En la casa del alfa de la manada luna roja
Leonardo: pensé que seguirías durmiendo, mi luna. Nada más que me perdí la presentación de mi hermana por estar a tu lado y cuando le explique lo que paso sé que lo entenderá.
Mariana: mi lugar es estar con la luna de esta manada. Seguramente debe de estar preocupada por mí al saber que no estoy cerca de ella.
Leonardo: mi hermana está bien y te recuerdo que nosotros todavía no hemos terminado nuestra conversación y prefiero dejar las cosas claras ahora que estamos solos.
Mariana: entonces te escuchare y quiero que me prometas que hasta el día de mañana hablaras con tu familia para decirle que yo soy tu luna.
Leonardo: algo que no me gusta hacer es esperar. Además, yo no le puedo ocultar nada a mi familia y será mejor que te presente ante ellos.
Ella sabia que no podía huir de él, porque Leonardo siempre la encontraría. Mariana acepta que lo hago y ella se sorprende al darse cuenta de que estaba en una de las recámaras de los invitados
Mariana: nunca debiste traerme a este lugar. Porque yo soy una sirvienta y mi lugar siempre será estar en la cocina, aunque ahora me convierta en tu luna.
Leonardo: ya nunca más serás una sirvienta, ya que a partir de este día serás mi pareja eterna con la que compartiré mi vida para siempre.
Él se acerca a Mariana para ayudarla a levantarse de su cama. Además, había llegado el momento de presentarle ante sus padres y estaba seguro de que estarían felices por él
En algún lugar lejano de la manada
James: elegí este lugar. Porque es demasiado solitario y aquí podemos estar toda la tarde, nada más que debemos regresar, ya que tu familia nos estará esperando.
Lucía: debemos de regresar a tiempo. Ellos no deben de preocuparse por nosotros y todavía no me has dicho a qué lugar hemos venido.
James: te he traído a un lugar lejano donde tomaremos asiento y mi intención de hacerlo es que necesito describirte como se ve el atardecer en nuestra manada.
Lucía: eso seria un hermoso detalle. Pero gracias a ti podre imaginarme como será y sobre todo estarás a mi lado, aunque todavía no puedo evitar lamentarme no tener luz en mis ojos.
James: sabes lo que pienso de eso. Solamente que de nuevo necesitare decirte que no me importa que seas ciega, ya que te voy a amar para toda la eternidad y esa es la manera de amar de los hombres lobos.
Lucía: se te olvida también que yo soy un ser sobrenatural de nacimiento. Recuerda que entiendo perfectamente las reglas de los hombres lobos a la perfección y tampoco debes de olvidar soy la hija de un alfa.
James: por supuesto que no lo he olvidado. Ahora debemos de esperar a que se haga más tarde para poder describírtelo y estoy seguro de que no soy bueno haciéndolo y la intención es lo que cuenta.
Lucía: tienes razón y nunca olvidare esta tarde donde tu hiciste esto por mí, ya que siempre me imagine como seria mi vida a tu lado si me aceptabas.
James: te aceptaría sin importarme nada. Además, nuestro destino es estar juntos y la mejor manera de ser feliz es únicamente aceptándolo.
Lucía: sin ti seguiría viviendo en la obscuridad. Pero la diosa luna te dio la oportunidad de encontrarme y sabes que debes de amarme, ya que ella lo decidió así.
James: mi alma y la tuya simplemente se encontraron para que fuéramos felices. Nada más que ese destino era el que nos esperaba.
Ellos toman asiento para poder seguir con su conversación y de esa manera se llegó el atardecer. James se lo describe como si fuera algo realmente hermoso y ella tenía que agradecerle por la intención de haberlo hecho, así que Lucía lo único que hace es sonreírle, solo que él se acerca a ella para darle un beso y cuando termina de hacerlo se separa de ella