Ingreso con prisa a la tienda más cercana a la entrada del centro comercial. Esperaba no tardar demasiado, solo será una compra de 5 minutos como máximo.
No hay forma en que se pueda alargar más el tiempo para hacer algo tan simple como comprar un anillo de compromiso. ¿Cierto?
Realmente me molesta tener que hacer esto, pero no tenía opción. Mis padres fueron muy claros: el compromiso con Alexa se tenía que realizar durante la cena de Navidad que acostumbran realizar todos los años y para eso faltan escasos días, caso contrario tendría que olvidarme de la vida de lujos y holgazanería que tenía gracias a ellos.
Soy el último hijo de una adinerada familia, la cual se enorgullecía de tener una larga lista de antepasados empresarios que supieron amasar una fortuna gracias a su habilidad en los negocios, así que mi vida estaba asegurada desde varias generaciones atrás.
Mis hermanos mayores ya se hacían cargo de los puestos más importantes en las diferentes empresas familiares, yo solo era la infaltable oveja negra pues no sirvo para los negocios. Estar sentado en una oficina, asistir a largas reuniones y cenas de negocios, no es lo mío.
Estudié arquitectura a pesar de que a mis padres no les gustó la idea, querían que estudiara negocios, administración, contabilidad o derecho, cualquier carrera que ayudara a seguir haciendo crecer su imperio.
Aunque esa carrera no era lo que realmente quería, fue lo único que aceptaron luego de largas “negociaciones”. Un claro ejemplo de que no sirvo para negociar, pues mi verdadera vocación y pasión es la música.
A pesar de todo, había terminado la carrera hace un par de años atrás.
Actualmente, tenía 25 años y mi único aporte a la familia, según mis padres, sería casarme e intentar tener hijos varones, ya que mis hermanos mayores, aunque ya casados, solo tuvieron hijas.
Mis padres esperaban ansiosamente un nieto que heredaría la fortuna familiar y daría continuidad al apellido.
Para mí aquello era una idea prehistórica, pero si no quería dejar la vida fácil que hasta ahora había llevado no tenía opción: debo casarme.