Luz ©

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Mes 01, día 24/4.110

He tenido tiempo para pensar, para ver cada cosa que no vi en su momento, incluso los pequeños gestos, las miradas duras y que en ese momento me parecían indescifrables ahora toman sentido. O van tomándolo poco a poco.

Trazo la línea vertical al lado de las otras dos y miro que en total hay ocho líneas en la pared. Ocho días aquí encerrada, sin saber de nadie, sin ver a nadie. Sola.

Me preguntó si mamá estará preocupada por mi. Tal vez ella sabía sobre esto o tal vez papá es un ser mentiroso, embustero y manipulador que ha de estar dándole alguna mala explicación a mamá de mi desaparición.

Y William.

Mi hermano.

Recuesto mi frente en la pared y trato de contener el llanto.

Sí tan solo supiera que él y los demás están bien. Sí tan solo supiera que Wendell no les hizo nada, que están lejos de su alcance.

Sorbo por la nariz y golpeo la pared con la cabeza varias veces.

Estoy desesperada. Necesito saber de mi hermano, de mis amigos, de mi madre. Necesito ver a Wendell una vez más y saber qué es lo que quiere de mi, qué.

Respiro profundo y trazo las ocho líneas en la pared con las yemas de mis dedos. Ocho días es mucho tiempo. Demasiado.

Una sensación de calidez me invade y siento como si alguien estuviera conmigo, transmitiéndome calor. Me separo de la pared y miro a mi alrededor para encontrar lo mismo que he encontrado las otras veces que he sentido lo mismo mientras he estado aquí. Nada.

La presencia de esa calidez solo trae a mi mente el recuerdo de Xander y su expresión la última vez que lo vi.

Estaba tan dolido, decepcionado.

Y no lo culpo. Soy la hija del hombre que asesinó a su hermana, soy la hija del hombre que le ha causado dolor a su familia, que les ha quitado una parte importante de sus vidas. Soy la hija de un monstruo, de un hombre sin corazón.

Formo una esfera de luz en mi mano, pensando en mi padre, en que en este momento está frente a mi y me siento optimista al pensar que si yo lanzo esa esfera, está lo golpeara y le devolverá un poco del daño que ha causado.

Pero no es así. Y lo sé. He tenido suficiente tiempo conmigo y mis pensamientos para saber que, en este momento, soy una persona incapaz de atacar directamente a otra y eso me mata, me consume y el solo hecho de que piense y tenga esos sentimientos me hace sentir peor porque, soy la blanca, se supone que el aura blanca transmite paz, luz, amor, pero en estos momentos esos sentimientos no están en mi lista. Hay otros. Otros sentimientos que me hacen preguntarme tantas cosas.

¿Si me hubiera resistido?

¿Qué tal si en lugar de dejar que me alejaran de mi hermano y mis amigos yo hubiera atacado y vuelto con ellos?

¿Qué tal si hubiera ido detrás de Xander?

El estruendo de la pesada reja abriéndose me saca de mis pensamientos y me hace ponerme derecha, firme. Doy media vuelta y encuentro a mi padre ingresando en la pequeña cárcel en la que me tiene.

-Buena tardes.

-La educación no te queda -Espeto de vuelta. Su expresión no cambia y la mía tampoco, así que supongo que decide que inspeccionar la celda es más importante que yo. No me extraña. Nada me extraña de él.

-Así que has dejado de intentarlo. -Comenta. Sé que se refiere a golpear las paredes y las rejas porque desde que llegué aquí, es todo lo que he hecho. Tratar de salir de aquí golpeando todo lo que esté a mi alcance. La cosa es que, las paredes de la celda y la reja tienen un campo electromagnético que de alguna manera anula mi aura, mis ataques, porque, cada vez que lanzó una esfera, de lo que sea, está solo desaparece cuando alcanza el campo. Me he rendido con esa parte, pero no estoy del todo vencida.

-No te confundas. Deje de golpear la reja y las paredes, pero no he dejado de intentarlo -Él deja de mirar el lugar y centra sus ojos en mi.

-Deberías dejar de hacerlo. Pero ahora eso no me interesa. He venido a que tengamos una conversación de padre e hija -Me sonríe como lo hacía antes y eso solo hace que un cuchillo se clave en mi pecho. Voy a responder a su provocación cuando dos soldados y un hombre vestido con una bata de laboratorio ingresan en la celda. Instintivamente me muevo hacia el fondo.

Los tres hombres observan a Wendell y él, sin darle mucha importancia a mi acto, se acerca a la reja y estira su mano tomando algo. Una silla.

-Veras, Anie, he descubierto algo interesante sobre ti -Arrastra la silla hasta el lugar donde estaba antes y se deja caer en ella- Un pajarito me dijo que en alguna ocasión, leíste la mente, entonces yo pensé que podrías hacer eso con la mía y voy a curarme en salud -Vuelve a sonreírme, pero esta vez su sonrisa me parece una sonrisa siniestra, llena de algo que me hace tener miedo- Procedan -Abro mis ojos alarmada cuando los dos soldados avanzan hacia mí sin detenerse y grito cuando me sujetan por los brazos y me pegan a la pared, la parte delantera de mi cuerpo presionándose contra la fría roca.



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En el texto hay: magia, primer amor

Editado: 31.01.2024

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