Lunas escarlata

CAPÍTULO 6

Mandé un golpe que, como era obvio, no alcanzó su objetivo: Alan.

Pero él sí que tomó la oportunidad para desestabilizarme con su vara y hacerme caer en la colchoneta.

Resoplé y quité mi cabello sudado de mi frente.

Rechacé la mano que Alan me tendió para intentar recuperar el aliento.

—Quisiera quedarme aquí por un minuto.

En respuesta, dejó su vara en el suelo y se acostó a mi lado.

—Has mejorado, linda.

—Llevo meses entrenando y sigo sin poder darte al menos un golpe.

—Pero la semana peleaste contra Axel y pudiste darle batalla.

—No gané esa batalla.

Él se rio, tomando mi mano.

—Te tiras demasiado duro, Abril. Nosotros entrenamos desde que podemos caminar, tú solo llevas unos meses y has avanzado de no poder con un omega a poder pelear con Axel… ¿Quieres seguir o has tenido mucho hoy?

—He tenido mucho por hoy, sí.

Se levantó de un salto. Lo envidié tanto en ese momento porque mientras él estaba fresco, yo estaba muriendo.

Entrenaba con Alan dos veces al mes; las otras dos veces lo hacía con otras personas, pero cuando lo hacía con mi novio sí que recibía una paliza y terminaba con mis extremidades cansadas a más no poder.

Alan volvió a reír al verme sin ganas de levantarme. Acepté su mano y sí que acepté cuando pasó sus brazos por mis rodillas y me cargó hasta una banca para que quitara los guantes y las vendas de mis manos mientras él hacía lo mismo.

Cuando volvió de dejar las cosas en el maletín me tendió una pastilla y su botella de agua. Agradecí, tomándola antes de que mi cuerpo comenzara a doler más.

Las caídas, a pesar de ser en una superficie acolchada, a veces lastimaba y Alan, por accidente, había pegado en mi costado con su mano. Y no era que él tuviera un toque suave cuando estaba en modo entrenamiento.

—No quisiera caminar.

Me lanzó una ojeada como si ya supiera lo que me proponía hacer. Sonreí y por supuesto me lancé a su espalda cuando se ofreció a llevarme hasta el auto.

Kiona y los demás se divirtieron con la ya conocida escena cuando pasamos por su lado. La mayoría ya estaba empacando para irse, así que no éramos los primeros en partir.

Me quedé dormida en el auto a pesar de que camino era muy corto. Alan me despertó cuando llegaba conmigo al ascensor, luego caminé por mi cuenta hasta que me tiré a la cama. Escuché como Alan se metía a la ducha mientras yo volví a quedarme dormida, sin embargo, solo unos minutos después sentí como Alan besaba mi cuello y mejilla para despertarme. Llevé una de mis manos por detrás de su cuello antes de girarme, adormilada. Era momento de ducharme.

—Ya me levantaré.

—¿De verdad terminaste tan cansada?

Asentí, sentándome.

—La pastilla también me adormila ¿recuerdas?

Acepté el beso que me dio y lo seguí con la mirada mientras iba hasta el armario para sacar algo que ponerse. Solo estaba en toalla. Los músculos de su espalda se marcaban cada que hacía un movimiento, su cabello goteaba agua por su piel, pero lo que logró hacerme cuestionar qué tan cansada estaba, fue cuando tiró su cabello fuera de su frente.

Quizá comenzaba la fecha próxima a mi periodo, porque me encendí con solo mirarlo, aunque cuando seguía un poco molesta con él.

Lancé los zapatos fuera de mis pies, quedándome solo en calcetines y caminé hasta él. Por lo general yo no era tan directa en cuanto a mis deseos de estar con él, pero solía demostrarlo con gestos que Alan reconocía al instante, como abrazarlo por detrás en la intimidad de la habitación y meter mis manos debajo de su camisa para acariciarlo. Claro, en ese momento no tenía camisa y la mía se comenzaba a mojar por la humedad de su piel, pero si obtenía lo que quería pronto toda prenda mojada se iba a ir de mi cuerpo.

—¿No que estabas cansada?

—Estaba.

Rio, dándose la vuelta. Alcé mi boca para que me besara. Sonreí cuando lo hizo, recorriendo mi cuerpo hasta que sus manos llegaron a mi cadera.

Terminé por ducharme minutos después, cayendo rendida por un par de horas antes de que el hambre me despertara. Alan no estaba conmigo en la habitación, pero lo encontré en la sala de estar con su portátil en sus piernas mientras veía algo en la pantalla.

Al parecer hacía algún diseño.

Al escuchar mis pasos alzó el rostro hacia mí. Me sonrió, corriéndose como si yo no tuviera suficiente espacio en el sofá para sentarme a su lado.

Me besó en la cabeza en cuando me acomodé a su costado antes de seguir.

—Pedí comida… —Iba a responderle, pero en el momento le entró un mensaje a tu teléfono, pero también entró la notificación a tu ordenador.

Resoplé, levantándome para ir a la cocina a comer algo cuando noté que era Evoleth quien le escribía.

—Abril… —Lo ignoré. Había pedido comida italiana que no demoré en calentar y comer. Estaba muy hambrienta. Volví a la sala luego de unos minutos. En cuanto entré Alan me lanzó una mirada fría.

—No me mires así, no tengo porqué quedarme si estás hablando con ella, mucho menos cuando los últimos días me has ignorado por esos mensajes.

—No vayamos a volver a lo mismo, por favor.

—Eres tú el que me mira como si estuviera haciendo algo malo.

Se rascó el puente de su nariz, respirando hondo.

—¿Saldrás mañana con Alicia? —Cambió de tema.

—Sí, luego de clases iremos al centro comercial.

—Quería invitarte a hacer algo; no hemos tenido tiempo para los dos.

Suspiré, aceptándolo. Casi que vivíamos juntos, pero mis deberes, su trabajo y mantener tiempo para nuestros amigos estaban limitando nuestro tiempo. No quería que la relación con Alan se tornara en algo solo sexual; quería ver películas con él, salir a algún lugar como hacíamos antes de que comenzaran las clases. Era poco tiempo que llevábamos en esa rutina, pero me daba pavor pensar que así sería en todo momento durante el tiempo de estudio.




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