Luz y oscuridad.

VEINTITRÉS

—Vale, ¿puedes explicarme que es lo que pasa y por qué tanta urgencia? —Inquiero.

Ella suspira y mira hacia el pasillo para ver si no viene nadie.

—Algo ha pasado, Hanny. No me quiso decir qué, pero me dijo…no, me ordeno que fuésemos a casa de Lesly.

La miro con una ceja enarcada.

—Nicolle, sabes algo pero no me quieres decir el qué.

Ella vuelve a suspirar, exasperada.

—Bueno si, pero no puedo decírtelo aquí. —Se sienta a mi lado de la cama. —Es sobre Bestia, ya sabes…

Oh, ya veo.

— ¿Está bien? ¿Le pasó algo?

Niega con la cabeza frenéticamente.

—No, pero…vamos, Hanny. El te lo dirá.

La miro, resignada. 

—Espero que sea importante. —La señalo con el dedo acusador.

Estemos claros, aunque no lo fuese, si esta en encontrarme con Maximiliano, no me lo pensaría ni un solo segundo. Sabemos que no podemos andar viéndonos siempre como si no estuviéramos en peligro los dos, y mi padre, claro. No entiendo cual fue el motivo por el que el señor Walker metió a mi padre en esto, se sabe que no tiene la culpa pero, es evidente que me metí con su familia, sería lo obvio que él se metiera con la mía.

Agarro una mochila lo suficientemente grande para meter ropa. Lo bueno es que hace unos días salí de vacaciones por la navidad que es dentro de tres semanas. Aun no tengo nada planeado, aunque tampoco es que me entusiasme mucho la idea.

Vale, nos estamos desviando del tema.

Minutos más tarde tengo todo listo. Tomo el diario que me llevo ahora para todos lados, el móvil y algo de dinero.

Asiento con la cabeza y salimos de mi habitación ya listas, encontrándonos con mi padre, quien nos mira con una ceja enarcada.

— ¿Vas de salida? —Inquiere.

—Sí, vamos a pasar dos semanas donde Lesly. —Me excuso, mirando a Nicolle que evita la mirada de mi padre a toda costa.

— ¿Por qué tanto tiempo?

— ¿Quieres que te responda eso?

El se cruza de brazos, mirándome. Suspiro, mirándolo también.

—Pasaremos estas dos semanas de vacaciones en casa de ella. —Digo simplemente, sin entrar en detalles. —Iremos a varios lugares todos los días, o bueno, fue lo que se ha planificado.

Asiente con la cabeza.

—No se pasen el límite del alcohol.

Pongo una mueca sabiendo que cada vez que bebo, me emborracho.

—Lo tendré en cuenta.

Bajamos las escaleras y nos encontramos con un coche desconocido para mí, es un deportivo rojo. Nicolle saca las llaves y me sorprendo cuando veo que es ella quien va hacia la puerta del conductor.

—No sabía que manejabas. —Le digo, sorprendida.

Ella se encoje de hombros con una sonrisa.

—Criarte con dos chicos amantes a los coches tienen sus ventajas.

No digo nada más. Me he acostumbrado tanto a la velocidad de Max y Demián que al manejar Nicolle me parece demasiado lento.

La cosa es que llegamos a los diez minutos a la casa de Lesly, donde esta solo un coche que si es conocido para mí.

Los nervios crecen en mi interior. Mi corazón se acelera cuando Nicolle y yo llegamos a la puerta. Lesly parece saber de nuestra llegada porque abre la puerta cuando apenas nos acercamos al timbre.

—¡Por fin! —Exclama mi mejor amiga. Se lanza hacia a mí, abrazándome con fuerza. —Estas bien, joder. Estás bien.

Frunzo el ceño, mirándola.

—Sí, pues…nos vimos hace días y te diste cuenta que estaba entera. —Digo, confusa por su actitud.

Cuando ella me suelta, nos da paso para entrar a su casa que ya se me de memoria cada rincón como si fuese mía.

En el salón están todos los chicos reunidos, tensos. Joder, se nota que están verdaderamente tensos. Se nota a leguas.

Me acerco a ellos, dejando mi mochila al pie del sofá grande. Maximiliano se acerca a mí a paso apresurado y me toma las mejillas con ambas manos. Tiene la mirada, preocupada, rota…no lo sé.

Ahora es que me doy cuenta de lo grave que está siendo esto.

La pregunta está grabada en mis ojos, lo sé por la forma en la que me mira, no sabe como decirme lo que pasa. A veces me gusta conocerlo, pero otras veces no.

Sé que no va a gustarme esto, ya no me está gustando cada segundo de lo que me está pasando.

— ¿Todo estará bien? —Pregunto entonces, mirándolo esperanzada. — ¿Todo saldrá bien?

El abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla, mirándome.

—Prométeme que todo estará bien. —Susurro, cerrando los ojos.

Siento sus brazos rodearme, ofreciéndome el calor corporal único que me da. Ese que le da tranquilidad a mi alma, reparando un corazón que él no rompió.

—Voy a cuidarte, Hannah. —Murmura, apretujándome más a él. —Seré yo quien lo haga hasta que deje de respirar.

Y con eso me confirma que estamos en el ojo del huracán.

Al soltarme, me encuentro con Dylan, Demián, Luke, la novia de Luke y una morena que se me hace bastante conocida pero no la ubico.

—Hola, Hannah Montana. Cuanto tiempo, ¿verdad?

Miro mal a Dylan que tiene su típica sonrisa, divertida. Hoy no puedo ser menos agradecida con ellos, han creído en mí después de todo.

—Yo…Quiero pedirles disculpa por…ya saben, lo que hice. —Murmuro, mirando a cada uno avergonzada. —Fue una decisión desesperada y cuando la tome, me sentí culpable.

Ellos me miran sin decir nada, pero esta vez solo miro al pelinegro y al moreno, quien ha estado más tiempo conmigo y me han hecho sentir tan en confianza.

—Nunca estaría en su contra y eso lo saben. —Finalizo, mirándolo con los ojos aguados.

Demián sonríe, acercándose a mí.

—Siempre confié en ti, Hanny. —Me abraza y solo con ese acto, me demuestra que dice la verdad.

Asiento con la cabeza, dejando que mis lágrimas deslicen por mis mejillas. De verdad que no merezco este abrazo, no merezco que estén todos aquí conmigo, cuidándome de lo que sea que hagan.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.