Lunas de plata

CAPÍTULO 41

Miré a mi alrededor con nervios y jugando con mis manos.

—Si no te recoges el cabello se te hará mucho más complicado lidiar con lo que viene. —Miré a mi lado, hacia Mag, concentrada en las personas que apenas estaban entrando a un lugar parecido a un coliseo. Los guardianes se veían también ansiosos, algunos emocionados, otros atemorizados.

—No creo que pueda hacerme algo, mis manos están temblando y me siento sin fuerza —admití, sacándole un suspiro. En un parpadeo mi cabello estaba recogido sobre mi cabeza, no podía verme, pero suponía que mi peinado se parecía en algo al de ella, un trenzado sobre su cabeza, pero como ella tenía el suyo mucho más largo que el mío, terminaba en una trenza elaborada a mitad de su espalda, mientras que solo sentía dos tiras corriendo por mis hombros. Intenté sonreír, aunque estaba segura de que solo había podido hacer una mueca—. Gracias.

—No todos los guardianes están materializados —dijo, afirmando algo que ya sospechaba—, pero deberían estarlo.

—Yo los detendré para que Abril pueda trabajar. —Como cada que un guardián se materializaba frente a mí, me sobresalté. Hux se dio cuenta de ello. Me dio una mirada de reojo, una media sonrisa en sus labios.

—Tu trabajo hoy es soportar el peso de los guardianes que caerán. Abril, en cualquier momento sentirás que te falta la energía, cuando lo hagas, puedes tomarla de nosotros, para eso estamos aquí. Yo te apoyaré cuando sienta que tu magia está flanqueando.

—¿Creen que sí lograré hacerlo? —Hux, Mag y Hem, el último unos pasos más atrás y siempre en silencio, me miraron.

—La magia es prueba y error, pero confío en que lograrás hacerlo —fue la respuesta de la hechicera. Suspiré, secando el sudor de mis manos en mi vestido—. ¿Te has aprendido el hechizo?

¿Me lo había aprendido? Eso creía, pero con los nervios no podía traer nada a mi mente.

Me arrepentí, por un momento, de no haber permitido que Alan estuviera allí. Quizá con él a mi lado sentiría más seguridad, pero él debía de estar con su reunión.

—Eso creo —dije. Hux, notando que estaba muy nerviosa, me tomó por los hombros.

—Intenta relajarte, los nervios no te ayudarán de nada en esta situación.

Oh, eso ya lo sabía, no tenía que recordármelo más.

—Es hora —dijo Hem, hablando por primera vez luego de haberme saludado.

Miré detrás de mí. Los guardianes habían tomado asiento en las bancas del coliseo, hablando entre ellos, esperando pacientes, pero había pocos.

—¿Iban a comenzar sin mí? —La voz la reconocí de inmediato. Gussy se materializó frente a nosotros, pareciendo indignado.

—Todos sabíamos que estabas por ahí, en el aire, Gus —admitió Hux—. Ve a sentarte, pondrás más nerviosa a Abril.

—Yo suelo poner a las nenas nerviosas, pero ella insiste en quedarse con Alan en vez de aceptar nuestra relación.

A pesar de mis nervios, sonreí un poco. Gussy me guiñó y se fue caminando hacia el resto. Al tenerlo lejos, me giré hacia el otro guardián.

—Hay muy pocos, pensaba que serían más.

—Hay más, pero andan rondando en el aire. Muchos no quieren obtener su humanidad completa, temen descubrir un mundo sin poder manejar el aire y volverse uno solo con él. Puedo manejarlos, llamarlos para que puedas convertirlos, pero tendrá que ser rápido. Mi poder es mayor comparado al de cualquier otro aquí, pero son muchos los guardianes los que estarán en sobre mí.

—El hechizo no es largo, pero no estoy segura de que solo deba decirlo una vez.

—Con una vez debería bastar —se unió a la conversación Mag, quitándose los guantes que llevaba. La marca en su cuello se hizo visible, recordándome que debía mostrar la hecha en mi mano para que el poder pudiera salir en su totalidad—, si sientes que hace falta algo, puedes volver a recitarlo, pero con una vez debería bastar.

Tomé un respiro antes de asentir y dar un paso lejos del grupo de hechiceros y Hux. Miré mi mano, el símbolo de la hechicería apareciendo allí, reluciendo por un segundo con una energía rojiza.

Frené en el medio del coliseo, llamando la atención de varios que poco a poco fueron silenciando a los demás. Me quedé sin palabras, sin saber muy bien qué debía de decir.

—Agradecemos a quienes hayan querido ser partícipes por las buenas de esto —dijo Mag al verme a mí sin saber qué decir—, los demás, sé que me escuchan y es la última oportunidad que tienen para materializarse, negarse a hacerlo no les ayudará a nada. Una explicación para todos aquellos que no lo sepan: sus cuerpos están compuestos de cinco elementos, cuatro de ellos deben volver a sus dueños: el don de las almas le pertenece a Abril, al linaje que ha dejado Serene en la tierra; el don de la creación buscará a su principal dueño del momento cuando sea separados de ustedes y, por último, el don de la procreación debe volver a Hemer. El otro elemento es la magia usada en el hechizo principal, pero ella no volverá a Abril, sino que se desintegrará en el elemento que ustedes han manejado por siglos. Lo único que permanecerá en ustedes será su humanidad, el alma dentro de sus cuerpos. Fueron creados con la intención de proteger las almas de los humanos, pero ellos ya no tienen el peligro de los vampiros en sus vidas, por lo tanto, ustedes podrán seguir con sus vidas humanas como si nunca hubieran sido guardianes.

—¿Cambiarán nuestros recuerdos, entonces? —preguntó alguien a lo lejos. Mag miró hacia el lugar del cual provenía la voz.

—Lo mejor sería eliminar sus recuerdos, pero eso implicaría crearles vacíos en algunos aspectos si no se reemplazan los recuerdos con unos falsos. Quienes lo deseen podrán acudir a nosotros y les ayudaremos en ese aspecto. ¿Alguna pregunta más? —preguntó, pero todo se quedó en silencio. Ella dio un último asentimiento antes de girarse hacia mí—. Puedes comenzar.

¿Pero cómo comenzaba?

Me sentía una niña ignorante en todos los temas. Mag me había dicho que cada hechizo grande debía de comenzar con la sangre. Me daba un poco de miedo y sentía que, gracias a todo lo que había aprendido a lo largo de mi vida, que estaba haciendo algo malo, brujería, para ser más específica. Entendía que antes estaba intentando ayudar, pero se me seguía haciendo un tanto extraño todo ese tema.




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