Madre Equivocada - Inseminada por Error

Capítulo 3: La confesión.

30 minutos más tarde…

Ingresa a un restaurante de lujo, con finas lámparas y de mantelería exclusiva, sin mencionar la vajilla que era de plata autentica, busca con la mirada a su amigo, quien desde ya lo espera, en una de las mesas del distintivo lugar:

—Hermano—estrechan sus manos y le propina, un afectuoso abrazo.

—¿Todo bien, Tony?

—No, Justin, a ti no te puedo mentir, tengo que confesarte algo.

—Wao, así será, tu eres de lo que evitas los problemas.

—Estoy metido en uno, por mi terquedad de ser padre.

—Cuéntame, te escucho, amigo.

—No sé cómo empezar a narrar este enredo, sabes que contraté un vientre en alquiler, de una chica que conocí por internet.

—¿Qué hiciste? ¿Qué? Te volviste loco, tu eres un hombre joven, por favor, puedes tener tus hijos de manera natural, si tan solo dejaras descansar en paz a Micaela. Tony ella está muerta, reacciona tienes que seguir adelante con tu vida, si lo que más quieres es una familia e hijos, cásate tienes muchas mujeres a tu disposición.

—Jamás, siempre le seré fiel al recuerdo de mi amada esposa. No volveré a estar, con ninguna otra mujer, pero no es del recuerdo de Micaela, de que te quiero hablar. Sino de lo que, me ocurrió con esta muchacha.

—Lo siento, continúa.

—Contrate a una chica, para me que prestara su vientre, traté de hacer todo de manera discreta, evitando que mi madre se enterara, ayer era el día de la inseminación y por error el médico, que contrate para ese procedimiento fecundo a otra muchacha.

—¡Demonios!

—La chica, que había contactado por una página de Facebook, jamás se presentó en el consultorio, ya el doctor tenía todo listo, pero al parecer una de las empleadas, confundió los expedientes, he inseminaron con mi esperma, a una joven llamada Ana Rodríguez, del cual no tengo más datos que su nombre.

—Me has dejado con el ojo bien cuadrado. Ana Rodríguez hay muchas, sin embargo, si la chica aparece y ese embarazo se logra a la primera, se pueden meter en un grave problema, principalmente el doctor por la falla.

—Sí, esta situación, me tiene muy preocupado desde ayer, para colmo el médico abandono el país y la chica que había contratado, le pagué por adelantado y se esfumó.

—Eres tonto, Tony, siempre confiando en los demás. La gente es mala, Tony.

—Sabes que, siempre le doy un voto de confianza a las personas.

—Pero, mira te han robado por confiado.

—El dinero, es lo que menos me importa, sino hallar a la joven en cuestión. Ana Rodríguez.

—Vaya que enredo, hasta se me quitó el apetito—comenta Justin.

*****

En casa de Ana…

Se divierte en compañía de su padre, se burlan de su hermano y de Sofí quienes, le están dando rienda suelta a su amorío.

—Estos dos cayeron, en la trampa del amor.

—Al menos espero, que esta novia le dure—expresa el padre de Ana.

—Mi hermano, es muy caprichoso, con tantas mujeres y se antojó de Sofí—frunce el ceño Ana.

—Esperemos, que no cometa un disparate, como embarazarla, por ejemplo.

—Ni lo mande Dios, papá, un hijo a nuestra edad, sería el fin del mundo para nosotras.

—Lo sé, cariño, gracias a Dios, que contigo no tengo esos problemas, me saliste muy lista e inteligente.

—Tengo mis prioridades, papá, no quiero que nada me distraiga de mis objetivos y más que soy becada. Si fallo, me quitan la beca y sin ella, mis sueños se esfuman.

—Tranquila, hija, que eso no pasará. Te quiero tanto, eres mi orgullo.

—Tan bello mi papi. Papá ¿No te interesa enamorarte de nuevo?

—No mi amor, con ustedes soy muy feliz.

—Sí, papá, pero un cariño especial, no se te antoja.

—Ana, más respeto soy tu padre. Jamás hablaría de esas cosas contigo.

—Por Dios, papá, vamos ábreme tu corazón.

—Mi corazón se cerró, el día que murió tu madre, y los que habitan en el son ustedes, mis hijos.

—Suena muy hermoso lo que dices. Pero, no deberías estar solo, sabes que Gema la del salón de belleza, como que le puso el ojo a usted, así oí por allí.

—Déjate de tonterías y vamos a acercarnos más a tu hermano, no nos vayan a echar tierrita en los ojos y se escapen.

—Ja, ja, ja. Papá, que cosas dices.

Abel se le acerca, para decirles:

—Papá, voy acompañar a Sofí hasta su casa.

—Voy con ustedes—sale Ana de inmediato.

—Ana no seas ridícula, que yo la llevo.

—Abel deje que Ana los acompañe, así aprovecha para ir, por unos libros en casa de Sofí—le guiña Anderson el ojo a Ana en complicidad.

—¿Cuáles libros, Ana? —pregunta Sofí con asombro.

—Unos que me tienes, que son mío, claro como no te gusta estudiar, si sabes a que me refiero verdad—la mira Sofí con extrañeza. Desconociendo que todo, es obra del padre Ana, para evitar que ellos se queden a solas.

Salen los tres de la casa y Abel, se encuentra evidentemente molesto:

—Ana si eres ridícula, mira que prestarte para las payasadas de mi papá, no entiendo porque no me tiene confianza—Ana pone sus ojos en blanco.

—Todavía preguntas.

—Jamás le haría daño a mi novia, verdad cariño—esboza una gran sonrisa y Sofía, cae rendida a sus pies.

—Nunca entendí amiga tu mal gusto, tantos hombres tan guapos, elegantes, millonarios…

—¿Así como el profesor de literatura?

—¿Qué profesor es ese? ¿Sofía a ti también te parece guapo? —las mira Abel con recelo.

—No amor, solo tengo ojos para ti.

—Ya dejen el melado, que me empalagan.

—Te hubieses quedado en la casa, sino quieres que te coman las hormigas—y empieza Abel, hacerle cosquillas a su hermana, quien no para de carcajearse.

—Ya basta, Abel, me voy a orinar de la risa—continúa riéndose ligeramente.

—Me fascina la relación de ustedes, se ve que se quieren, yo siempre quise tener un hermano. A lo mejor mi vida, hubiese sido más fácil.




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