Luz y oscuridad.

VEINTICINCO

Me seco las lágrimas cuando estoy en el baño. Lesly se ha quedado anoche conmigo y mi hermano. No se han despegado de mí en ningún momento y se los agradezco. Ahora mismo siento que voy a flaquear y a derrumbarme por falta de fuerza.

Maximiliano está haciendo unas cosas con Demián sobre una llamada de un tal Mason con otro tipo, no entendí muy bien la verdad. Solo sé que iban a hacerle una trampa a esa persona por esa llamada tan comprometida. El no verá el móvil hasta dentro de unas horas, así que cuando llegue al aeropuerto le mandare un mensaje. No estoy muy segura que diré pero al menos me voy a despedir.

Tengo los ojos hinchados de tanto llorar, la nariz roja y las manos temblorosas.

Estos últimos tres días han sido tan tristes que no los aproveché como debería haberlo hecho.

— ¿Lista? —Inquiere Lesly con un tono de voz muy melancólico.

Asiento con la cabeza. Adam agarra mis maletas donde llevo mis pertenencias, mi padre y mi madre están abajo esperándonos.

Mi madre tiene un mohín, ella de verdad quiere que este en una buena Universidad y se lo cumpliré. Mi padre también me sonríe un poco, supongo que complacido de que haya aceptado, aunque no me haya dado elección.

—Mantenme al tanto de todo, como te va. Quiero que te adaptes a este nuevo cambio y más si estarás sola por allá. —Me dice mi madre, dándome un beso en la coronilla. —Recuerda que si no quieres estar más allá, este siempre será tu hogar.

—Te quiero, mamá. —La abrazo fuerte.

Mi padre me da un abrazo cálido, y me da un beso en la cabeza.

—Estoy muy orgulloso de ti, Hanny.

Me despido de todos, caminando hacia el coche de mi hermano.

Adam se encarga de subir mis cosas al maletero, mientras yo sin muchas ganas me subo en el asiento trasero. Lesly se sienta en el copiloto y segundo más tarde, mi hermano en el asiento del chofer.

A medida de que mi hermano acelera el coche y andamos en la ciudad vía el aeropuerto, siento como si tuviera dos yunques a cada lado de mis hombros, cargando con todo el peso, de la tristeza, de la cobardía, del dolor, de la culpa, por irme después de que prometí quedarme pasase lo que pasase.

Pero no lo estoy cumpliendo, me estoy yendo, sin decirle a nadie, sin decirle a él.

¿Cómo se sentirá cuando se entere que me fui sin decir nada? ¿Qué será de él cuando se entere que me fui de su vida? ¿Me odiara? ¿Seguirá en la banda? ¿Volverá a las carreras y ventas? ¿Hará las peleas de nuevo? Si es así la culpa crecerá, aumentando el peso, carcomiéndome la consciencia.

Cada segundo es una lágrima, un pie fuera de esta ciudad es dolor. No estoy muy segura de si esto seguirá doliendo más adelante o sanara con el pasar del tiempo pero, me quema, justo ahora me quema.

Me veo en el reflejo de la ventana tan lamentable, tan llena de lágrimas, tan llena de dolor.

Joder fueron solo cinco meses, han pasado solo cinco meses desde que lo conocí por primera vez. Ni siquiera cuando terminaba con Nicólas me dolía como ahora me está doliendo tener que alejarme del pelinegro.

Minutos más tarde mi hermano deja el coche en el estacionamiento del aeropuerto. Mi vuelo saldrá en una hora y media, pero no quería estar en casa más tiempo, necesitaba salir.

Cuando vamos hacia la plaza de espera, donde hay muchas madres despidiéndose de sus hijas e hijos, un grupo de chicos despidiéndose de una chica, casi me visualizo a mí, despidiéndome de todos ellos. Y por último y para nada mejor que los demás, una pareja sin muchas ganas de decir adiós.

No puedo seguir aguantando más.

Me voy en llanto, llamando la atención de mis hermanos.

—No, no, no. Hanny, vamos, tómalo como algo positivo. —Se acerca Lesly, abrazándome. —Me puedo imaginar lo difícil que puede estar siendo esto para ti, pero saca provecho de esto.

Niego con la cabeza, un sollozo sale de mi garganta mostrando el corazón roto que cargo.

—Demuestra quien eres y regresa aquí, dando a saber quien siempre fuiste, pero no te derrumbes.

—Yo…joder, esto es demasiado doloroso, Les…

Ella suspira, mirando a mi hermano.

— ¿Quieres que lo llame?

La miro al instante negando con la cabeza frenéticamente.

—El podría entenderlo. —Interviene mi hermano.

—No quiero que este aquí, no quiero que sea más difícil de lo que ya es.

Me siento en la espera del avión hacia Atlanta, que sale a las nueve de la mañana.

—Hanny…

—No le digan nada hasta un cierto tiempo. —Pido, mirando a los dos con suplica. —Quiero que cuando se lo digan el ya me haya olvidado, ya me haya reemplazado. Quiero que cuando decidan decírselo  ya le dé igual.

Mi hermano sonríe sin mucha gracia.

—No creo que seas reemplazable. Y el también lo sabe.

No digo nada al respecto porque al responderle voy a derrumbarme aun más.

—Si estas destinada a una persona, así pasen décadas,  siempre volverán a estar juntos.

—No me están ayudando ni un poco.

Mi hermano se encoje de hombros, mirando su móvil.

—Mi intención nunca fue decir algo que querías escuchar para tu propia conveniencia, solo digo la verdad.

Pongo los ojos en blanco, fastidiada.

El resto de los minutos se basan en criticar a cada pasajero. Aquí se pasean muchísimas personas súper extrañas. Hay todo tipo de persona, cada una tiene algo único que me hace reír hasta más no poder.

Hasta que lo siento, siento esa mirada tan intensa, esa sensación la conozco perfectamente. Siento ese cosquilleo en mi espalda y ese revuelco de nervios en el estomago cuando se perfectamente que él está cerca de mí. Siento como mi cuerpo tiembla y es totalmente ridículo. No he escuchado que me llame, tampoco se ha acercado, pero tampoco quiero voltearme a mirarlo porque estoy más que segura que es el, que él está aquí.

¿Pero que hace aquí? O bueno,…se sabe que hace aquí pero, ¿Cómo lo supo?




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