CAPITULO 12

Mi madre no dejaba de observarme, mientras yo, rápidamente recogía mis cosas, corriendo de un lado a otro por toda la casa. Volví a mi habitación por un abrigo y al salir mi madre me mataba con sus verdes y enormes ojos.

-¿No dijiste que era tu amigo? Lo besaste frente a mí.

-Lo era mamá, cuando llamaste ayer, aún lo era.

-¿Entonces?

-Ayer se me declaró, y le dije que sí.

-¿Y se queda a dormir?

Entendí a mamá, su preocupación era que hubiéramos dormido juntos, tengo diez años viviendo sola y ahora se preocupa por mi vida sentimental.    

-Mamá, ¿qué es lo que te preocupa exactamente? Estaba cayendo una tormenta terrible. No pude enviarlo de vuelta a su casa. Y no te voy a dar más explicaciones.

-No hagas cosas buenas que parezcan malas.

-No me dijiste a qué hora llegarías mamá. No me gustan estas sorpresas. Dime algo ¿te viniste más temprano, para ver si Andrés se quedaba a dormir?- Mamá se mantiene en silencio y agrega:

-No, quise llegar temprano por el tráfico.

-Espero que así sea, mamá, no tengo nada de qué arrepentirme. Tú eres quien entra a mi casa sin avisar.

-Tengo llave ¿para qué me la diste?

-Porque eres mi madre, y puedes venir aquí cuando quieras, pero acostúmbrate a éstas sorpresas, porque quizá no sea la última vez que se quede a dormir.

-¿Contigo?

-Conmigo o en el sofá…-le señalo las cobijas, que aún se encuentran dobladas en la sala-. Tú eres la que piensa lo peor. Y ultimadamente es mi vida.

-Eres mi hija, eres soltera, no quiero que vayas a hacer una tontería.

-Este sermón debiste habérmelo dado cuando tenía quince años… pero no estabas mamá- guardó silencio. Mi madre, tras el divorcio se fue a vivir a San Miguel de Allende. Mi hermana y yo nos quedamos a vivir con el abuelo, aún vivía mi abuela. Papá, se marchó a vivir a Cancún y sólo lo veíamos en las vacaciones.

-Bien, no me voy a meter en tu vida.

-Gracias mamá. Nos vemos en la delegación, aquí está la tarjeta de Jaime el abogado por cualquier cosa, y procura ser paciente con esta situación, Ángela te necesita. Y por favor, se amable con Andrés que bastante bochornosa ha sido tú sorpresa.

Mamá se queda algo agobiada. Sabe que invadió un poco mi intimidad. Una cosa es que pueda llegar a casa cuando quiera, y otra que se meta en mi vida de esa manera. Ya no soy hija de familia. Desde que murió el abuelo y se separó de mi padre, Ángela y yo tuvimos que ser independientes. Ella se volvió a casar e hizo su vida. Muy oportuno le cayó la independencia de sus hijas en aquel momento.

Llevé a los perros al jardín. Cerré la reja y nos marchamos en la moto de Andrés.

-No tardo- dijo mientras entrabamos a su departamento- sírvete algo si quieres.

Su departamento es muy bonito. Mucho más lujoso que mi casa. Chimenea de tecnología, aire acondicionado, calefacción, piso de mármol, muebles de diseño… La cocina de revista, claro, dudo que la use.

No tardó nada. Al volver, entró a la cocina y sacó unas pastillas.

-Vitaminas- aclara- ¿Cómo te fue con tu mamá?

-Bien, pero bueno, sabes está sorprendida… Cuando ella comenzó a andar con Philip iba y venía. Viajaban, al año se casaron y se marcharon a Taxco. Yo tenía como diecinueve años, vivo prácticamente sola desde que se separó de mi padre. Ángela y yo vivíamos con el abuelo, pero el abuelo se la pasaba en San Miguel en el hotel hasta que enfermó. Que ahora venga a pedirme cuentas, ¿sabes? me hizo sentir como si estuviera haciendo algo muy malo, y creo que fue todo lo contrario.

-El problema es que ya no somos amigos.

-¿Problema?

-Es tu mamá, siempre se va interesar en tus problemas.

-No tiene derecho a cuestionarme de mi vida después de que nos ha abandonado.

-¿Eso es lo que sientes?

-Sí.

-¿Ella lo sabe?- negué con la cabeza.

-No, siempre discutimos por tonterías. No puedo tener una conversación normal con ella. Tiene el mismo carácter de su padre.

 -Creo que es importante que lo hables. Estoy seguro que no lo hace por mal, ha estado tan lejos de ti, que me da la impresión de que lo que ella desea es saber más de tu vida.