Lunas de hielo.

CAPÍTULO 34

Me sorprendí cuando Kiona me dijo la razón por la cual había peleado con Amber, porque se me hacía mucho, incluso para ella, coquetear con el mejor amigo del chico con el que se suponía estabas saliendo. Eso explicaba por qué Alan no la había defendido. Digo, en su lugar no estaría muy feliz de que la chica con la que estoy le coquetee a otro, mucho menos a mi mejor amigo.

—No sé cómo no te le has tirado encima ¡Es una lagartona! —Exclamó Kiona peinando su cabello en los baños el instituto. Yo estaba sentada en la encimera de los lavados, esperándola y viéndola.

—Fue mi mejor amiga, luego solo amiga y luego una... arpía, pero he convivido con ella toda mi vida. Se aprende a llevarlo.

—Sigo sin entenderlo.

—¿Entonces has peleado con ella porque se le insinuaba a Axel?

—Somos muy territoriales, Alan y yo somos los que tenemos más control. No es la primera vez que veo en esas a Amber y ya me he salido de mis casillas. 

Pobre Alan con la que fue a parar.

—¿Territoriales? ¿Cómo es eso?

—Celosos, posesivos... eso. Pero nosotros dos tenemos más control, Alan más que yo al parecer.

No entendía porque sacaba a Alan al tema cuando hablábamos de ella, pero lo ignoré.

—No sabría si eso es bueno o malo, pero estás suspendida, por tres días.

—Sí, y ella igual —se rio—, como también está en riesgo su puesto de animadora. Serás tres días fuera del instituto.

—Oh, lo siento.

—No lo sientas, no es nada malo... ¿Te digo que si es malo? —asentí—, que estés aquí estando mala.

—Estoy mejor que ayer y que todos estos días, he perdido mucha clase y no creo que sea lo conveniente.

—Pero tienes fiebre ¿No crees que lo mejor sería irte?

Suspiré. Había estado sintiéndome mal desde la primera hora, pero no quería tener que atrasarme más en las clases.

—Supongo, pero tendré que esperar a que terminen las clases. Ya estoy aquí y aunque puedo obtener un permiso no tengo nadie que me pueda llevar.

Mordió su labio, pensativa.

—Yo conozco a alguien que te puede llevar.

—¿Quién?

—Alan.

Entrecerré mis ojos, disgustada.

—Déjate de bromas.

Sonrió, pero no era su típica sonrisa, era más bien una sonrisa triste.

—Deberías pensarlo. No hay nadie que te lleve y Alan está disponible...

—No voy a incomodarlo con mi presencia, tampoco me incomodaré yo, Kiona. Puedo pasar el resto de la jornada como estoy, si mañana estoy mal pues no vengo, pero hoy puedo resistir el día. No es como si me fuera a morir.

Horas más tarde realmente me sentía mal, mi cabeza pesaba y buscando descanso la reposaba en cualquier superficie que viera. Mis pies arrastraban y de nuevo mi cabeza martillaba.

—¿Te sientes bien? —Negué ante la voz de Matt. Alcé mi cabeza y miré sus ojos que me miraban desde arriba.

—No, realmente me siento mal.

—Puedes ir a la enfermería y decir que te den permiso.

—Lo sé, pero no tengo quien me lleve.

—¿Solo necesitas eso? —asentí—. Pues en ese caso, vamos a conseguir tu permiso y yo te llevo.

—¿De verdad? —Lo miré esperanzada.

—Sí.

—Oh, gracias.

Me levanté con desgana del asiento de la cafetería y junto a él salí del lugar.

Conseguí el permiso por tan solo la fiebre que tenía. La enfermera me recomendó unos medicamentos que no estaba segura de tomar porque llevaba tomando una cosa y la otra y absolutamente nada lograba mejorarme.

Matt me llevó e insistiendo pidió que volviéramos a salir. Acepté solo como una manera de agradecimiento y para que se callara.

Pasé el resto del día contemplando la idea de ir al hospital. Ya me lo habían dicho, pero me daba miedo que tuvieran que inyectarme o algo. Me daban miedo las inyecciones, pero en estos momentos haría lo que fuera para sentirme mejor.

A la tarde llegó Alice antes de irse con Trevor al entrenamiento antes del juego. El último juego hasta que los demás institutos entrarán a estudiar, en esos momentos estaban jugando partidos amistosos, pero al parecer, según lo que me contó Alice, todos se cansaron de jugar en las vacaciones.

Y yo estaba ansiosa, esa era la última semana que iríamos, dos días más y no tendríamos que asistir por tres semanas. Lo mejor, era que mis padres se habían decidido a pasar conmigo esas cortas vacaciones, y esperaba que mi hermana pudiera viajar a casa también.

Al día siguiente no asistí, como tampoco el último día. Según lo que Alice y Trevor me contaron casi toda la jornada fue con el director hablando de temas sin importancia.

El sábado pude respirar, eran vacaciones, sinónimo de que no vería a Alan por unas hermosas tres semanas. Ese día Alice me obligó a ir donde la madre de Alan, aprovechando que era sábado, el único día en que Belén iba a ayudar. Era doctora, pero no trabaja, solo pasaba por allí a ayudar... o eso me dijo Alan.




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