Lunas escarlata

CAPÍTULO 30

—Abril, despierta. —Alguien me zarandeó por los hombros, despertándome. Estaba en una posición incómoda, así que mi cuello crujió al intentar sentarme como debía ser—. Vamos, despierta que ya te debe doler todo el cuerpo.

Miré a Belén, apenada por haberme quedado dormida.

—Lo siento, no he podido descansar lo suficiente estos últimos días.

—Lo sé, lo entiendo, pero descansarías más en una cama de rocas que allí. El sofá es cómodo para sentarse, no para dormir. Si es por un momento sabes que puedes acostarse al lado de Alan, la cama es lo suficiente grande para ambos. —Sonreí, agradecida, pero decliné.

—Podría lastimarlo, y eso es lo que menos quiero.

Desde hacía dos semanas estábamos en la misma situación: Alan no despertaba y mi esperanza de que lo hiciera flanqueaba cada vez más y por más tiempo. Lo único que me tranquilizaba era que no sentía ningún vacío dentro de mí, ninguna mala sensación que me diera indicio de que Alan se iba. Trevor había despertado luego de unos cuantos días y la mayoría se habían ido a sus casa o manadas. Alan era el único que seguía en ese estado y se me hacía imposible no pensar que era por mi culpa.

Suspiré, viéndolo ahí, acostado, sin mover ni un dedo por su cuenta. Me tallé los ojos, bostezando. Había dejado de llorar desde hace unos días, aunque el nudo en la garganta no se había ido, ni mucho menos se había apagado la culpabilidad.

—¿Puede estar mucho tiempo así? —Hice la pregunta que tanto había temido hacer. Belén suspiró, revisando los niveles del suero que le seguían suministrando.

—No. Si no despierta pronto me temo que no habrá de otra que dejar que los guardianes hagan su trabajo. Nadie demora más de tres semanas en despertar. —Volvimos a quedarnos en silencio por un segundo. Ella se sentó a mi lado, en el sofá que era mi puesto por muchas horas al día—. Adrián no lo está llevando bien. Sé que se escabulle todas las noches cuando ya te has ido y se queda un buen rato aquí… Puede que contigo no lo fuera mucho porque ha cambiado un poco, pero él era el que traía la mayoría de las risas aquí, aunque ya no viviera con nosotros. De tener que dejarlo ir no sabríamos cómo decirle a Adara que su hermano favorito ya no está, y tampoco sé cómo podríamos afrontar nosotros eso.

—Se pondrá bien, sé que lo hará —dije, intentando convencerme a mí misma de mis palaras. Tomé una mano de Belén y otra de Alan—. ¿Por qué Adara no ha venido?

—No queremos que lo vea en este estado. Además, ha estado reacia a hablar de él. No sabemos qué sucedió la última vez que se vieron, pero no puede ser nada bueno. Tal vez por eso demore tanto en despertar, mi niño tiene cosas grandes sobre sus hombros.

Reí al escucharla. Agradecía que Belén fuera tan… ella, e intentara hacerme reír a pesar de la situación y la implicación que tuve en ella.

—Seguramente le habría molestado que lo llamaras así.

—Oh, no lo dudes, pero lo hubiera disimulado por miedo a que yo me enojara con él o dijera algo que podría haberlo avergonzado frente a ti. —Solté otra risa.

—No me gusta que esté con sus ojos cerrados. Las vendas y lo demás puedo soportarlo, pero el verlo de esa manera… Me siento demasiado culpable por todo esto. De seguro sí me odias un poco porque sabes que tengo demasiado culpa en que esté así.

—Debería odiarte, sí. Soy tu suegra, debo buscar razones para hacerlo, pero también logro entenderte. Culpo a los vampiros, ellos fueron los que hicieron muy bien su trabajo y lo habrían logrado de esta u otra manera… Agradezco que el destino haya jugado así, alargando el tiempo para que sintieran el vínculo con el otro, porque de otra manera no lo habrías sentido. De otra manera la situación sería muy diferente, Alan no estaría aquí, ni Trevor, ni Kiona.

Suspiré.

—Aun no entiendo cómo sucedió todo. No entiendo por qué no me bloquearon de la mente de Alan como lo hicieron con Axel y Alice. —Belén me tomó de la mano, apretándola lo suficiente para que le prestara atención a ella y no a Alan.

—Ya Rich te dijo que han interrogado a Braham. Nadie tenía certeza de que fueras su compañera y no se iban a imaginar que tuvieras más de un lazo con Alan, cuando intentaron bloquearte no lo sabían hacer, de por sí es difícil bloquear a tu compañero cuando solo tienes un poder con él.

Me quedé en silencio, fijándome en el reloj. Era tarde. Me había quedado dormida y gracias a eso se me había hecho más tarde que de costumbre.

—Debo irme, mis padres deben estar esperándome.

—No es bueno que pases del instituto hacia acá. Debes descansar. —Asentí, de acuerdo.

—Lo sé.

—Te llamaré si hay noticias nuevas. Hasta mañana, Abril. —Asentí y tomé mi mochila. Ya era tarde.

—Hasta mañana. —Sonreí con desgana cuando salí.

No había mejorías con Alan en esas dos semanas. Algunas de las heridas seguían sin cerrar del todo. Belén me había explicado que eran las heridas hechas con alguna parte del cuerpo de algún vampiro. Las heridas que ellos le hacían a un licántropo podrían demorar en sanar hasta mucho más tiempo que las hechas con plata.

Froté mis ojos al salir. La casa ya estaba a oscuras, con la mayoría de sus habitantes dormidos y solo las antorchas de la salida iluminando el camino.

Me metí con cansancio en el auto. No dormir lo necesario me estaba pasando factura, aparte de que mi periodo había llegado con atraso, lo que significaba un poco más de indisposición. La tristeza que sentía por Alan y su estado también jugaban un papel importante en el cansancio que sentía, tanto físico como mental.

Había evitado a todos por vergüenza. Había estado en uno de los interrogatorios con Rich y Braham, así que me había dado de cuenta de varias cosas, como que Alan nunca había estado en el pueblo con Evoleth, que en sí me habían hecho olvidar casi que de mis amigos e ignorar todo mensaje y llamada que me hicieran y se habían metido en mi mente varias veces. Otras, según Braham, había una barrera demasiado fuerte como para al menos intentar meterse allí. Ni siquiera él lo había podido.




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