Lunas de hielo.

CAPÍTULO 21

Todos rieron menos yo. No tenían por qué sacar ese tema. No quería que hablaran de ese tema.

—Cuando entré a la cocina Abril estaba con su cara a rojo vivo, sacó la peor excusa del mundo —contó mi madre mientras yo rodaba mis ojos. Que novedad, el primer chico que mis padres conocían, después de mi mejor amigo, y tenían que contar una de mis anécdotas más vergonzosas: mi primer beso.

Solo falta que llamaran a Aaron para que contara su versión de los hechos.

—¿No tienen otro tema del que hablar? —pregunté irritada cogiendo mi comida en el tenedor.

Alan me regaló una sonrisa y por debajo de la mesa agarró mi rodilla dándole un apretón. Sí, le divertía todo aquello.

—Cuéntanos, Alan ¿Qué quieres estudiar cuando salgas del instituto? —Preguntó mi padre para salvarme del incómodo tema.

—Arquitectura. —Se enderezó en su asiento, como siempre que comenzaba a hablar de lo que le gustaba. Se entusiasmaba con solo pensar en el negocio familiar. Sonreí sin quitar mis ojos de él.

—Oh, eso es genial —dijo mi madre. Reí porque sabía que el sueño frustrado de mi madre era ser arquitecta— ¿En qué te quieres especializar?

Sonreí triunfante sabiendo que la conversación se basaría, a partir de ese momento, únicamente en Alan.

—En el cálculo, diseño y proyecto más que todo.

—¿En todas? —Puedo jurar que los ojos de mi madre se iluminaron.

—Sí, señora.

—Alan es muy bueno en las matemáticas, pero no lo he visto dibujar.

—Eso es porque no has estado en mi habitación —me guiñó un ojo.

—¿Por qué te interesa esto? —Mi padre preguntó.

—Mi padre es arquitecto, crecí en medio de plano y ecuaciones. Un día mi padre me llevó a su empresa y me quedé todo el día allí. Puede ver como era su trabajo y decidí que eso era lo que haría en mi vida. Mi padre me ha ayudado, ahora me integró más al trabajo y a su empresa. Trabajo con él algunos días y también es una clase de profesor para mí.

—Vaya, eso es genial. —Sí, lo era. Miré a Alan maravillada por la manera en la que hablaba de aquello. De verdad le gustaba.

—¿Cuál es la empresa de tu padre?

—Queda al sur del pueblo, Lee Arquitectos, antes estaba en la ciudad, pero en vista de que ahora no vivimos allí decidió trasladarse.

—¿Es aquella que la construyeron hace poco? —Bueno, eran demasiadas preguntas— ¿No tuvieron muchas pérdidas cuando se trasladaron?

—Sí, es esa y no, señor, mi padre fue contratado para diseñar los próximos proyectos que se harán en el centro. La biblioteca, el jardín de infantes, el banco también. En todo lugar se necesita de la arquitectura y mi padre es alguien muy bueno en lo que hace. Muchas personas del pueblo tienen contactos que han hecho proyectos con mi padre, así que también nos hemos sostenido en gran parte por las recomendaciones, seguimos teniendo personas de la ciudad como clientes, y está el proyecto de expandirnos y volver a abrir la cede de la ciudad.

Bebió un poco de su bebida. Aproveché la oportunidad para hablar.

—Creo que son muchas preguntas papá.

—¿Sí? —Miró a Alan con lo que se podría decir era vergüenza.

—No me incomoda, realmente, pero no quisiera que crean que me gusta solo hablar de mí.

—Oh, querido no lo haces —dijo mi madre.

—Te pregunté todo aquello porque planeo crear mi propio buffet y pensaba hacerlo desde cero, incluyendo el lugar donde se planteará.

Me atoré con mi bebida. Alan me miró preocupado y no tardó en darme palmaditas en mi espalda.

—¿Estás bien? —No susurró, pero si bajó su voz una décima cuando habló después de que me hubiera calmado.

—Sí, gracias. No me habías dicho nada de esto papá.

—Aún lo estaba pensando, pero tengo unos ahorros y ya tengo el terreno. Solo falta el edificio y los abogados.

—¿Socios? —Pregunté.

—Están listos. —Mostró su sonrisa. Me paré de mi asiento y me acerqué a él para darle un abrazo.

—Espero que te vaya muy bien papá —dije cerca de su oído.

—Sí gusta puedo conseguirle una cita con mi padre para que hable de todo. Puedo decírselo cuando llegue a casa y darle la respuesta a Abril por un mensaje.

—Eso sería estupendo muchacho —rodeé a mi padre, cuando estaba en su espalda alcé mis cejas y mi dedo pulgar antes de seguir con mi camino a mí silla.

Me tenía totalmente impresionada, en dos horas se había ganado totalmente a mi padre. Mi madre se había quedado impresionada al reconocer al chico que me había hablado hacía unos meses, cuando apenas iban a comenzar las clases.

Por respuesta a mi gesto, recibí que una esquina de sus labios se alzara en una sonrisa ladeada.

***

—Sigo sin entender cómo es que le has caído tan bien a mi padre ¿Qué es lo que te dijo cuando mi madre me llamó y te dejé solo?

—Bonita, eso es un secreto.

—Oh, vamos, Alan. —Partí una hoja de entre mis dedos, con la otra mano cogí bien el teléfono que se deslizaba por mí hombro.

—¿Qué me ganaría si te lo dijera?

Lo pensé un rato, pero no encontré nada para proponerle.

—¿Qué quieres?

—Tienes que ser tú la que proponga. —Viré mis ojos.

—No quieres decirme —protesté.

—La verdad es que tu padre me ha amenazado con algo delicado.

—Lo suponía ¿Puedo saber con qué?

—No, mejor dime donde estás.

—En el pequeño techo que ésta fuera de mi ventana —jadeó al otro lado de la línea,

—¡Demonios, Abril! ¿Te has ido precisamente allí cuando está haciendo tanto frío?

Sonreí por su loca manía de regañarme cuando no llevaba abrigo o me exponía al frío.

—Si, es un lugar cómodo para estar y sobre todo es tranquilo.

—No llevas una sudadera o algo ¿Cierto?

—¿Si te lo digo te enojarás? —Suspiró. El sonido me llegó como una ventisca por el auricular.

—Hazme el favor de abrigarte ¿Sí? No quiero que te enfermes, preciosa —rogó.




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