Luz y oscuridad.

CATORCE

Maratón 4/5

Los nervios a mil, la angustia apoderada de mi cuerpo, la ansiedad afectandome mientras espero en la sala con Lesly a Maximiliano y a Demián, hoy han ido a la ciudad arreglar cualquier problema que tengan y así poder irme a casa, una semana bajo su cuidado, ha sido increíble estar con el, pero justo ahora, es horrible por lo que estoy pasando.

No los hemos llamado porque no sabemos en lo que pueda estar pasando.

Jessi aparece con jugo en las manos y nos los ofrece.

—Buenos días señoritas.—Le devuelvo la sonrisa ya que no puedo emitir nada.

Ella se va de nuevo por la cocina a limpiar todo. Estoy caminando de un lado a otro ansiosa, Lesly mira su celular comiéndose las uñas.

Tienen dos horas que se fueron, y no llega ni siquiera un mensaje de ellos diciendo que están bien.

Mi luz de esperanza enciende cuando abren la puerta, pero se vuelve apagar cuando no es ninguno de ellos.

De hecho no se quien es.

Los tres nos miramos con el ceño fruncido, aunque el todavía mas.

—¿Quienes son ustedes?—Su voz grave me sorprende muchísimo, pero lo que mas me sorprende, es que me parece familiar.—¿Que hacen en mi casa?

Nos quedamos paralizadas por la voz demandante que tiene.

Jessi aparece y se queda mirando al señor con sorpresa.

—Señor Lee, me alegra verlo.—Dice ella.—No sabía que vendría.

—Jessi quienes son estas chicas.—Pregunta, dejando una maleta cerca del sofá.

Ella nos mira y luego lo mira a el.

—Vienen acompañadas por su hijo.—Responde entonces.—Llegaron hace tres días.

Entre todos los sorprendidos, el parece aun mas.

—¿Mi hijo esta aquí?—Pregunta el, mirándonos.—Quiero verlo.

¿Y ahora que digo?

—Eso no podrá ser...—Intervengo. Mis mejillas se enciende cuando su mirada se posa en mi.—No aun, esta en la ciudad, ha ido esta mañana, ya debe estar por llegar.

El asiente con la cabeza.

—¿Puedo saber al menos el nombre de ustedes?—Inquiere, mirando a Lesly y a mi.

—Eh...Si, me llamo Hannah.—El sonríe ligeramente y es ahí cuando noto un parecido a su hijo.

Joder, son idénticos, con la diferencia de que a uno se le notan los años mas.

—Yo soy Lesly.—Mi amiga se levantan y le sonríe.

El nos mira con los ojos entrecerrados y nosotras estamos mas paralizadas que una estatua.

—Lo preguntaré, ¿Quien tiene una relación con mi hijo?—Lesly me empuja y me deja sola ante el peligro.—Hannah, ¿cierto?

Trágame tierra.

—Si...pero no tengo una relación con Max.—Digo rápidamente. A el le brilla la mirada al escuchar como le digo a su hijo.—Solo soy mejor amiga de la novia de Demián.

Señalo a Lesly, el parece divertido con la situación cuando Lesly se sonroja.

—Bueno pues...Mentira no es.—Ella sonríe tímida.

Jessi ayuda a subir las maletas a la habitación del señor.

—¿Hace cuanto conoces a mi hijo?—Yo me remuevo nerviosa en el sofá.

—Un mes aproximadamente.

El asiente con la cabeza y sonríe.

Justo en ese momento llegan ellos. Aunque tengo millones de preguntas, decido disimular y hacer como si no me estuviera muriendo de angustia hace unos minutos.

El se queda en la puerta mirando a su padre.

—Papá, ¿Que haces aquí?—El llega hasta donde estamos.

—Es mi casa. Me sorprende que tu estés aquí.—Demián se sienta al lado de su novia que lo abraza de inmediato.—Acabo de conocer a tus amigas.

El se gira hacia a mi y sonrío tímida.

—Iré hacer las cosas de la universidad en la habitación.—Dios mio, si no puedo con una mirada intensa, mucho menos podré con dos.

El asiente con la cabeza y le sonrío a el Señor Lee.

Subo las escaleras y me meto en la habitación, una vez mas hoy es viernes, saco la libreta y prendo el portátil para hacer las asignaciones.

No me concentro.

Por mas que quiero hacer las cosas, no puedo.

Así pasan los minutos en el que cierro los ojos, intento despejar la mente y poder concentrarme pero la curiosidad es demasiado grande.

No debo adentrarme tanto a su vida, es privada y nos conocemos de un mes, eso no es motivo para que me cuente todas las cosas.

Justo cuando pienso en eso, él aparece en la habitación. Lo miro bastante tensa y sin decir nada cae de rodillas al piso, dejando que su cabello caiga en la frente.

Alarmada voy corriendo hacia donde está el, y me lo encuentro con sus ojos azules y una sonrisa que ha sido las mas hermosa entre tantas que el me ha regalado.

—¿Que ha pasado?—Pregunto en un susurro.—¿Estas bien?

—Mejor que nunca.

—¿Que ha pasado?—Vuelvo a preguntar.

El sigue con una sonrisa encantadora.

—Volverás a casa sin preocuparte de nada.—Me responde en un susurro.—Ya no estas en peligro, preciosa.

El corazón me late con rapidez por la emoción que siento al escuchar aquello.

Lo abrazo fuerte y me devuelve el abrazo, escondiendo su cara bajo mi cuello, siento su calor y me aferro a el, dejando que mis lagrimas caigan por mis mejillas.

—¿Como lo hiciste?—Pregunto, quitándome las lagrimas de los ojos.

El evita mi mirada y frunzo el ceño.

—Les debía dinero, mucho dinero.—Murmura, sentándose con las rodillas juntas.—Pude conseguirlos a tiempo.

—¿A tiempo de que?—Pregunto.

—Eso ya no importa.—El me mira con intensidad.—No se meterán contigo.

La pregunta sale de mi boca involuntariamente.

—¿Y contigo?

El se queda en silencio, mirando hacia la ventana. Me levanto y el hace lo mismo, aunque pone una mueca leve, intento no prestarle atención para no desviarme del tema.

—No puedo salirme de esto fácilmente.—Me dice, haciendo que mi corazón se arrugue.—He intentado hacerlo, pero si lo hago, van a matarme.

Sigo mirándolo.

—Hice un trato con ellos y es que, te dejaran tranquila si sigo perteneciendo a ellos.—Las lagrima se aproximan de nuevo cuando me dice aquello.




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