Lunas de hielo.

CAPÍTULO 15

Acaricié la caja aun sabiendo que mis manos no podían llegar al gato que maullaba dentro de ella, buscando una salida.

—Quisiera que se calle.

—Yo quisiera que tú te callaras. Es solo un gato que al parecer no te quiere.

—No me gustan los animales —ya me imagino por qué—. Llegamos.

El auto paró en el hogar de animales y Alan se bajó y me ayudó a bajar, pero cuando comencé a caminar solo se recostó en su auto.

—¿No vendrás?

—No, te espero aquí. —Entrecerré mis ojos con sospecha. Cogí bien la caja y sin él, me encaminé a la entrada escuchado como los maullidos del gato se iban calmando a medida que nos acercábamos a la entrada. A medida que nos alejábamos de Alan.

—Hola —le hablé tímidamente a la chica detrás del mostrador.

—Hola ¿Quieres ver los animales?

—No, de hecho, me... encontré este gatito y lo traía, no puedo quedarme con él.

Puse la caja sobre el mostrador y la abrí dejando ver unos grandes y dilatados ojos verdes.

—¡Oh, pero mira que cosita tan hermosa! —La chica lo cogió y el gatito sin problema se dejó acicalar por ella—. Gracias por traerlo, has hecho bien ¿Quieres asegurarte de que estará bien?

—No, confío en ustedes y me están esperando. Que tenga un buen día.

Salí del refugio mirando a Alan mientras hablaba por su teléfono con una expresión que podría ser de todo menos amable.

Pero antes de que llegara a él colgó y no pude escuchar ni un momento de su conversación.

Me monté en el asiento del copiloto sin esperarlo.

—¿A dónde vamos?

—No sé, a cualquier lugar. Da igual.

—¿Qué pasa?

—Nada, solo quiero preguntarte algo.

—Puedes hacerlo aquí.

—T... tú —tartamudeé. Cogí aire y lo boté—. Tú tienes novia, Alan, no me habías dicho nada.

El auto frenó un poco fuerte para mí gusto.

—¿Cómo lo sabes?

—Deducción, simplemente deducción. Además, Kiona me lo dijo más temprano.

—Sabía que había estado contigo —susurró más para sí que para mí— ¿Puedo saber si la razón por la que me evitabas era por eso?

—¿Puedo saber por qué no me habías dicho nada?

—¿Qué quieres que te diga? Sí, tengo novia, pero créeme cuando te digo que terminaré con ella.

—No tienes por qué darme explicaciones, Alan. No soy nada tuyo solo que es un poco raro que te comportes de la manera en que lo haces conmigo cuando tienes novia.

—Yo no la quiero, de hecho, solo salía... salgo con ella porque es hija de una gran amiga de mi madre y... hay una historia detrás de todo esto. Por ella solo siento... nada, amistad, supongo, aunque de eso no hay mucho. Supongo que Kiona te ha dicho que me gusta otra chica —me removí en el asiento—, pues prefiero pasar mi tiempo tratando de conocerla a pasarlo con Ixchel.

—¿Entonces por qué quieres pasar el tiempo conmigo?

—La chica que trato de conocer se parece mucho a ti ¿Sabes? —Fingió no haber escuchado mi pregunta. Me relajé cuando supe que la conclusión de Kiona podría ser falsa. Si se parecía a mí fácilmente podría confundirse.

Alan se río y yo lo miré sonriendo imperceptiblemente.

—No, claramente no lo sabía. —Volvió a reír y miró hacia el frente, aunque yo seguía con mi cuerpo hacia él, mirándolo.

—Te contaré algo: paso el tiempo contigo para tratar de descifrarla.

—¿Cómo es ella?

—Rabiosa, enojona pero increíblemente tierna, aunque no lo sepa, sus grandes ojos te miran tratando de intimidarte, casi no come y cuando tiene hambre come todo lo que su estómago de pajarito se lo permita, su fruta preferida son las fresas. Un día me tiró una al ojo cuando la hice enojar, cosa que me encanta hacer —mi corazón paró por un segundo. Eso yo lo había hecho, pero podría ser tan solo coincidencias ¿Verdad? —. Sus mejillas viven sonrojadas y cuando se lo propone puede ser divertida y un poco extrovertida.

»He notado que le gusta vestirse de cualquier manera, pero nunca en las veces que la he visto ha estado desarreglada, pero sí he notado que le gusta mucho vestir con vestidos. Le gusta mantener todo limpio y en orden. Su rostro es completamente angelical a pesar de su carácter. Le gusta mucho estar al aire libre, tiene una mejor amiga llamada Alice —mi estómago se hundió hecho un mar de nervios—. Hoy tiene un vestido azul y hace poco me pidió que la acompañara a llevar un gato, que por cierto si no fuera por ella me hubiera sacado los ojos Me toca darle mis abrigos para que no llegue a enfermarse porque nunca se abriga y temo que por eso se ponga mala. ¿La conoces? —Me miró sonriéndome.

—Déjate de bromas, Alan ¿Quieres?

—Sus manos se mantienen frías —cogió una de mis manos, la izquierda, la que estaba más cerca del freno de mano para llevarla a su boca para intentar calentarla—. Sé que tratará de alejarme más después de esto, pero esa chica me gusta... me gustas Abril, no digo que esté enamorado de ti porque sería mentira pero me gustas —«Él puede quererla, pero va a amar a otra chica, la chica que le gusta». Recordé las palabras de Kiona—. Como te dije, prefiero pasar tiempo contigo, tratando de que me dejes entrar a tu vida a estar con mi supuesta novia, persona que no me quiere ni que yo quiero.

—No puedes decir que ella no te quiere, Alan... Llévame a casa por favor.

—¿Volverás a alejarte? Si es así solo déjame decirte que una simple atracción puede desaparecer. Y claro que puedo decir eso, Abril, tanto Ixchel como yo lo sabemos y no tenemos ningún rencor con el otro por ese hecho.

—No te voy a alejar, te dije que no lo haría de nuevo. Solo quiero estar sola ¿Sí? —respondí solo a lo primero porque no quería escuchar lo que para mí sonaba como una explicación sin pies ni cabeza.

Mi mano fue soltada de su agarre y fue a parar al freno de mano. Puso el auto de nuevo en marcha. Manejó en silencio al igual que yo, aunque yo no estuviera manejando, obvamente.




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