Mi nombre es Irene, y como segunda hija del Alfa, siempre he sido vista como la que está entre las sombras de mi hermana Irénux, la diplomática, la estratega, la que sabe manejar cada palabra con cuidado. Yo no soy tan tranquila como ella, pero no soy una bruta tampoco. Mi fuerza viene de la acción, de la observación, de estar siempre alerta a lo que pasa a mi alrededor. Pero más allá de todo, soy una loba con un sentido agudo de la estrategia, un corazón que no teme a la lucha, pero que tampoco se deja llevar por impulsos sin antes analizar todo y aunque me adule a mi misma los demás confirmarían cada palabra.
Mi madre siempre ha querido que fuera como Irénux: perfecta en las palabras, sutil en sus movimientos. Pero yo no soy así. En mi mundo, las palabras son solo el primer paso. Lo que importa es el peso que tienen en el campo de batalla, en la lucha por lo que es justo. Y no me importa que mi madre nunca haya entendido esto. Lo que sí me importa es que mi manada esté lista para cualquier desafío. Eso es lo que quiero hacer, prepararme, hacer que mi ejército sea el mejor.
Una tarde, mientras nos entrenábamos, Irénux se acercó, como siempre, con esa calma suya, esa tranquilidad que a veces me exaspera.
—Irene, ¿no crees que deberías descansar un poco? Te has estado entrenando toda la mañana.— me dijo, mirando con preocupación mis movimientos. Siempre tan preocupada por mí, aunque no me guste que me lo diga.
— Estoy bien, Irénux le respondí mientras seguía perfeccionando un par de movimientos. — Pero no puedo quedarme tranquila. Las cosas están cambiando. Hay que estar listas.
— Lo sé - asintió, pero me miró de manera fija. — Pero también tienes que saber cuándo detenerte. No siempre es necesario luchar para arreglar las cosas. A veces basta con negociar.
Sonreí con cierto sarcasmo, pero sin perder la calma.
— No todo se resuelve con palabras, hermana. Si fuera tan fácil, no tendríamos que preocuparnos de los demás , sabias que hoy se intensificaron los ataques en nuestras dos tribus vecinas?— dije mientras ajustaba el filo de mi espada soy la hija de el alfa pero una espada nunca estaría demás — El mundo no es solo diplomacia. Si todo fuera paz y entendimiento, ¿por qué seguimos entrenando y preparándonos para la guerra?
Ella no dijo nada por un momento, pero entendí que estaba procesando mis palabras. Mi hermana es brillante, pero a veces no ve lo que está frente a sus ojos. El mundo no es tan simple.
Después de esa charla, fui a buscar a Cris. Siempre había sido el más analítico entre los tres. Aunque aún era joven, su visión de las cosas era clara.
— Cris - lo llamé, encontrándolo en el campo de entrenamiento, observando una estrategia de defensa que estaba ensayando su lobo era hermoso muy grande café y unos ojos verdes preciosos.
— ¿Qué pasa, hermana? — me respondió sin mirar, sabiendo que algo estaba rondando en mi mente.
— Estaba pensando en la manada de el sur — dije, acercándome más. — Me interesa su ejército… su manada tiene una estructura impresionante. La fuerza de su ejército podría mejorar mucho el nuestro si llegamos a entender cómo operan o destruir a él nuestro si se ponen en nuestra contra con todas estas ostilidades recientes. Quiero ver cómo entrenan, cómo se preparan para las batallas.
Cris me miró con una leve sonrisa.
— ¿No es eso un poco… ambicioso? Quieres ir a visitarlos en medio de la guerra con la tribu de norte…
— Ambiciosa o no, es necesario, necesitamos aprender de los mejores. Y los de el norte querían una alianza creo que es buen momento antes de que nos ataquen en nuestra propia casa.
Cris se quedó en silencio, luego asintió.
— Está bien. Solo ten cuidado es más yo te acompañare escuché que mi padre quiere enviar a un tipo embajador para ver las alianzas y ostilidades fuera de nuestra nación. Creo que somos los más capacitados el último que fue murió misteriosamente.
— muy bien entonces hablaré con el - me dirijo a el despacho de mi padre y ahí lo encontré leyendo informes de las guerras vecinas.
La noche ya estaba cayendo aunque mi padre ya sabía que las tensiones entre las naciones vecinas aumentaban, y mis pensamientos no me dejaban tranquila. Necesitaba su consejo, pero también mi libertad para actuar.
— Padre, quiero que me dejes ir a visitar las naciones vecinas con mi hermano como los representantes de nuestra nación – le dije mientras él seguía revisando mapas.
— Necesito evaluar la situación de las otras manadas, estudiar sus fortalezas y detectar posibles puntos de conflicto. No podemos quedarnos atrás.
Mi padre levantó la vista de los mapas, su mirada fija en mí. No decía nada al principio, como si estuviera evaluando mis palabras.
— ¿Estás segura de que de esto Irene ? Las negociaciones con la nación de el norte son delicadas, y la situación con la nación del sur sigue siendo tensa.
— Lo sé, padre. Pero es justo por eso que quiero ir. Necesitamos estar un paso adelante nuestra nación es hermosa y no quiero que la opaque una guerra. Si conseguimos fortalecer nuestras relaciones y mantener la paz con las otras manadas, evitaremos más conflictos en el futuro. Y si llegamos a necesitar un enfrentamiento, quiero saber qué esperar.
Él me observó por un momento antes de hablar.
— Entiendo tu punto de vista, Irene. La información es crucial, pero también debes ser cuidadosa. No quiero que se pongan en peligro innecesariamente
— No lo haremos , lo prometo. — respondí con determinación. Sabía que no podía fallar.
Mi padre suspiró, como si estuviera aceptando lo inevitable.
— Está bien. Vallan, pero se llevarán a algunos de nuestros mejores guerreros para que los protejan . No quiero que corran riesgos.
Asentí, agradecida por su apoyo. Aunque él sabía que siempre pensaría en el bienestar de la manada, también entendía mi necesidad de actuar y de aprender.
Así que, con la aprobación de mi padre, comenzamos a preparar nuestro viaje. No era solo un viaje de exploración. Era una misión. Mi manada necesitaba saber cómo podían mejorar, cómo podrían crecer más fuertes. Y aunque mi corazón se llenaba de incertidumbre por lo que encontraría, sabía que estaba haciendo lo correcto.