Lunas de sangre

Capitulo siete

Irene

El sol apenas comenzaba a teñir el horizonte cuando todos estábamos listos para partir. Las primeras luces del día iluminaban los rostros tensos de mi hermano Cris, Irenux y Adrián. A pesar de la situación, Cris se las arreglaba para mantenerse relajado. Mientras ajustaba las correas de su mochila, me lanzó una sonrisa.

—¿Lista para una aventura? —preguntó, alzando una ceja.

—Esto no es un paseo, Cris —le respondí, sin humor para bromas.

—Siempre tan seria, hermana. Relájate, quien sabe, tal vez terminemos conquistando más que territorios, yo digo que en el campamento de refugiados podemos encontrar más que aliados —dijo, guiñándome un ojo.

Rodé los ojos, pero no pude evitar que una pequeña sonrisa escapara de mis labios. Su actitud era irritante, pero, de alguna manera, me ayudaba a liberar parte de la tensión que llevaba acumulada.

Liam, quien estaba unos pasos detrás de nosotros, parecía tener otra estrategia. Silencioso, observaba cada movimiento, como si estuviera evaluando quiénes éramos y si podía confiar en nosotros. Su mirada me seguía cada vez que creía que yo no lo notaba.

—Cuidado, Irene —susurró Irenux al pasar junto a mí, con una sonrisa traviesa—. Creo que tienes un admirador.

—¿De qué hablas? —le respondí, tratando de sonar indiferente, últimamente con esto de que encontró a su mate andaba muy risueña.

—Oh, nada, sólo digo que si las miradas mataran, Liam ya habría reducido a polvo a cualquiera que se atreva a estar cerca de ti —bromeó, mientras Adrián la tomaba de la mano para subir al caballo.

No respondí, pero mi corazón se aceleró. Liam no era sólo un guerrero hábil; había algo en él, algo que encendía una chispa en mi interior. Intenté sacudir esos pensamientos mientras montábamos los caballos y comenzábamos el viaje. Eran tres días hasta llegar a los refugiados así que tenía que concentrarme.

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Adrián

El camino era largo, pero no faltaba la tensión entre nosotros. A pesar de las órdenes claras de enfocarnos en nuestra misión, mis ojos no dejaban de buscar a Irenux a lo cual era correspondido y eso era lo mejor que me podía haber pasado. Su cabello ondeaba al viento, y aunque intentaba mantenerme sereno, no podía me la comía con la mirada además todos ya sabían y era más que evidente.

Cris, sin embargo, parecía disfrutar del momento. Cabalgaba a mi lado, tarareando una melodía y rompiendo el silencio con comentarios que oscilaban entre lo absurdo y lo molesto aunque también algo divertido lo reconozco.

—¿Sabes qué necesitamos? —dijo, mirando a nuestro alrededor—. Un poco de música, tal vez algo de comida decente. Este viaje sería mucho más llevadero.

—Cris, estamos tratando de evitar que una guerra acabe con nuestra gente, no en un picnic —respondio irenux talves con más dureza de la que pretendía.

Él simplemente se encogió de hombros.

—Sólo digo que si morimos, al menos deberíamos hacerlo con el estómago lleno.

Yo me limité a soltar una pequeña risa, y aunque intenté no reaccionar, verla sonreír alivió parte de mi estrés, así que me tenía que acercar más a ella, verla sonreír ahora era mi vista favorita.

– y dime qué tengo que hacer para ver esa hermosa sonrisa a cada minuto? – ok reconozco no soy bueno coqueteando pero el esfuerzo está ahí .

– no lo sé.... Eso lo tienes que averiguar tu – respondió entre susurros sonrojandose un poco ,no teníamos intenciones que escucharán nuestra plática.

– te diría que hacer lo mismo que hace unas horas pero entre los gemidos se puede perder la hermosa melodía de tu sonrisa – Romeo me llaman..

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Liam

Mientras avanzábamos, mi atención estaba dividida entre Irene y los alrededores. Cada sombra parecía una amenaza, y mi instinto de protegerla crecía con cada kilómetro. No podía evitarlo, su aroma, su voz, incluso la forma en que discutía con Cris, todo de ella me atraía.

Adrián, sin embargo, era un constante recordatorio de por qué no debía ceder a mis impulsos solo es cuestión de verlo parecía tonto hablandole a él oído a irenux.

—¿Qué opinas, Liam? —preguntó Cris de repente, interrumpiendo mis pensamientos.

—¿Sobre qué? —respondí, fingiendo no haber estado absorto en mis propios problemas.

—Sobre el futuro. ¿Crees que sobreviviremos a esto? —dijo, con un tono que parecía una mezcla de broma y seriedad.

Miré a Irene, quien estaba al frente liderando el grupo, y luego respondí.

—Si todos somos tan tercos como tú, probablemente sí.

Cris soltó una carcajada y le dio un ligero empujón a mi caballo.

—Me agradas, amigo. Pero cuidado, porque si estás pensando en mi hermana, necesitarás algo más que palabras afiladas para impresionarme.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero no dejé que mi expresión cambiara. Simplemente asentí y dirigí mi mirada al camino. Si algo estaba claro, era que este viaje no sólo pondría a prueba nuestra fuerza, sino también nuestras emociones.

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Irene

El sol ya estaba alto cuando decidimos detenernos junto a un río para descansar. Irenux y Adrián se ocuparon de llenar las cantimploras, mientras Cris y Liam exploraban los alrededores. Yo me quedé sentada junto a las mochilas, tratando de organizar mis pensamientos.

El peso de la misión recaía sobre todos nosotros, pero también estaba la creciente tensión entre Liam y yo. Cada vez que me miraba, sentía como si el suelo se desmoronara bajo mis pies, y no podía permitirme ese tipo de distracciones.

—¿Estás bien? —preguntó Irenux, sentándose a mi lado.

—Sí, sólo... preocupada por lo que viene —respondí.

Ella me miró con complicidad y sonrió.

—No te preocupes, Irene. Entre todos lograremos superar esto. Además —dijo, bajando la voz—, parece que tienes a alguien dispuesto a protegerte, ¿ Estas segura que no eres su mate?

Rodé los ojos, antes de poder contestarle , pero el momento no duró mucho. Cris y Liam regresaron, ambos agitados y con una mirada de alerta que encendió mis instintos.




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