Poco a poco fui consciente del sonido de las máquinas a las que estaba conectada. Ya sabía dónde estaba y en el estado en el que me encontraba, por lo que a mi mente no llegó ninguna pregunta.
Sin embargo, mi cuerpo sí que estaba adormecido y adolorido. Mis ojos pesaban, pidiendo cerrarse y descansar, aunque hubiera estado descansado desde quién sabe cuánto tiempo. Mi garganta quizá era la que peor se sentía, carrasposa, tan seca que hasta pasar saliva me molestaba.
Estuve ahí, tan solo respirando, por varios minutos antes de que alguien entrara a la habitación. Moví los ojos para ver a quien había llegado, encontrándome a Charlotte. ¿Dónde estaba Alan? ¿Por qué no estaba conmigo?
Mi amiga, al ver que estaba despierta, por poco deja caer un cuaderno que tenía en su mano.
—¡Despertaste! Llamaré a mamá —dijo atropelladamente. Intenté tomarla de la mano, pero la debilidad de mi cuerpo me lo impidió.
Miré a mi lado, hacia la otra cama, vacía.
Serene… ¿ya había muerto?
Dos minutos después entró Belén. Me sonrió en cuanto me vio y se acercó con premura a mí. Revisó varias cosas antes de comenzar a desconectarme varias, incluso un suero que parecía estarme poniendo.
—Solo una precaución —dijo al notar que le veía con insistencia, pero no estaba preguntando por nada de eso. No me importaba si me tenían conectada a vitaminas, sueros o a un veneno, solo quería saber dónde estaba Alan, por qué no estaba conmigo en ese momento. No era algo común que me sucediera algo y él desapareciera.
Varios minutos después me regaló un poco de agua. Me refrescó la garganta, aunque seguía sintiendo mis cuerdas vocales débiles.
—¿Dónde está Alan? —pregunté con una voz ronca que parecía más de hombre que mía, también lenta, pausada y quebrada. Belén me miró con sus grandes ojos cafés.
—Está con Kiona —dijo, su voz apagándose. Continuó antes de que pudiera preguntarle algo más—. Lotty ya fue a buscarlo, vendrá en unos minutos.
—¿Cuánto tiempo estuve dormida?
—Una semana.
—¿Y Serene? —Belén volvió sus ojos a los míos, confundida.
—Ella murió —dijo con pausa, como si decírmelo pudiera causarme aun daño—. Despertó, pidió hablar con Hux, Mag y Hem antes de morir. Braham también habló con ella, y Alan. Dijo que ya sabías que no la ibas a encontrar al despertar, pero Mag no ha incinerado su cuerpo esperando a que tu despiertes.
—Sí, ya lo sabía —confirmé. Antes de que pudiera preguntarle por qué Mag me había esperado para cremar el cuerpo de Serene, Alan entró a la habitación.
El aire se quedó en mi garganta al verlo, las mariposas revoloteando mi estómago. Sus ojos también parecieron tranquilizarse al verme, pero también se llenaron de lágrimas.
Belén se levantó sin ser notada y salió de la habitación. Yo estaba bien, solo me dolía un poco la garganta y el cuerpo al moverlo, pero estaba bien, la magia ayudaba a recuperarme más de prisa.
Mi esposo se acercó con cautela. Lo esperé, esperé a que se sentara a mi lado y me besara o abrazara, aunque no hizo más que acercarse al borde la cama y tomar mi mano.
—¿Cómo estás?
—¿No te vas a acercar? —pregunté dolida por su lejanía. Sus ojos se oscurecieron.
—No sé si es lo mejor. No quiero que la chica que amo me vuelva a rechazar mi cercanía.
Suspiré. No estaba para discusiones con él, pero al mismo tiempo entendía su enojo.
—¿Estás enojado aun después de siete días viéndome en una cama? —pregunté sabiendo que era alguna clase de manipulación emocional. Suspiró y se acercó un paso más.
—No estoy enojado. No podría estarlo en todo caso, solo estoy molesto con la situación y la manera en la que lo estás enfrentando… No es fácil para ti, lo entiendo, pero tampoco lo es para mí. Si esto se hubiera presentado antes de conocerte, antes de que me rechazaras, ya no estaría enlazado a Gisele, pero no quiero hacer pasar a nadie por el dolor que se siente siendo licántropo.
—Ella también podría rechazarte. —Él negó, sus ojos molestos y devolviéndose el paso que ya había dado hacia mí.
—Pensaba que ya entendías lo suficiente de mi mundo, pero creo que me equivoqué.
—Entonces explícame.
—Gisele no me rechazará, no por lo pronto. Rechazar a tu pareja no suele hacerse de una forma tan fácil a como lo hiciste tú. Toma de mucho coraje, en nosotros está no rechazarla sino aceptarla, no es solo cortarte y decir unas cuantas palabras. Estamos tan apegados a la idea del amor y los enlaces son tan fuertes que ella podrá estar esperando eternamente por mí, soportando cada que quiera estar contigo o tú conmigo. No es sano, pero así fuimos creados. No sabía qué tanto dolor se podía sentir hasta que tú me rechazaste, seguiría en un estado de depresión si no hubiera sido por este nuevo enlace, sin embargo, sigo a aquí, buscando una solución para volver a ser lo que éramos antes, pero tú luego huyes de mí… Sabes, le hacemos daño a Gisele estando juntos, sí, y lo siento porque al igual que tú no quiero hacerle daño, pero luego nos hacemos daño a nosotros dos solo por pensar en alguien más… No es solo el sexo, Abril, que sí, cada que estoy a solas contigo y todo está bien quiero estar de esa manera, no te lo voy a negar y es algo que ya sabes, pero que ella sepa que estamos juntos, que nos vea tomados de la mano, que sepa que simplemente estamos en el sofá viendo alguna película también la dañará ¿vamos a limitarnos entonces a ser una relación en secreto? Eres mi esposa, Abril, ella ni siquiera es mi novia, ni mi amiga, pero siento como si en vez de mi esposa, mi amada, mi novia y mi amiga, fueras mi amante, algo que debe ser secreto. Ya ni siquiera sé si quieres que te abrace, aunque sea algo inocente.
—Te mandé a llamar, creo que eso te puede dar una idea. —Volvió a suspirar. Me miró por un rato largo hasta que por fin resopló y se acercó a mí.
Sus brazos me rodearon por los hombros con suavidad. Mis manos se posicionaron también su espalda, apretando solo un poco para sentir su cuerpo contra el mío. Presioné mis ojos contra su hombro, viéndome rodeaba de su olor mientras su boca se presionaba y quedaba pegaba a mi cabello unos segundos.
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Editado: 14.10.2021