La primera noche que dormimos en la casa, escuchamos golpes en la cocina.
Mi esposo dijo que eran las cañerías viejas, pero el sonido no venía de las paredes… venía del suelo.
Como si algo caminara debajo de nosotros.
Los días siguientes, las cosas empezaron a moverse solas.
Al principio eran detalles: una taza cambiada de lugar, una puerta que se cerraba lentamente.
Pero luego las sillas amanecían puestas sobre la mesa, y los cuadros giraban hacia la pared.
El aire olía a humedad y metal, como si la casa estuviera podrida por dentro.
Una noche, mientras estaba en la sala, la televisión se encendió sola.
En la pantalla, no había canales, solo una imagen fija: mi cama vista desde abajo.
Vi mis pies moviéndose mientras dormía… y algo que se arrastraba lentamente hacia mí.
No era humano.
Se movía con las articulaciones al revés.
Corrí a la habitación, pero la cama estaba vacía.
Me arrodillé para mirar debajo…
Había un hueco oscuro, más profundo que el suelo.
Y al fondo, dos manos pálidas agarradas a los bordes, empujando hacia afuera.
Ahora, cada noche, el hueco se abre solo.
Oigo respiraciones pesadas bajo el colchón, y el sonido de uñas arañando la madera.
Sé que está esperando el momento en que me duerma profundamente.
Y sé que, cuando salga, se llevará a alguien.
Solo espero no ser yo.
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Editado: 24.08.2025