Lunas escarlata

CAPÍTULO 14

—Tierra llamando a Abril. —Los chasquidos frente a mis ojos me hizo espabilar. Fruncí el ceño para mirar a Alice, quien me miraba confundida a mi lado.

—¿Qué pasó? —pregunté cerrando la taquilla para darle toda mi atención.

—Eso debería preguntarte yo a ti. Has estado desaparecida durante toda esta semana. ¿Me puedes explicar qué sucedió para que estés tan desaparecida? Te he enviado mensajes durante toda la semana, y hoy es la primera vez que te veo. Y déjame decirte que hace unos días estuve en casa de Trevor y Charlotte me preguntó por ti porque tampoco contestas sus mensajes.

Hice una mueca, abrazando mis libretas de las siguientes horas.

—He estado ocupada. —Ella me miró con sospecha, sin dejarme pasar cuando hice el intento.

—¿Solucionaste tus cosas con Alan? —Supongo que mi mueca le dio la respuesta que necesitaba, pero la campana me salvó de tener que dar explicaciones de mis desapariciones que tenían un único causante: Braham.

—Te veré luego —dije, dejándola confundida en mitad del pasillo.

En cuanto me senté un mensaje, de Alice, me entró con un «¿Nos sentaremos juntas al almuerzo?», pero yo ya tenía planes, como en toda esa semana, así que le respondí de una manera evasiva, pero en cuanto las clases terminaron y llegó el receso, Alice me esperaba sentada en mi auto, con brazos cruzados y expresión enojada.

—Abril Lowell, me dirás qué tienes en este preciso instante qué te pasa si no quieres que me convierta en tu sombra.

Resoplé, echando mi mochila en el asiento trasero para luego encararla.

—¿Estás enojada con Trevor? —Ella frunció el ceño, más.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque solo te preocupas por mi actitud cuando estás mal con él.

—¿Qué está mal contigo, Abril? —preguntó, haciendo lo mismo que había hecho Braham días atrás: cerró la puerta del conductor cuando intenté abrirla—. Has estado distante y tosca. Sí, estoy peleada con Trevor, pero también estoy preocupada por mi mejor amiga.

—Quizá el problema sea que solo soy tu mejor amiga cuando me necesitas.

Alice se quedó con la boca abierta, confundida por mis palabras.

—Abril…

—No tengo tiempo para tener esta conversación, Alice. Nos vemos luego. —Por segunda vez en el día la dejé sola y confundida.

No tenía mucho tiempo, el almuerzo no era ni siquiera de una hora y no quería hacer novillos.

Me asusté cuando, al haber parqueado fuera del instituto, alguien tocó mi ventana. Respiré tranquila cuando vi a Braham parado ahí, con una expresión divertida.

—Es interesante ver cómo te empeñas en quedarte sin amigos.

—Dijiste que tenías algo que mostrarme —dije, ignorando sus palabras. Caminó con paso desgarbado hasta la puerta del copiloto y esperó a que quitara el seguro para entrar y sentarse con las piernas abiertas y actitud desinteresada.

—Tengo algo que mostrarte, pero no creo que te vaya a gustar. De hecho, estoy dudando en hacerlo porque por tus ojeras y ojos hinchados supongo que lloraste de nuevo por Alan.

Fruncí el ceño, pensando lo peor.

—No es fácil hacer de tripas corazón cuando tu primer novio te fue infiel y solo tienes dieciocho años

—No es fácil hacer de tripas corazón cuando tu primer novio te fue infiel y solo tienes dieciocho años.

—Entonces mejor no te muestro nada. Si te empeñas por llorarle a un tipo que…

—No sabes lo que se siente Braham. Un vampiro nunca va a enamorarse o sufrir de un corazón roto. Ustedes solo sienten ira, desinterés y odio, no dolor, ni sensaciones bonitas.

—Generalizar es malo, pequeña gata.

—Eso es lo que siempre he sabido, hasta antes de Alan lo supe. Y no es que me demuestres algo diferente.

—Estoy aquí contigo, intentado que no te suicides por el dolor de la separación. —Entrecerré los ojos hacia él, agarrando el volante con frustración contenida.

Antes de que pudiera decir algo agarró una de mis manos, lo que hizo que mis ojos conectaran con los suyos. Fruncí el ceño, confusa, cuando noté que el gris de sus iris se habían tenido un tanto de rojo, solo lo suficiente para oscurecer el color original.

Quité mi mano de la suya, pero en cuanto lo hice puso frente a mí su teléfono con un vídeo esperando ser reproducido.

Lo iba a tomar, pero en el momento en el que mi mano tocó el teléfono, mi alarma sonó.

¿Se había acabado el receso? ¿Tan rápido?

—Debo volver —avisé para que saliera del auto, pero Braham se quedó mirándome, sin moverse.

—Eso debe ser una señal de que no necesitas ver a tu ex aún. Una lástima porque me dan curiosidad tus reacciones.

—¿O sea que solo me mostrarías un vídeo de Alan para ver mi reacción? ¡De seguro me pongo a llorar aquí, Braham, eso no lo hace un buen amigo!

—Te dije que iba a ser tu amigo, pero no uno bueno.

Puse los ojos en blanco, quejándome de una manera muy audible de sus palabras. Se rio, como si mi persona fuera un chiste para él.

—Eres divertida, pequeña gata, aunque debería comenzar a llamarte ratón.

—¿Por qué ratón? No me siento cómoda con tus apodos de animales, Copito.

—Yo no me siento cómodo con tu ridículo apodo, pero es lo que hay, ratoncito.

—¿Por qué ratón? —Sus ojos perdieron la diversión que tenía momentos antes cuando me volvieron a mirar.

—Porque muchos seres te están analizando, justo como a un pequeño ratón de laboratorio.

La seriedad con la que lo dijo me puso la piel de gallina. Mis sentidos se agudizaron y supongo que algo en mi rostro delató el miedo que sentí en el momento, porque Braham no pudo aguantarse la risa que salió del fondo de su garganta.

Abrió la puerta del auto y salió. Si inclinó por la puerta para verme antes de irse.

—Eres divertida, Abril, esa es la principal razón por la que estoy junto a ti. Estoy seguro de que podrás superar al pulgoso que tenías por novio, un licántropo siempre es fácil de superar, te lo digo yo que he tomado la sangre de varias docenas, y no recuerdo ni siquiera el primer rostro de ellos.




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