Hyura y Vaenia caminaban por las bulliciosas calles de Lybendol, donde el resplandor de la ciudad flotante proyectaba un cálido brillo dorado sobre ellos. Las edificaciones, construidas de mármol blanco y dorado, se elevaban hacia el cielo con elegancia, y sus balcones estaban adornados con enredaderas de flores azules y doradas que caían como cascadas de colores vibrantes.
Gráciles arcos y esbeltas torres brillaban bajo la luz del sol, formando un laberinto de luces y sombras entrelazado con la naturaleza. El murmullo de fuentes adornadas resonaba en el aire, y sus aguas cristalinas reflejaban los destellos del sol, añadiendo una melodía suave al bullicio de la ciudad.
Los ciudadanos de Lybendol, se movían con una gracia innata, surcando los cielos con sus alas blancas que relucían a la luz del día. Los mercaderes en sus puestos ofrecían mercancías de todas partes del mundo, y sus voces se mezclaban con el sonido de las risas y las conversaciones animadas.
A medida que Hyura y Vaenia avanzaban hacia el Coliseo, el ambiente se volvía más intenso. Este edificio, una estructura magnífica de mármol y oro, se erguía con majestuosidad en el centro de la ciudad. Sus columnas talladas con intrincados relieves narraban historias de héroes y guardianes del pasado. El eco de los pasos de los participantes y espectadores resonaba en las grandes escalinatas que conducían al interior del Coliseo, donde las Pruebas de los Guardianes tendrían lugar.
El aire estaba impregnado de expectación y emoción, y la energía de la multitud era palpable en cada esquina. Mientras cruzaban las puertas hacia el recinto principal, Hyura y Vaenia sintieron el peso del momento y la importancia del desafío que estaban a punto de enfrentar.
Desde las alturas, muchos observaban a Hyura, el joven sin alas, con curiosidad y murmullos de asombro. Era raro ver a alguien sin alas en la ciudad flotante, y su presencia, aunque común para los habitantes de los túneles, atraía la atención en este nuevo contexto.
Al entrar en el Coliseo, Hyura quedó asombrado por la amplitud del espacio interior. Las gradas, dispuestas en un vasto círculo, ascendían en terrazas alrededor del centro de la arena. Estaban abarrotadas de espectadores, cuya expectación era palpable en el aire. En un extremo del Coliseo, un elegante palco adornado con estandartes de oro y plata albergaba a los gobernadores de Lybendol. Sentados en tronos elevados, observaban con mirada atenta, símbolo de autoridad y juicio, listos para presenciar el desarrollo de los desafíos.
El centro del Coliseo había sido transformado en un vasto campo de desafíos. Donde antes se celebraban batallas épicas y competiciones acrobáticas, ahora se alzaban estructuras especialmente diseñadas para las Pruebas. Obstáculos que requerían destreza, ingenio y valor se esparcían por la arena.
Las puertas de entrada a la arena eran enormes portones de metal bruñido, decoradas con emblemas. A medida que se abrían, dejaban entrar a los participantes, quienes eran recibidos con aplausos y vítores de la multitud..
A su alrededor, los otros jóvenes se alistaban con confianza, sus alas blancas extendiéndose gráciles mientras calentaban para las pruebas. Hyura los observaba de reojo, sintiendo un nudo en el estómago que crecía con cada movimiento. Para ellos, volar y enfrentarse a los desafíos físicos era parte de su naturaleza, algo que parecía fluir sin esfuerzo. Para él, cada paso era un recordatorio de lo que le faltaba.
"Es la tradición", le había dicho la madre de Vaenia con una sonrisa cansada una noche que Hyura preguntó por qué debía participar si no tenía alas. "Todos los jóvenes deben pasar las pruebas, Hyura. No importa si tienes alas o no. Además, no todas las pruebas requieren tener alas. En algunos, sin duda que ayudan, pero no son imprescindibles.
En el centro del Coliseo, un imponente general de alto rango esperaba a los participantes. Vestido con una armadura dorada que reflejaba la luz del sol y con un par de alas majestuosas extendidas tras él, el general emanaba una autoridad que capturaba la atención de todos. Su presencia imponía respeto y solemnidad.
Cuando el general comenzó a hablar, su voz profunda y resonante llenó el Coliseo, cortando el murmullo de la multitud y capturando la atención de los jóvenes que se preparaban para las pruebas.
—Bienvenidos a las Pruebas de los Guardianes —comenzó el general, su mirada recorriendo a los participantes con una mezcla de severidad y desafío—. Hoy, cada uno de ustedes enfrentará una serie de pruebas diseñadas para evaluar su fuerza, habilidades y resiliencia. Estas pruebas no solo medirán su capacidad física, sino también su ingenio y determinación.
El general levantó una mano, señalando las diferentes áreas del Coliseo adaptadas para las pruebas.
—En el primer segmento, enfrentarán un desafío físico. Tendrán que atravesar un laberinto de obstáculos que pondrá a prueba su agilidad y fortaleza. Este laberinto está lleno de trampas y desafíos que simulan condiciones extremas, y deberán navegar a través de él con precisión y rapidez.
Mientras hablaba, el general hizo un gesto hacia una enorme estructura en forma de laberinto, con paredes móviles y plataformas elevadas que parecían desafiar la gravedad. Los espectadores observaban con interés.
—La segunda prueba es una prueba de combate. Aquí, cada uno de ustedes se enfrentará a un oponente en un duelo de habilidades. No solo se evaluará su capacidad de lucha, sino también su habilidad para adaptarse a situaciones cambiantes y mantener la calma bajo presión.
El general señaló una arena de combate circular en el centro del Coliseo, rodeada por un campo de energía mágica que aseguraría combates justos y controlados, proporcionando un entorno seguro para los participantes.
—Finalmente, la tercera prueba que enfrentarán es conocida como El Paso del Éter , llevarán sus cuerpos y mentes al límite. Esta prueba no solo evaluará su fuerza o habilidad con las armas. Les pondrá a prueba en resistencia , estrategia y, sobre todo, en supervivencia .