—¿Y tú eres el que menos fuerza tiene? —Jadeé mirando al chico desde el suelo, sin amague de levantarme porque prácticamente me estaban dando una gran paliza.
Llevaba como dos semanas intentando aprender a defenderme, pero lo único que lograba era que personas desconocidas para mí me patearan el trasero, y poniéndolo peor, eran los que supuestamente tenían menos poderes de todos.
Volteé la cabeza hacia el lugar donde se escuchaban las risas de mis también supuestos amigos y mi novio, quien desenvolvía una venda de su mano luego de haber entrenado con Kiona.
Me tiró un beso, el cual devolví con una sonrisa entre un puchero y la cara que pedía su ayuda. Hizo una mueca divertida mientras me miraba.
Reí acostada en el pasto. Me encantaba ese chico.
Volví la vista a mi «contrincante» quien me miraba desde arriba con una ceja alzada, creyéndose el mejor por ganarme a mí.
Que intente ganarle a Alan por sí quiere que su ego caiga en picada.
—Deja a mi novia, ya me hago cargo yo. —Suspiré aliviada, aunque no debería estarlo, de escuchar a Alan.
No debería estar aliviada porque yo misma dije que cambiaran a Alan. Vamos, si era el mejor, y yo ni siquiera podía con alguien que no tenía tanta fuerza o poder como mi novio, estaba claro que Alan me haría papilla.
Él me tendió la mano con expresión divertida, la tomé y me impulsé hasta quedar sobre mis pies, delante del pecho de Alan.
—¿Me enseñarás hoy tú?
—Por mí te enseñaría siempre, pero como una chiquilla ha tenido miedo de mí, no puedo hacerlo.
—¿Y si digo que quiero contigo? Sería menos humillante.
—¿Menos humillante?
—Sí, porque tú eres único, nadie es como tú, con tu fuerza y todo eso. Yo solo soy una humana que no puede contigo.
—Ni con nadie, al parecer —mi cara se entristeció falsamente ganado una risa de su parte—, te ves muy linda así.
—Para ti me veo linda haciendo lo que sea. —Me instó a acercarme con un brazo en mi cintura. Metió un mechón de cabello por detrás de mi oreja antes de besarme lentamente, enterré mis dedos en su cabello, el cual necesitaba un pequeño corte.
—Es que te ves linda haciendo lo que sea, excepto llorando de tristeza, así no me gusta verte —susurró rozando nuestros labios.
Suspiré recogiendo aire en mis pulmones, totalmente maravillada con el novio que me había ganado.
—Tú dijiste que yo tenía que probar tu sangre ¿Por qué?
—Para nosotros es como el matrimonio, tú al beber, aunque sea una gota de mi sangre, quedarás enlazada a mí.
—¿Y qué sucedería?
—No lo sé del todo, en todos es algo diferente. Kiona y Axel por ejemplo sienten lo que siente su pareja. Algunos saben sus pensamientos, saben cuándo su pareja está en peligro sin que suceda... son diferentes cosas. Pero para saber que será el de nosotros, las dos partes deben estar completas. Solo faltas tú para hacerlo.
—¿Cuándo lo haré? —Se quedó pensándolo unos segundos.
—Cuando quieras.
—¿Cuándo estemos en el apartamento? —Metió su rostro en mi cuello, mordiendo un poco la piel de allí.
—¿Te quedarás conmigo hoy?
—Solo si tú quieres.
—Claro que quiero, siempre querré que vayas allí.
—¡Hey, ustedes! ¿Van a pelear o a besuquearse? —El suave gruñido en mi oído me hizo saber que no le había causado gracia el grito de Axel que interrumpió nuestro momento íntimo.
—Tal vez por eso es mejor que siga intentando con otros en vez de ti. —Volvió a gruñir, solo que esta vez juguetón.
—Yo podría mantenerte en forma...
—Alan. —Fue mi turno de morderlo suavemente en su hombro. Se rio.
—Creo que sí debemos hacer algo, necesito que sepas defenderte contra alguien de nuestra especie, y no hablo solo de licántropos.
—¿De verdad tengo que hacerlo? ¿No puedes ser tú mi defensor por siempre? Míralo por el lado bueno, serás mi héroe.
—Me gusta serlo, pero ¿cómo harás cuando no esté contigo? No quiero que nadie te haga daño.
Sus nudillos recorrieron la piel de mi mejilla, suave, como si quisiera memorizarse la manera en la que mi piel se sentía a su tacto. Por mi parte, mi mano se posicionó encima de la de él, ladeé mi cabeza y le sonreí.
—Está bien, ¿es necesario que siga hoy? Creo que obtuve una gran paliza y contigo no creo que haga mucho.
—¿Quieres irte ahora? Ya terminé lo que iba a hacer hoy ¿Quiere ir a comer?
—Preferiría que me cocinaras. —Suspiró agarrando mi mano y comenzando a caminar.
—Y como soy un novio consentidor lo haré ¿Verdad?
—Eso depende de ti, si es lo que quieres o no.
—Cocinar no es lo que mejor se me da, ni lo que más me gusta, pero creo que podré hacer una excepción contigo... con solo una condición.
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Editado: 18.05.2021