Luz y oscuridad.

VEINTE

Tengo una sensación demasiado desagradable y agradable a la vez cuando veo el coche de Max al salir de la Universidad. Después de la conversación con Luke, la verdad me ha sentido demasiado bien, pero a la vez, muy mal. El hecho de que Maximiliano no pueda salir de donde esta metido me da un golpe seco en el pecho, porque yo no puedo hacer nada, tampoco se que es lo que lo tiene tan tenso, por lo que no puedo ayudarlo.

Me acerco al coche, mirando fijamente la ventanilla por lo que se que Maximiliano me esta mirando, puedo sentirlo.

Bajan la ventanilla y, efectivamente, tengo dos ojos azules clavados en mi. Sonrío un poco, me es inevitable, podre estar demasiado enojada pero no puedo evitar sonreírle cuando lo veo.

A veces me siento patetica.

Hoy no tengo cita con el psicólogo y practicamente, hoy no estará nadie en mi casa, asi que prefiero pasar el día con el.

—Buenos dias, preciosa. ¿Te llevo algun lado?—Me dice con una sonrisa.

—Dicho asi pareces un pervertido acosador.—El ríe suavemente. Quita el seguro de la puerta del copiloto y me subo.

—No soy acosador.—Protesta. Lo miro con una ceja enarcada.—Si, lo otro si.

Río suavemente. El sale del estacionamiento y llegamos a su departamento. Lo espero en el ascensor cuando el saca algunas cosas del coche.

Llega a donde estoy yo. El pulsa el botón del ultimo piso y en menos de nada, yo ya me estoy lanzando en el sofá con mucha confianza. A el no parece importarle mucho. Luego de dejar las cosas en la cocina, se acerca a mi, hasta sentarse a mi lado.

—¿Como te ha ido?

Resoplo, y lo miro.

—Explicaciones que no entendí ni un poco.

El sonríe divertido y yo me muerdo los labios nerviosa.

—Oye...

—¿Quieres algo de comer?—Me interrumpe. Yo lo miro de reojo con una mueca. Al final, asiento con la cabeza.—¿Pizza? ¿Hamburguesa?

—Vamos a cocinar—Le digo. El pone una mueca de disgusto.

—¿Por que? Dejemos que los demas hagan las cosas por nosotros.

Niego con la cabeza y me acerco a la cocina. Busco cada cosa, que necesito. Si Lesly se ha quedado aquí estos ultimos días, estoy segura que algo ha de haber.

Bingo.

Saco el Spaggueti de unos de lo gabetines. Pongo una olla en la hornilla con agua esperando que hierva. Maximiliano me mira siguiendo todo lo que hago, aunque visualmente no logrará nada.

—¿Quieres ayudarme?—Pregunto. Acercandome a el.

—Estoy bien aquí.—Sonríe como angelito. Lo miro fijamente y el borra la sonrisa.—Pero pensandolo bien, necesitas ayuda.

Sonrío divertida cuando me encuentra en el camino.

—Pues manos a la obra.—Caminamos hacia la cocina.

Al cabo de unos minutos, unos laaaaargos minutos, estamos sentados en el sofá con nuestra comida, viendo televisión.

La comida, no es por presumir, pero ha quedado deliciosa. Y el, se ha dado cuenta, porque come casi que sin respirar.

El ha sido el primero en terminar de comer. Solo le queda tomar jugo de piña que el ha elegido hacer.

El me mira de reojo, y se que quiere decirme algo. Termino de comer a los dos minutos y soy yo la que lava los platos.

¿Estaría bien que le diera un tiempo para que resuelva lo que tiene que hacer? ¿O pensar? Se en donde esta metido pero, me duele verlo de esa manera, ademas, el no me lo ha dicho, puede que sienta algun peso y creo que...si, sera mejor pedir un tiempo, para el.

Me acerco de nuevo y me dejo caer. Mientras vemos televisión, me pasa un brazo encima de mis hombros, hecho eso, me da un beso en la mejilla.

No quiero hacer esto. Pero debo hacerlo, ¿verdad? Es por su bien.

—Yo...

—Gracias por no dejarme solo.—Me interrumpe.—Lo necesitaba.

—¿Estas bien?

El suspira y me da un beso suave en los labios.

—Si estas conmigo, todo esta demasiado bien.—Mi corazón se acelera.

No, no puedo decirselo.

—Sabes que estoy para ti.

Y así, nos pasamos todo el resto del día, mirando peliculas.

Son aproximadamente las cuatro de la tarde cuando Dylan y Demián aparecen. Dylan al verme me sonríe.

—Hola, Hannah Montana.—Me dice, sentandose en el sofá individual.

El pelinegro se contiene una risa. Le doy un codazo que no lo hizo ni parpadear.

—¿Por qué se lo dijiste?—Pregunto en voz baja al pelinegro.

El me mira, divertido.

—Yo no se lo dije.— Me responde. Miro a Dylan, indignada.—Es imposible dejarlo pasar teniendo en cuenta tu nombre, Montana.

—¡No me digas así!—Exclamo. Dylan nos mira con curiosidad y Max solo sonríe, burlón.

—No aguantas presión, Hannah.

—¿Tu aguantarias un puñetazo de mi parte, Max?—Inquiero con una ceja enarcada.

—Por ti, aguantaria cualquier cosa.

Pongo los ojos en blanco, aunque lo cierto es que si me he sonrojado un poco. Dylan por su parte, nos mira asqueado y camina hacia la cocina, sentandose en los taburetes. Demián parece divertido cuando lo ve.

—Que asco da el amor. Le ablanda el corazón hasta el que se supone que es John McClane.—Maximiliano lo mira mal. Demián estalla en carcajadas mientras yo solo sonrío.

Ellos siguen hablando de no se que carrera el sabado en la noche. Me tenso al escucharlos porque le han preguntado a Max.

—¿Tu correras?—Indaga Dylan. Maximiliano no dice nada, supongo que es para no hacerme sentir incomoda, pero al final, tiene que dar una respuesta.

—Lo mas seguro.—Murmura. Puedo notar lo brusco de su respuesta, por lo que se, aunque no este mirando, que fulmina con la mirada al pobre Dylan.

Los olvido a ello, ya que mi móvil ha sonado en un mensaje. No tengo al remitente agregado, asi que dudo mucho en abrir el chat; sin embargo, lo hago. La curiosidad es más grande.

Mi corazón se acelera cuando leo:

Si sabes que has cometido un grave error al meterte conmigo, ¿no?




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