La alarma perforó mi cerebro, espantando el sueño. Tanto Alan como yo nos quejamos, removiéndonos. Yo abrí los ojos cuando él dejó de moverse.
Reí cuando noté que se había vuelto a dormir luego de apagar la alarma.
Me deslicé por la cama hasta su lado, apoyando mis brazos en su pecho desnudo.
—Si no te levantas ahora se te hará tarde. —En respuesta obtuve un sonido quejumbroso. Me erguí sobre su rostro para dejar un beso en su mejilla—. No volveré a tener sexo contigo a la noche si luego andarás de perezoso para ir a la universidad.
Se rio aun sin abrir sus ojos.
—Tus maneras de manipular son infalibles —respondió con su voz ronca. Suspiró y abrió los ojos para mirarme—. Buenos días, hermosa.
—Buenos días, lindo. Te prepararé algo mientras te organizas para salir. ¿Axel sí vendrá por ti?
—Sí, hoy me entregan el auto. —Desde hacía unos días Alan había mandado su auto a arreglar por un problema que no conocía muy bien. No había querido llevarse mi auto para no dejarme sin un transporte fijo, a pesar de que había insistido en que podía llegar con facilidad al instituto desde el apartamento—. ¿Estás segura de que quieres levantarte? Podrías quedarte durmiendo un poco más.
—Puedo dormir luego de que te vayas, de igual manera no tengo que ir a clases hoy, así que si quieres llevarte el auto… —Aun sin terminar la frase negó.
—Axel quiere hablar conmigo de algo; creo que de los problemas que ha estado teniendo con Kiona. Aprovecharé el tiempo de camino para hablar con él.
Suspiré, sentándome en el borde de la cama. Restregué mis ojos antes de mirar detrás de mí. Alan tenía sus ojos sobre mi figura, de una forma tan fija que me hizo sonrojar y reír.
—Me ves casi todos los días así, Alan.
Sonrió, llevando su mirada a mis ojos.
—Lo sé, pero un poco más de deleite no me cansará.
Le tiré un cojín del suelo, haciéndolo reír. Aun acostado cruzó la cama para tener su cabeza al lado de mi muslo. Dejó un beso allí antes de levantarse e ir directo a la ducha.
Yo en mi lugar le demostré mi amor a Alan cocinándole algo para llevar y comer en el camino. También le preparé algo a Axel como forma de agradecimiento por ir con Alan.
Me gustaba tener ese tipo de detalles con mi novio. Alan solía cocinarme también, así que intentaba que fuera algo mutuo; si ese día tenía la oportunidad de hacerlo la tomaría.
Alan entró a la cocina con su cabello mojado y ya organizado. Su morral cruzaba su hombro hasta su cadera.
—¿Te vas ya?
—Sí, Axel ya casi llega.
Me giró hacia él para besarme de una forma muy profunda y larga. Me sostuve de su pecho cuando sentí debilitarme por la fuerza que tenía de besarme.
—
—Te amo, ten un buen día —dijo mientras yo seguía aturdida.
Asentí, alejándome un paso y tendiéndole las bolsas con la comida y un termo.
—Llámame cuando tengas un espacio libre. Te extrañaré mucho hoy, cuídate.
—Por supuesto. No quiero que mi chica sufra porque me sucedió algo. Te prometo que me cuidaré, aunque no puedo asegurarte de que un coche no me levantará cinco metros del suelo…
—Alan —reprendí, cruzándome de brazos. Se rio, robándome otro beso.
—Ya dejaré las bromas. Se me hace tarde.
Lo seguí hasta la puerta, en donde volví a besarlo poniéndome en la punta de mis dedos para llegar hasta su boca.
—Te llamaré más tarde, ahora ve y duerme un poco más por ambos.
Reí y le hice caso en cuanto se fue, dejándome sola en el apartamento.
Dormí por unas
Dormí por unas dos horas más, pero luego me levanté e hice un poco de aseo. Había perdido mi costumbre de limpieza en semana gracias a que con Alan habíamos tomado esa rutina para los fines de semana, cuando estuviéramos ambos, pero me encontraba sin qué hacer en esa mañana, a parte de la tarea de diseño que no quería seguir en el momento.
Casi a medio día salí a hacer un par de compras con Lotty en un centro comercial. Charlotte había seguido estudiando en el instituto de la protección porque seguía con miedo de tener una transformación por alguna razón, pero, por sorpresivo que fuera, mi amistad con ella se había afianzado mucho, al punto de haber destronado a Alice del puesto de mejor amiga.
Caminaba con ella por el pueblo cuando mi teléfono comenzó a sonar: era Alan. No demoré en contestar, pidiéndole un minuto a Charlotte para poder hablar.
—¿Sabes qué es lo malo de vivir contigo? —preguntó en cuanto escuchó mi voz, confundiéndome.
—¿Qué?
—Que cuando no estás conmigo te extraño como un maldito loco.
El «aww» que salió de mí lo hizo reír.
—También te extraño demasiado. Estaba esperando tu llamada.
—Y yo había estado impaciente por llamarte, pero cada que intentaba hacerlo entraba de nuevo a alguna clase o charla. ¿Estás con mi hermana?
—Sí, aunque en este momento entró a una tienda mientras hablo contigo. ¿Sabes a qué hora llegas?
—Sobre eso… Axel me ha dejado tirado. —Reí ante sus palabras—. Hey, no te rías. No es gracioso.
—Sabes que sí lo es, cariño, ¿necesitas que pase por ti?
—Si lo hicieras te amaría más de lo que ya te amo.
Volví a reír, dándole un vistazo a Lotty, quien seguía dentro de la tienda de ropa interior femenina.
Quizá debería entraría con ella por si quiero algo para sorprender a Alan.
—Sigo sin entender por qué te fuiste con Axel, siempre hubieras podido usar la motocicleta.
—No soy de manejarla mucho… te contaré algo antes de que tenga que volver a entrar a clase: esos días en el instituto la llevaba solo por si necesitabas un aventón a tu casa.
—¿Qué ganabas con eso?
—Vamos a ver: tú, una mujer temerosa e indefensa. Yo, un hombre necesitado el calor de su amada ¿Qué daría eso?
Solté una carcajada cuando lo entendí. Percibí que varias personas me miraron por eso, pero no me importó tanto a como me hubiera importado meses atrás. Supongo que ser cariñosa en público con Alan, salir con Lotty y rodearme de personas más bien extrovertidas me había sacado un poquito de la burbuja en la que vivía. Además, Alan vivía subiendo fotos mías a sus redes sociales. No era alguien desconocido para ese entonces.
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Editado: 08.06.2021