Lunas de plata

CAPÍTULO 2

Pocas veces en mi vida había estado tan nerviosa… de hecho, ni yo misma podía recordar alguna de esas veces y era curioso que lo siguiera estando aun después de haber firmado y dado el sí.

—Estás divina, mi vida —susurró mi ahora esposo, haciéndome reír y sonrojarme.

—Ya me has dicho eso como tres veces en quince minutos. —Con su mano me juntó a su cuerpo por mi cintura. Nos habíamos alejado del salón porque no habíamos tenido un momento a solas. No eran muchos los invitados, a decir verdad, pero todos parecían tener mucho por decir.

—Es que no puedo dejar de mirarte, lo siento. —Sonrió. Plasmé mis labios en los suyos en un beso lento que duró apenas unos segundos. Cuando me separé sonreí al ver sus ojos entrecerrados brillar, felices—. Ya eres mi esposa. Sigo son poder creerlo del todo.

—Tampoco lo creo… —Me quedé en silencio al ver al camarógrafo llegar a nosotros. Detrás de ella iba Kiona, enfurruñada por no haber tomado ella las fotos de ese momento tan especial para Alan y para mí. Era una de mis damas de honor, no podía trabajar en ese día; no podía perderse de muchas cosas especiales e importantes tanto para Alan como para mí.

A lo lejos, no tan lejos, se escuchaba la música del salón y la charla de nuestras familias, pero el fotógrafo contratado por Alan le había dado por seguirnos aun cuando solo queríamos unos minutos solos.

De igual manera sonreí, apoyándome en el pecho de mi esposo. Varias fotografías se tomaron en unos pocos minutos. El lugar era un jardín enorme, con un salón en él y estaba lleno de luces. La ceremonia se había realizado al aire libre, pero el salón de había adecuado para la cena y la pista de baile.

El día acabarías pronto y yo dejaría de vivir oficialmente con mis padres para mudarme al apartamento de Alan. Mis cosas, al menos la mayoría, ya estaban allí y es que en realidad prácticamente que solo necesitaba mi ropa.

Cuando el fotógrafo se fue Alan me tomó de la mano y me incitó a seguirlo. Me llevó a los linderos del jardín, a unas sillas de hormigón solitarias.

—¿Para qué me trajiste aquí? —pregunté, teniendo cuidado con mi vestido al sentarme.

Alan tenía un traje azul oscuro elegante. Lo más lindo en él ese día era su cabello peinado hacia atrás y sus ojos emocionados. Yo, por otra parte, sí que estaba diferente ese día, con mi cabello recogido, un vestido de novia blanco sencillo de escote imperio y un maquillaje que, si bien era sutil, resaltaba todos mis rasgos. Me sentía bonita, y Alan no dejaba de incrementar esa sensación con su mirada enamorada y sus constante halagos.

—Quiero tenerte para mí solo por ahora. Hemos estado yendo de una mesa a otra, saludando a personas, viendo si todos y todo estaba bien, que no hemos podido disfrutar del otro tan solo unos minutos. Quiero disfrutar de mi esposa, aunque aún no pueda quitarle su bonito vestido de su hermoso cuerpo.

Reí, dejándome sentar sobre sus piernas. Lo besé como había querido hacer desde que lo vi esperándome al final del camino.

Alan y yo habíamos pasado por tanto en tan poco tiempo que podía apostar mi vida a que ya habíamos recorrido muchas etapas del enamoramiento. Yo amaba a Alan, más allá de vínculo yo lo amaba, y sabía que él también lo hacía.

—Te amo demasiado —susurró, logrando sacarme un suspiro encantado con él. Apoyé mi frente en la suya luego de besarlo en cada mejilla. Me abrazó, casi arrullándome con el movimiento de su cuerpo.

—Lo sé. Yo también lo hago —respondí, poniendo mi cabeza en su hombro.

Nos quedamos un momento en silencio, solo escuchando los animalillos de la noche que comenzaban a salir.

—En realidad también quería decirte algo en privado —comenzó, atrayendo mi atención. No me moví de mi posición, pero sí me acomodé mejor, dándole la señal de que lo estaba escuchando—. Sé que hicimos unos votos hace unas horas, y que podría habértelo dicho en ese momento, pero no quería que otros además de ti lo escucharan. Quiero prometerte, Abril, que te diré cada día lo mucho que te amo y cuan enamorado estoy de ti. Prometo acompañarte en todas las aventuras que quieras emprender a mi lado. Prometo intentar entenderte y pedirte explicación cuando no lo haga, porque lo único que me interesa en este momento es hacer feliz, comprenderte y verte cada día con ojos de amor, aunque estemos enojados. También te prometo no olvidar los momentos que pase a tu lado, ni tus reacciones y gestos que me llevaron a amarte… Eres mi vida entera, Abril Lowell, y eso así siempre. Eres la mejor decisión que he tomado. —Lo miré, con los ojos aguados y el corazón a punto de explotarme por tanto amor y ternura hacia él. Me acarició la mejilla, su rostro emocionado pero serio—. Prometo siempre amarte, con todo lo que eso implica.

Mi nariz picó cuando las ganas de llorar aumentaron.

—¿Eso lo practicaste en algún momento o de verdad eres tan perfecto? —Se sonrojó como pocas veces lograba hacerlo. No dejé que su mirada se bajara en vergüenza; con mi mano en su mejilla levanté su rostro para que sus ojos chocaran con los míos. Ámbar contra azul. Junté nuestros labios por unos cortos instantes, intentando que la emoción menguara un poco para hablar—. Si te me prometes tanto, no hay manera de que no te lo devuelva —dije, mis labios aun rozando los suyos—: Te demostraré que te amo cada día, con palabras o hechos. Responderé siempre con besos cada que me digas lo enamorado que estás de mí, mostrándote que yo también estoy loca por ti, por el hombre que ahora es mi esposo. Prometo siempre tenerte en mis planes y hacer las cosas de la manera correcta. Prometo ser tu apoyo incondicional, tu ayuda cada que la necesites; nunca olvidar esa sonrisa que me vuelve loca, ni esos ojos que supieron verme el alma. Prometo no olvidar la manera en la que tus manos se sienten en mi piel, ni cada caricia que me das… Me siento afortunada por tenerte a mi lado, por verte sonreír cada día y ser la causante de muchas de esas sonrisas. Soy afortunada por ser quien la vida escogió para ti, de haber sido a quien escogiste para formar una nueva vida a tu lado… Te amo, y no puedo pensar en algo mejor que esto, lo que es ahora mi vida. Tú eres mi vida y te amaré, con todo lo que eso implica.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.