me organicé para otro día de instituto mientras pensaba en qué decirle a Alan al momento de entregarle la chaqueta. Me duché con agua fría en cuanto me desperté, notando que me veía un poco más despierta, aunque en realidad, mi cuerpo me pedía volver a la cama y seguir durmiendo para recuperar todo el descanso perdido.

Me vestí con unos pantalones de bota ancha, mis favoritos luego de mis vestidos, desayuné y terminé mi rutina con prontitud cuando vi la hora. Alice estaría pronta a llegar y no le gustaba que la dejasen esperando.

Me dispuse a organizar mi mochila, teniendo especial cuidado al empacar la chaqueta del pelinegro.

A los quince minutos aproximadamente de haber chequeado la hora Alice hizo saber que se encontraba fuera como todos los días, tocando el claxon en una melodía distorsionada, pero que Alice juraba era digno de estar en una sinfonía de autos. Es algo raro de escuchar y de decir, pero ella lo decía.

Subí al auto de mi mejor amiga con un rápido saludo. Dentro sonaba una música suave y sin letra, la favorita de Alice.

—¿Sabes una cosa? Trevor es realmente genial, digo, no te aburres con él, es muy divertido.

Levanté mis cejas en su dirección. Había sacado el tema de la nada, y si era sincera, ya tenía a Alan lo suficiente en mi cabeza como para escucharla hablar del mellizo del pelinegro. Pero no dije nada.

—Supongo que eso significa algo, del único chico que te he oído hablar así es de Ian y eso que poco.

—Sí, si significa algo. Significa que... ¡Tengo una cita con él el sábado a las seis treinta! —soltó un gritito luego de eso que se metió en mis oídos de manera molesta.

—¿Qué pasa con Ian?

—Nada, él ha quedado en el pasado —se encogió de hombros como si no importara, pero luego suspiró con pesar—. No puedo esperar un hombre, mucho menos a Ian que dio a descubrir su relación con la mejor amiga de Amber ¿Cómo es que se llama?

—Kadisha.

—Sí, ella, a la que sus padres no la quieren por ponerle ese nombre.

—A ellos les debe parecer bien.

—Bueno, volviendo al tema, descubrí que nunca he querido nada con Ian ¿Sabes? Era solo un tonto sueño de querer tener algo con el súper chico que tiene a todas las chicas a sus pies, solo una estúpida ilusión que ya pasó, una guerra que tenía con Amber para quedarnos con un chico, pero supongo que ella ganó al besarlo. Aunque no sé cómo es que su mejor amiga sale con él luego de... todas las cosas que seguramente hizo con Amber.

—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no estás hablando así por despecho o que lo que te pasa con Trevor no es igual?

—¿Crees en el amor a primera vista?

—No, creo que cuando dicen eso solo están diciendo que su cabeza ha creado una ilusión con alguien que es posiblemente pasajero en sus vidas.

—Pues yo sí creo en él. Con Trevor fue algo parecido, ayer hablé todo el día con él y nunca se nos acabó el tema de conversación, me hace reír y por lo que pude ver, es atento con sus hermanas ¿Qué clase de chica no quiere un chico que sea atento con sus hermanas?

—¿El punto es...?

—Que realmente me ilusioné con Trevor, una ilusión que rápidamente se puede convertir en cariño. Una ilusión que me puede convertir en una chica enamorada.

—Bien, te deseo lo mejor en tu cita. —Salí del auto cuando Alice lo aparcó en la plaza del instituto.

—Aún no me has contado de tu cita con Alan.

—No le puedes llamar cita cuando tu mejor amiga te obligó a vestirte y a irte con un desconocido. No le puedes llamar cita cuando la chica, o sea yo, no quería salir.

Andando bajé mi cabeza y dejé a Alice caminando por detrás de mí, llegamos a nuestros casilleros sin ningún problema y cuando me refiero a problemas es que no vimos a ninguno de los hermanos Lee ni a los amigos de pelinegro.

—Estás enojada —afirmó de un momento a otro Alice.

—No lo estoy —susurré la verdad— ¿Cómo le dices a un chico que no lo quieres en ningún aspecto en tu vida?

—Oye chico, para tu tren y bájate en esta estación. Piérdete que no te quiero ver nunca en mi vida. No intentes nada más, bye... sencillo.

Sacudí mi cabeza negando, creando con mi cabello una cortina entre mi cara y mi casillero, impidiéndome la vista dentro de él. Quité mechones de mis ojos y puse los libros en orden dependiendo mi horario de clases, seguido metí mi mochila dentro de él y cogí el libro de cálculo junto con el de historia y biología: las tres primeras clases del día.

Con mis libros, mis bolígrafos, mi portaminas y mis libretas hice malabares para que no cayeran y causaran un horrible sonido.

—Nos vemos más tarde —susurré a Alice con mi cabeza gacha y empezaba a andar a mi primera clase del día: cálculo avanzado.

Me dirigí al asiento que me habían asignado, casi arrastrando los pies. Me deslicé hasta la silla al lado de la ventana, la anterior del día pasado.

Sin embargo, recordé que había olvidado algo. Me pegué en la frente de manera automática, llamando vergonzosamente la atención de algunos que ya habían llegado.

Apreté los labios, molesta conmigo misma por olvidar la chaqueta de Alan en mi casillero.

—Pareces enojada. —Me sobresalté en mi asiento.

Me maldije mentalmente y físicamente apreté mucho más mis labios, enterrándome los dientes en ellos.

No respondí, tan solo volteé mi cabeza de nuevo a la mesa.

Al olvido los planes de la primera hora. Sin chaqueta no habría entrega, sin entrega no habría conversación y sin conversación, él no me dejaría en paz.

—Sí, estás muy enojada y supongo que no me querrás decir el por qué ¿Verdad?




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